Angelina Muñiz-Huberman, Escritora de dos mundos

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Judíos destacados en México

Traductora, ensayista, narradora y poeta, nacida en Hyéres, Francia, el 29 de diciembre de 1936, debido al estallido de la Guerra Civil española en julio de ese año. La familia se traslada a París donde reside brevemente para embarcarse con destino a Cuba ante la inminencia de la II Guerra Mundial. Tras una corta estancia en la isla caribeña, desembarcan en Veracruz en 1942, cuando Angelina tenía apenas seis años. Finalmente acaban estableciéndose en la Ciudad de México donde creció rodeada de otros exiliados republicanos.

Se naturalizó mexicana en 1952. Obtuvo el doctorado en letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en lenguas romances en la Universidad de Pennsylvania y City University of New York; realizó cursos de filología y literatura en El Colegio de México. Está casada con el científico judeo-mexicano Alberto Huberman.

Ha sido profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (desde 1975).


Ha colaborado en Cuadernos del Viento, El Rehilete, Nueva Revista de Filología Hispánica, Proceso, Thesis, Diálogos, Vuelta, Sábado, Noaj, Hispamérica Letras Libres y La Jornada Semanal.

Fue becaria de la Embajada de Estados Unidos, en 1958; de El Colegio de México, de 1958 a 1962; Teaching Fellowship, University of New York, en 1968; del Programa de Estímulos a la Productividad Académica, UNAM, en 1990; del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), de 1991 a 1992; ingresó al Sistema Nacional de Creadores Artísticos en 1994.

Su obra se ha traducido a varios idiomas.

En 2010, Angelina junto con su esposo, el destacado científico e investigador Alberto Huberman, realiza la traducción al español de “Los viajes del último Benjamín de Tudela”, obra del poeta israelí Yehuda Amijai con el apoyo de la Fundación Metta Saade.

Se le ha otorgado el Premio Magda Donato 1972 por Morada interior. Medalla de Jerusalén 1975. Medalla por Comisiones Dictaminadoras de la UNAM 1979. Medalla Novi Lux Orbis Quater Saecularis Anima Patriae de la UNAM 1981. Premio Xavier Villaurrutia 1985 por Huerto cerrado, huerto sellado. Premio Internacional Fernando Jeno 1988 por De magias y prodigios. Premio Internacional de Novela Sor Juana Inés de la Cruz 1993 por Dulcinea encantada. Medalla del Instituto Cultural México-Israel 1999. Premio Universidad Nacional en Creación Artística y Extensión de la Cultura 2003. Reconocimiento de FeSeLa (Federación Sefaradí Latinoamericana), por su aporte literario a la cultura sefardí. Entre muchos otros.

En Abril de 2011 le es concedida la Orden de Isabel la Católica, condecoración española, instituida por el rey Fernando VII el 14 de marzo de 1815, con el nombre de Real Orden de Isabel la Católica, con el objetivo de “premiar la lealtad acrisolada a España y los méritos de ciudadanos españoles y extranjeros en bien de la Nación y muy especialmente en aquellos servicios excepcionales prestados en favor de la prosperidad de los territorios americanos y ultramarinos”.

Sus cuentos se han reunido en los volúmenes Huerto cerrado, huerto sellado (1985); De magias y prodigios (1987); El libro de Míriam y Primicias (1990); Serpientes y escaleras (1991) y En el jardín de la cábala (2008).

Ha publicado las novelas Morada interior (1972); Tierra adentro (1977); La guerra del unicornio (1983); Hacia Malinalco (1986); Dulcinea encantada (1992); Castillos en la tierra (1995); El mercader de Tudela (1998). Molinos sin vientos (2001); Areúsa en los conciertos (2002). El sefardí romántico. La azarosa vida de Mateo Alemán II (2005); La burladora de Toledo (2008). Es autora de los libros de ensayos El mundo de la mujer (colectivo, 1967); La mujer mexicana en el arte (colectivo, 1987). Además de contar con poemarios como El ojo de la creación (1992); La memoria del aire (1996); Conato de extranjería (1999); La sal en el rostro (1999) y La pausa figurada (2006).

