Curiosamente, Purim – que celebra nuestra redención física del malvado Hamán y sus planes de exterminar a todos los Benei Israel – no se encuentra en la lista de festividades “que merecen” el canto del Halel. Nuestros Sabios indagaron acerca de las razones de semejante exclusión, sugiriendo[1]diversas razones por las cuales Halel no es leído en Purim, mencionando, entre ellas:
- Se recita Halel por eventos conducentes al ingreso del pueblo judío a la tierra de Israel (como Pésaj, Shavuot y Sucot), y, después del ingreso de los israelitas a la tierra de Israel, por los eventos que ocurrieron exclusivamente dentro de la Tierra Prometida (Purim tuvo su origen en Persia).
- Halel señala un carácter de liberación judía de todo yugo. No se lo incluye en Purim, entonces, ya que la liberación de los judíos en Persia fue sólo parcial, con la continuación del gobierno de ese imperio extranjero, sin independencia ni soberanía para los Benéi Israel.
En una primera lectura, estas explicaciones son fáciles de aceptar por su lógica interna: la redención parcial – la falta de independencia en nuestra Tierra – pareciera ser suficiente razón para no incluir los grandes elogios de Halel en Purim. No obstante, en una segunda mirada – más crítica -, pareciera que con la exclusión del Halel no se reconociera la calidad de la salvación que tuvimos en Purim: en ese momento, nos enfrentamos al peligro de la aniquilación total, y todo el pueblo judío se sumó a los esfuerzos realizados durante Adar 13 – 14 por el liderazgo de Esther y Mordejái para derrotar a las fuerzas de Hamán (por supuesto, con siata dishmaya, con la ayuda del Cielo). El pueblo judío se salvó en esa ocasión de ser completamente borrado de la faz de la tierra: ¿No es acaso ésa una buena razón para añadir Halel (¡sólo 6 Salmos!) a nuestras oraciones de Purim?
La respuesta sigue siendo: no, no es suficiente.
En su infinita sabiduría, nuestros Sabios quisieron enseñarnos que, cuando se trata de la Redención divina – la Redención histórica y duradera con mayúsculas-, debemos vincularnos a nuestra historia como pueblo de una manera integral, no centrándonos en los resultados de un evento – por grande e importante que fuere – para dictaminar su carácter Redentor. Es cierto, la redención de nuestros antepasados en Purim dentro del inmenso Imperio Persa fue extraordinaria: se nos dio la oportunidad de la continuidad histórica que permitió nuestra posterior libertad y el retorno a ser una nación independiente – unos 200 años más tarde, en el marco de los Macabeos -.Nuestros Sabios, sin embargo, que reconocieron la importancia de Purim, también entendieron que si bien puede haber seguridad para nuestro pueblo temporalmente sin nuestra soberanía en la Tierra de Israel, a la larga, nuestra situación de indefensión como minoría excluida de su tierra nos pondría en un escenario de permanente peligro, de persecución y destrucción. De hecho, nuestros Sabios, diariamente, sufrieron esa inseguridad en carne propia bajo el dominio del Imperio Romano – Rabi Akiva y muchos de los líderes espirituales y políticos judíos fueron brutalmente asesinados por ese Imperio junto a decenas de miles de Benéi Israel[2] -. Hubo, entonces, redención en Purim; pero Redención, una redención duradera que nos permite respirar en libertad, crecer, determinar nuestro propio presente y futuro… esa Redención sólo se podía lograr en el suelo de nuestra Tierra histórica, en nuestro propio Estado: el Estado de Israel.
Nuestros Sabios, no obstante, quisieron darle un reconocimiento especial a la gran salvación de nuestro pueblo en Purim[3], por lo que explican que la lectura de la Meguilá (la lectura del Libro de Ester) en Purim tiene el mismo status que el rezo de Halel, reemplazándolo en esa Fiesta.
Quiera Dios que la celebración de Purim este año nos brinde un espíritu de regocijo y gratitud, reconociendo el magnífico período que estamos viviendo – la época de nuestra independencia, de nuestra fuerza; de nuestro presente y futuro común en el Estado de Israel, o por lo menos , de la inspiración que nos provee su existencia .Quiera Dios que podamos escuchar la Meguilá con la conciente alegría que hoy podemos cantar Halel también en Yom Haatzma’ut, nuestro Día de la Independencia.Y quiera Dios que podamos ser tan activos como la generación de Ester y Mordejái, exigiendo los derechos básicos que cada pueblo tiene – el derecho a vivir en paz y en dignidad -.¡Jag Purim Saméaj!RABINO CARLOS A. TAPIEROVice-Director General & Director de EducaciónUnión Mundial Macabi
[1]Talmud Babilónico, Tratado Meguilá 14a.[2] Los Diez Mártires (Aseret Haruguéi Maljut) asesinados por los romanos fueron: Rabán Shimón ben Gamliel; Rabi Yishmael (el Cohen Gadol); Rabi Akiva; Rabi Jananiá ben Teradión; Rabi Jutzpis; Rabi Elazar ben Shamúa; Rabi Janina ben Jajinai; Rabi Yesheivav, el escriba; Rabi Yehudá ben Damá, y Rabi Yehudá ben Bava.[3]Talmud Babilónico, Tratado Meguilá 14a.
Os mando un gran abrazo,mi fina amiga ,Ivy