Pollard será puesto en libertad el viernes 20.11. Así lo ha decidido la comisión de indultos!”. Con este tuit en hebreo, la ministra de Justicia de Israel Ayelet Shaked ponía fin este martes a 30 años entre rejas en Carolina del Norte del espía estadounidense-israelí Jonathan Pollard (60).
La defensa legal del que fuera analista civil estadounidense de la Navy -detenido en 1985 y condenado a cadena perpetua por espiar a favor de Israel- ha revelado la noticia esperada hace mucho tiempo por el liderazgo israelí. La fecha prevista para su liberación era el 21 de noviembre pero al coincidir con la jornada de Shabat, se ha adelantado un día.
A la gran pregunta sobre si Pollard viajará a Israel, sus abogados Elliot Lauer y Jacques Semmelman han señalado que una de las condiciones de su puesta en libertad es la permanencia en Estados Unidos durante los próximos cinco años. Pese a ello, el presidente norteamericano, Barack Obama, tiene la potestad de reducir este plazo.
Tanto el Gobierno israelí como el estadounidense niegan que su liberación tenga que ver con la “compensación” que Washington ofrece a Israel por el polémico acuerdo con Irán sobre su plan nuclear iraní. Una conexión que ha negado rotundamente este martes el jefe de la diplomacia, John Kerry.
“30 años de sufrimiento tocan a su fin en noviembre. Pollard no será liberado por el destructivo acuerdo con Irán sino porque ha cumplido con lo que le impuso la justicia”, aclara una eufórica Shaked.
La ex esposa, Anne Pollard aún no se lo cree: “Es un milagro. No tengo palabras para describir lo que siento. Espero que sea verdad”.
El 21 de noviembre de 1985 pasará a la historia como una de las fechas más dramáticas en las estrechas relaciones entre Estados Unidos y su gran aliado en Oriente Próximo. Ese día, el FBI detuvo a Pollard cuando intentaba encontrar refugio en la Embajada israelí en Washington. Le acusaban de proporcionar material confidencial sobre actividades estadounidenses en los países árabes a la agencia especializada en cooperación científica de la Inteligencia israelí (LAKAM). El hombre que se ofreció a la Inteligencia israelí, recabó y pasó miles de documentos entre 1984 y 1985.
Su espionaje, detención y posterior condena a cadena perpetua en 1987 provocaron un escándalo internacional y un grave deterioro en las relaciones entre los dos países. Un deterioro que se vive ahora de forma notable y pública entre Obama y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu debido básicamente al acuerdo entre las potencias e Irán.
Empleado como agente
Doce años después de su detención, el Gobierno israelí reconoció oficialmente que empleó a Pollard como agente aunque aclaró que la información entregada no tenía como objetivo dañar la seguridad, espías e intereses de EEUU en la zona.
En la última década, las peticiones de indulto de los sucesivos Gobiernos israelíes a la Casa Blanca se hicieron cada vez más sonoras. No sólo en los despachos sino en el atril de la Knésset (Parlamento). La CIA, el FBI y la Marina de EEUU denunciaron que Pollard actuó sólo “por motivos económicos y egoístas” para vender secretos a varios países. No sólo a Israel, recalcaban sobre un ciudadano estadounidense que muchos en su país definieron como “traidor”.
Con el tiempo, Jonathan se convirtió en Yonatán a los ojos de la mayoría de israelíes. El error de juicio o incómoda piedra en las relaciones con el principal aliado de Israel en el mundo pasó a ser un símbolo envejecido y enfermo que sufre entre rejas más tiempo que ningún otro espía en suelo estadounidense.
En unas semanas, Pollard cumplirá 61 años. Será su último aniversario en la cárcel federal de Carolina del Norte. Fuera del recinto, le esperará su fiel esposa Esther.
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