Como hija de una familia de exiliados españoles que dejaron su patria a raíz de la Guerra Civil, Angelina Muñiz-Huberman ha hecho de la memoria y el problema de la identidad uno de los ejes de su obra. Para ella, todo acto de escritura estará siempre mediado por el ejercicio de la memoria, pues como explica en entrevista, “todo escritor trabaja a partir de su propia memoria, ya sea a partir de sus lecturas, ya sea de sus conocimientos, los recuerdos familiares, todo eso se está transmitiendo en la escritura constantemente”.

Y aunque el ejercicio de la memoria es un elemento intrínseco a la literatura, explica la autora, en la historia de la literatura contemporánea, es Marcel Proust, con su extensa obra En busca del tiempo perdido él único escritor que ha hecho de la memoria la preocupación esencial de su escritura.

En busca del tiempo perdido es precisamente el anhelo por ese tiempo que él consideraba había perdido. Fue Proust quien desarrollo más conscientemente el juego literario entre el pasado y el presente. Aunque también podemos referirnos a autores antiguos que usaron la memoria en sus escritos, así por ejemplo, tenemos a San Agustín y sus Confesiones, en quien ese re-traer el pasado es un explicación del presente”, detalló la escritora.

En su caso particular, recuerda Angelina Muñiz-Huberman, dada su condición de exiliada, desde niña se preocupó especialmente por la preservación de la memoria y de los recuerdos de familia. Desde entonces, explicó, le interesaron todos los libros y autores que tuvieran como tema la memoria.

“Como provengo de una familia de exilio por la Guerra Civil española, para mí era fundamental la preservación de la memoria, de ahí que desde niña comenzará a leer a estos autores. Todas esas lecturas se fueron acumulando en mi memoria y posteriormente me fueron ayudando a desarrollar los temas de mis obras”, apuntó.

Como descendiente de la tradición sefardí, en la infancia de Angelina Muñiz-Huberman las lecturas referentes a la preservación de la memoria procedentes de la Biblia y la tradición hebrea de la Cábla ocuparon un lugar preponderante y recordó:

“Parto desde la cuestión bíblica, donde el concepto de la memoria es sumamente importante para transmitir la tradición, los conocimientos y la historia. Después, la tradición de los cabalistas, que está complemente basada en la memoria; de hecho, dentro de la tradición de la Cábala, el conocimiento se transmite de boca a oído, no se deben tomar apuntes, no se debe escribir, se debe guardar en la memoria todo lo que está uno oyendo. De este modo poco a poco se va desarrollando la memoria”.

Para Angelina Muñiz Huberman la literatura es una indagación sobre los procesos de la lengua, un empeño en descubrir los mecanismos que hacen posible la escritura en el momento mismo en que se realiza, un diálogo permanente e indisoluble entre tradición y creación. Tradición significa muchas cosas, pero básicamente conocimiento del idioma y su tránsito, de la antigüedad a nuestros días.

Un conjunto de resonancias vibra en su interior. Desde El Mío Cid, El Romancero, la literatura de Gonzalo de Berceo, hasta todos aquellos autores medievales en cuyas obras se gestaron los comienzos de la lengua. La continuidad la encuentra en el Siglo de Oro español y se continúa como un hilo de Ariadna hasta el siglo XX. Hay una amorosa obsesión por los momentos evolutivos del idioma, que para ella están ligados a sensibilidades muy precisas que la inquietan hasta este preciso momento.

Su acercamiento a la lengua lo describe como un tránsito amoroso que recoge todas sus manifestaciones, sean cultas o populares, como las de El Romancero, “tan atractivo para mí”. Esa aproximación la considera amorosa y con respeto, “sin que esto quiera decir que no invente palabras, que las trasgreda. Amar la lengua también es experimentar con ella y transformarla”.

La tradición es búsqueda y encuentro con los orígenes. “Mi madre era de origen judío, de los sefardíes que nunca salieron de España. Mi padre no, pero mi madre sí y ella me lo transmitió, pero me lo fue enseñando a lo largo de mi vida desde la infancia. Se trata de un judaísmo muy diluido porque después de quinientos años sin judíos en España, cómo se puede mantener esto en una familia. Aprendí que lo que se preserva es el sentido de la pertenencia.

Fuentes:
Asociación de Descendientes del Exilio Español
Instituto Nacional de Bellas Artes
http://www.ucm.es/info/especulo/numero30/confiden.html

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