Teodoro Césarman, Eminente cardiólogo mexicano, fuente inagotable de vida y amistad

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Judíos destacados en México

Teodoro Césarman Vitis vino al mundo en la ciudad de México en 1923 y 24 años más tarde era ya médico cirujano por la Universidad Nacional Autónoma de México, especializándose como cardiólogo. En esa misma institución cursó la licenciatura en filosofía, más tarde.

De 1948 a 1950 fue residente del Instituto Nacional de Cardiología, en el cual ejerció como jefe de residentes de 1952 al 58, y como médico adjunto del 50 al 66. En este mismo lapso se desempeñó como profesor en la Facultad de Medicina de la UNAM Entre sus multiples reconocimientos se cuenta el Premio de la Academia Nacional de Medicina, que obtuvo en 1959.

Césarman fue cardiólogo del American British Cowdray Hospital desde 1956, sin dejar de ser profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM (1950-1966).


Ejerció la medicina privada desde 1949. Suman alrededor de 320,000 sus consultas cardiológicas y más de 27 mil los expedientes de personas atendidas.

Fue miembro del consejo editorial de la Revista “Archivos” (1954-1979), en la que colaboró desde 1948.

El médico fue presidente de la Junta de Vecinos de la Delegación Miguel Hidalgo y miembro del Consejo Consultivo del Departamento del Distrito federal (1971-1976).

Fue miembro del consejo consultivo del IEPES del Partido Revolucionario Institucional (1982), y perteneció a diversas organismos profesionales.

En 1996 se publicó su libro “Quema mis versos”, en el que dio a conocer 71 poemas que “guardaba como un tesoro personal” y que permanecieron ocultos por más de cincuenta años.

“Los hallamos en una caja de cartón. Desafiando el enojo de Teodoro los publicamos-confesaron hace años sus hermanos Eduardo y Fernando.

“Nos volamos la caja de cartón” -confesó festivo y orgulloso el editor Miguel Ángel Porrúa.

En aquella ocasión Césarman explicó que aunque nunca se propuso ser poeta, encontró en la poesía la manera idónea de capturar sus pensamientos y sentimientos a través del verso.

“Nunca escribí por escribir, ni por tener una producción literaria. Escribo porque en el momento siento la necesidad imperiosa de realizarlo, de plasmar en el papel sentimientos y palabras”, dijo en su presentación.

Como compositor, destaca la canción “Hasta aquí nomás”, en coautoría con José Angel Espinoza “Ferrusquilla”. “Teodoro poeta. En una servilleta escribió la rima. “Ponle música, José Ángel”, le dijo. “Imposible. Ya la tiene. Y voy a cantarla”.


Teodoro Césarman, 1975. Ciudad de México.
Fotografía por Pedro Meyer.

El médico cirujano y poeta mexicano cuyo corazón almacenaba tantos corazones y de quien en México era un secreto a voces su compasión para cualquier corazón maltrecho; falleció el 9 de Septiembre de 1997, a la edad de 74 años de edad, paradójicamente, víctima de un paro cardiaco; su sobrino Fernando Césarman fue el encargado de dar la noticia.

Estuvo casado con Josefina Maus de Césarman, madre de sus dos hijos, Eduardo y Gabriela Césarman, exitoso empresario y respetable médico respectivamente. También estuvo casado con la reconocida pintora Josele T. Césarman.

Sus dos hermanos, Fernando y Eduardo Césarman son también notables personalidades; Fernando es psiquiatra y psicoanlista y Eduardo -quien falleció el 20 de Agosto de 2004- cardiólogo, al igual que Teodoro. Ambos destacados escritores.

Era un hombre sabio y público. Magnánimo y sencillo, siendo él un extraordinario cardiólogo reconocido nacional e internacionalmente, detestaba la notoriedad, por lo que no es mucho lo que se sabe de su vida personal.

Atendía lo mismo a las gentes prominentes de aquí y del extranjero, que a las personas menesterosas. Dio más de 325 mil consultas cardiológicas y suman 30 mil los expedientes de personas atendidas, durante sesenta años de ejercicio profesional.

