Mauricio Walerstein Derechín, Productor, director y guionista cinematográfico

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Mauricio Walerstein nació en la Ciudad de México el 29 de marzo de 1945. Desde muy joven se involucró en la industria cinematográfica al lado de su padre, el productor y argumentista Gregorio Walerstein.

En 1966 ingresó a la carrera de Administración en la Universidad Nacional Autónoma de México. De manera alterna inició su labor profesional dentro del cine como productor ejecutivo de la cinta Operación 67 realizada en 1966 por René Cardona hijo.

Poco tiempo después, junto con Fernando Pérez Gavilán fundó la productora Cinematográfica Marte, con la que financiaron varias películas, entre ellas: Paraíso (Dir. Luis Alcoriza, 1969); El sabor de la venganza (Dir. Alberto Mariscal, 1969); Las puertas del paraíso (Dir. Salomón Laiter, 1970) y Diamantes, oro y amor (Dir. Juan Manuel Torres, 1971).


En 1969 debutó como director y coadaptador en el filme Isabel, episodio que formó parte de la serie Siempre hay una primera vez. Al año siguiente realizó su Ópera Prima titulada Las reglas del juego, a la que le siguió Fin de fiesta, filmada en 1971.

Mauricio Walerstein participó en 1972 como productor ejecutivo de la cinta venezolana Bárbara y filmó ese mismo año Cuando quiero llorar no lloro, cinta coproducida entre México y Venezuela. Debido a estos trabajos, como él mismo lo refiere, se fue quedando en aquel país.

En 1974 dirigió Crónica de un subversivo latinoamericano, en la que colaboró en la escritura del guión al lado de Luis Correa y José Ignacio Cabrujas. A partir de ese momento Mauricio Walerstein ha filmado cerca de una docena de películas en Venezuela, entre las que se encuentran: La empresa perdona un momento de locura (1978); Eva, Julia y Perla (1980); Máxima felicidad (1982); Macho y hembra (1984); Con el corazón en la mano (1988) y Móvil pasional (1992). Además ha participado en algunas coproducciones entre México, Venezuela y Colombia, como son: De mujer a mujer (1986) y Juegos bajo la luna (1999).

Dentro de su labor como guionista ha compartido créditos con David Suárez, Claudia Nazoa e Iraída Tapia.

Entre otras actividades, el director y guionista ha impartido dos cursos de guión en el Centro de Estudios Literarios Rómulo Gallegos, en la ciudad de Caracas. (Entrevista para Escritores del cine mexicano sonoro, agosto de 2002)

Al preguntarle qué es escribir para el cine, Mauricio Walerstein opinó: “Como experiencia es difícil porque el guión hay que situarlo en tiempo y espacio. Además lo fundamental cuando se escribe un guión es la estructura, es decir, que va a pasar de la secuencia 1 a la 110.

¿Cree que el guión es literatura?

–Creo que el guión cada vez se independiza y aleja más de la literatura en general, en primer lugar porque para ser un buen guionista no hace falta ser un buen escritor, ya que hay guionistas que no cuidan la forma narrativa y eso no los exime de crear estupendos guiones.

¿Cuál es su mejor guión y por qué?

–Mis guiones preferidos fueron los que escribí junto con David Suárez, porque él era muy creativo. Y también me agradó el guión de Máxima felicidad debido a la experiencia de haberlo escrito yo solo.

¿Y el guión de otro escritor y por qué?

–Dentro de los guionistas mexicanos al que más admiro es a Luis Alcoriza, quien además de ser un gran amigo, tenía gran consistencia y solidez en su trabajo, además de que sus guiones estaban muy bien escritos.

Sobre su experiencia en la industria cinematográfica, Mauricio Walerstein explicó: “Como director y guionista mi experiencia está definida por lo que he escogido, siempre he trabajado para mí, lo cual es un situación atípica al menos en la industria mexicana, ya que en el presente el guionista regularmente está ligado al director y al productor. Creo que en el cine no existe una fórmula para cautivar al espectador. Lo mejor es tener claro que es lo quieres contar. La eficiencia sólo es una condición pero no es una receta.

-Con Clemente de la Cerda y Román Chalbaud, usted es uno de los pilares del “nuevo cine venezolano”. ¿Por qué ha dejado a Venezuela?

-Cuando regresé a México por motivos familiares, tenía que asumir el manejo de una productora de cine que hasta esas fechas nunca me pasó por la cabeza que tendría que hacerlo, semana a semana me preguntaba: ¿bueno y cuando me regreso? Eran los finales del 2003. Dos años después, dos venezolanos maravillosos, María Auxiliadora Barrios y Hernán Vera me contrataron para dirigir La Prueba, una película hecha para Azteca Televisión, con guión de Alberto Barrera. Ellos produjeron varias películas para Azteca T.V. y enrolaron para dirigirlas a Fina Torres, a Mariana Rondón y a mí.

Desde luego a varios directores mexicanos. Vale decir, que yo me sentí parte del team importado. Ahí mismo empecé a escribir con Claudia Nazoa, Travesía del desierto que se coprodujo entre Venezuela y México a fines del año pasado y ya estoy por terminar la post producción. De tal manera que mis dos primeras pelis a la vuelta en México están muy relacionadas con Venezuela. Ni yo he dejado a Venezuela, ni Venezuela me ha dejado a mí.

-¿Qué lo lleva a reducir su marcha?

-Viví una época hermosa del cine venezolano, el éxito en taquilla, la identificación del público con el cine nacional quizás me deparó igual que a otros una continuidad de trabajo que al tiempo me fue difícil mantener. No me quejo en todo caso. Después de Juegos Bajo la luna, el cambio de país, el adaptarme a una nueva realidad seguramente afectó mi creatividad. Pero no está nada mal, ya he hecho dos películas y estoy preparando la tercera que se llama Canon. Desde luego, el lograr financiamiento es complicado. Travesía del Desierto es una película de dos millones y medio de dólares, los costos actuales son una complicación o un obstáculo a veces insalvable.

-Su filmografía transita de lo profundamente político, a un cine más intimista, otro muy carnal. Qué representa particularmente en su vida cada uno de estos momentos.

-Filmé lo que quería filmar. Si me pides escoger alguna de ellas, creo que Crónica de un subversivo latinoamericano es mi preferida. La más fresca, irreverente, la mejor narrada.

Hablemos de lo íntimo o carnal: Creo que lo íntimo para ti sería Eva, Julia Perla y Máxima Felicidad, ¿Luego vendrían las carnales?. No me molesta para nada el calificativo, huele a pecado, a transgresión, a irreverencia. Me gusta el calificativo. Sin embargo creo que la obsesión primogenia es “la pasión”. Siempre está presente. Voy para atrás. Mi película más exitosa en Europa fue La empresa perdona un momento de locura, seleccionada a la Quincena de los realizadores. De pronto me di cuenta que los europeos, no todos desde luego, disfrutaban vernos de una forma, aplaudían que nuestros temas fueran políticos, críticos sociales, era como si nos determinarán el camino que debíamos seguir. No importaba cómo filmábamos, bien o mal. Como si nos hubieran puesto un corsé. No, fuimos nosotros los que no los pusimos. Yo intenté quitármelo.

-No parece usted haberlo contado todo.

-Nadie ha contado todo. Canon, mi próxima película es producto de una hermosa novela mexicana de Federico Reyes Heroles. Relata a una pareja inusual, que durante mas de veinte años intenta derrotar el hastío de la vida conyugal. Su pasión es la pasión y como conservarla. Como superar el hastío. Estoy en una época de muchos proyectos. Ojalá tenga tiempo para realizarlos.

Fuentes:

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