Acostumbraba a comer en los restaurantes Bellinghausen y Rivolí de la Zona Rosa y en el trayecto de su consultorio al sitio, una niña que le conocía le nombraba “mi médico bueno”. La niña, una de tantas hijas de mujeres mendicantes, era atendida por Teodoro ya que la pequeña padecía de un problema en las coronarias.

Fue también médico de presidentes, expresidentes, actores y actrices, poetas, pintores: León Felipe, Gabriel García Marquez, Octavio Paz, J.L Cuevas, Fernando Benitez, Luis Donaldo Colosio, Ruiz Cortines, Angeles Mastretta, entre muchos otros. María Félix lo llamaba cariñosamente “reencarnación de Maimónides”.

Era como ya dijimos, licenciado en Filosofía y Letras y de ahí, tanto como por herencia, ya que su padre era el editor Carlos Césarman, su vocación editorial que entre otras tareas publicó el semanario El Ciudadano, auspiciado por el gobierno del Distrito Federal en la época de Manuel Camacho Solís, y en el que colaboraron todos los grandes escritores mexicanos.

No recibía paga ninguna por ello, e incluso restauró, a su costa, la Sala del Cabildo de la Ciudad de México.

Fue miembro del Grupo San Ángel, grupo integrado por personajes destacados de distinta ideología y militancia partidista con el fin de evitar la violencia de los partidos en las próximas elecciones y conformado por 66 personajes como Carlos Fuentes, Jorge G. Castañeda, Demetrio Sodi y Enrique González Pedrero, que proceden a hacer una lista de las personalidades que serán invitadas a formar parte del grupo. En adelante, el grupo contará con sesenta y seis personajes destacados en la política y la academia como Teodoro Césarman, Alfredo del Mazo, Amalia García, Gabino Fraga, Federico Reyes Heroles, Adolfo Aguilar Zínser, Javier Livas, Manuel Camacho, Lorenzo Meyer, Ricardo García Sainz, Joel Ortega, Tatiana Clouthier, Vicente Fox, y Elba Esther Gordillo.

Arnoldo Kraus, médico y hombre de letras, nos dice de él: “Teodoro fue quien fundó la leyenda de los tres hermanos médicos. Algo de lo más importante que lograron fue introducir, justamente cuando no se empleaba en México, el concepto de la medicina humanista. Consiguieron que la relación médico-paciente se fuera haciendo cada vez más cercana. En particular, Teodoro fue muy querido en los medios intelectual y político, donde tuvo una gran cantidad de pacientes. El beneficio de su consulta, y esto se extiende a la de sus hermanos, fue que traspasó la frontera de la receta. Ejerció, en amplio sentido, la literatura acompañada de medicamentos. Para mí, también como médico, fue una pena que se retirara tan temprano de la academia, pero es muy explicable por la cantidad de personas que buscaban, ya desde entonces, ser atendidas por él precisamente. Respecto de su participación y pertenencia a la comunidad judía, lo que visto y sé es que Teodoro, Eduardo y Fernando fueron y son muy apreciados”.

A su muerte, Carlos Monsiváis, amigo cercano del doctor Césarman, dijo para La Jornada:”Una situación de las muchas que describen la trayectoria de Teodoro Césarman es el agradecimiento que siempre lo rodeó, la gratitud de sus pacientes, de sus amigos, de sus familiares. Teodoro fue esencialmente generoso y se preocupó amistosa y médicamente de sus pacientes, y se ocupó de los asuntos de la ciudad o de la política con la perspectiva humanista que jamás lo abandonó. Institución de la ciudad, de la amistad, de la cardiología, Teodoro es en mi memoria uno de los amigos por así decirlo clásicos: era cálido y generoso en la conversación y puntual en la ayuda. Descanse en paz”.

Octavio Paz, le dedica su poema Amanecemos Piedras:

Nada sino la luz. No hay nada
sino la luz contra la luz.

La tierra:
palma de una mano de piedra.

El agua callada
en su tumba calcárea.

El agua encarcelada,
húmeda lengua humilde
que no dice nada.

Los restos de Teódoro Césarman descansan en paz en el Panteón Israelíta.

Fuentes:
Diario Reforma
La Jornada:
http://www.jornada.unam.mx/1997/09/10/teodoro.html

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