Katrin Himmler: “Himmler no estaba dividido como Jekyll y Hyde”

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No sé si Katrin Himmler lleva a gala o no su apellido. Desde luego, es de los que marcan en el pasado, en el presente y en el futuro. No sé si lo lleva a gala porque sus esfuerzos por investigar las implicaciones de sus familiares en el Holocausto se han convertido en uno de sus desvelos, profesionales y personales, y también en una especie de tortura mediática. Purga la culpa de toda su estirpe en la Historia reciente de Alemania y Europa con una integridad intelectual encomiable. Pero, por momentos, también se siente molesta porque las entrevistas le resultan demasiado personales. Claro, lo entiendo, pero ¿de qué le vamos a preguntar? Confiesa en algún momento de nuestra conversación que «podría dar declaraciones todos los días, de la mañana a la noche». Sí, el peso pesadísimo del apellido Himmler.

¿Qué nuevos datos aporta este libro de correspondencia entre Himmler y su esposa?

Lo que encontramos no es sensacionalista. Sin embargo, clarifica más sobre la persona y el personaje de Heinrich Himmler. Por ejemplo, una cosa importante que descubrimos es que, a principios de la década de 1920, era mucho más importante para el partido nazi de lo que los historiadores pensaban con anterioridad. Se creía que antes de 1933 no era un personaje demasiado relevante, pero eso no es verdad. Ya era muy cercano a Hitler y estaba organizando cosas importantes dentro del partido. Lo principal, diríamos, es que fue muy consciente durante toda su vida de lo que pensaba. Estaba muy convencido de su ideología desde sus primeros años, desde que era estudiante, y luego, siempre siguió fiel a las mismas ideas. Se radicalizó lentamente a lo largo de los años. Pero cada paso de su radicalización hacia el Holocausto fue algo lógico. Para él, era muy necesario hacerlo.


¿Se conocía la existencia de esta correspondencia antes de la actual publicación?

Se sabía desde la década de 1980 que había documentos privados y los archivos federales alemanes estaban comprobando si tales papeles eran auténticos. El hombre que los guardó durante mucho tiempo en su casa los reclamó a los archivos a lo largo de la investigación porque quería venderlos, pero por un precio muy elevado, y nadie quería pagarlo. En un extenso informe se ratificó que eran auténticos, que encajaban perfectamente con los otros documentos que ya se tenía en los archivos.

¿Cree que todavía pueden aparecer más papeles que abran nuevas vías de investigación?

Son solamente detalles lo que puede descubrirse. Aunque todavía faltan bastantes documentos por localizar. Por ejemplo, las cartas de Heinrich Himmler, la parte más importante de estos documentos, no son las originales. Nadie sabe dónde están los originales o si fueron destruidos. Faltan muchas de las cartas –o no están completas– de la década de 1930. Y, naturalmente, siguen faltando todas las cartas entre Heinrich Himmler y su amante, Hedwig Potthast. No sabemos si alguien en el mundo las guarda o no. Y quizás alguien las ofrezca durante los próximos años, como sucedió con otros documentos. Por ejemplo, hace diez años, el diario de Marga Himmler fue ofrecido al Holocaust Memorial Museum de Washington. Las cosas ocurren así, nadie sabe qué aparecerá, ni cuándo ni cómo.

¿Y esos detalles pueden destapar aspectos más crueles y sórdidos que los ya conocidos sobre el Holocausto y sus protagonistas?

Por supuesto, nunca puedes terminar y nunca puedes contar todas las historias horribles. Creo que la narración fundamental se ha contado y se ha investigado y se ha explicado muy pormenorizadamente, pero lo que han publicado los científicos estos últimos años son más detalles. Por ejemplo, todas las investigaciones sobre los responsables siempre se han centrado al principio en los protagonistas, y luego, en los años siguientes, los historiadores han estudiado los niveles inferiores de responsabilidad. Eso ayuda a entender cada vez más cómo podía funcionar esta maquinaria. Sólo se puede entender cuando se sabe que miles de personas participaron en el sistema activamente. Los historiadores calculan que unos 500.000 alemanes estuvieron implicados directa o indirectamente en el Holocausto. Es una cifra increíble de personas. Y todas tenían familia y no hablaban de ello. Y es posible imaginar lo que significó este legado para las siguientes generaciones. Hay mucha culpa dentro de algunas familias.

La mujer de Himmler, Marga, es la otra protagonista de este libro. Cuéntenos de ella.

Podemos ver muy bien que el papel de la mujer era más importante en el Tercer Reich de lo que se pensaba hasta hoy. El problema es que, políticamente, las mujeres no tenían ninguna influencia importante, pero sin embargo estaban igual de convencidas ideológicamente que los hombres. Vemos aquí que Marga era tan radical como su marido desde el principio, cuando se conocieron en 1927, y que era tan antisemita y nacionalista como él, y odiaba y despreciaba a tanta gente como él. No tenía ninguna razón para sentirse superior a otras personas, pero se sentía así. Esta era la base que tenían en común, y durante los años siguientes se radicalizaron cada vez más. Una de las causas por las cuales Himmler nunca le hablaba a ella del Holocausto es porque no era necesario para él, ya que sabía que compartían la misma opinión.

¿También compartían el mismo nivel de culpa?

No, por supuesto. Su papel es menos importante, y su responsabilidad no es comparable con la de Heinrich Himmler. Sigue habiendo una gran diferencia entre cometer crímenes y pensar de una forma criminal. Es muy difícil, no se puede comparar. Creo que lo que sí deberíamos reconsiderar es lo importante que resulta el papel no sólo de las mujeres, sino de otros grupos de la sociedad a la hora de apoyar a los responsables del Reich. Había mucha gente que les apoyaba –especialmente sus esposas– en los crímenes de masa y de odio, y de muchas maneras diferentes: no sólo porque se ocupaban de los hijos y de los maridos cuando volvían de cometer los crímenes, sino también porque bastantes mujeres, durante la guerra, trabajaban en la fabricación de armas. Y muchas mujeres trabajaban en la Administración, escribiendo a máquina, por ejemplo, las cartas para las deportaciones de los judíos. Había muchas formas de trabajar para apoyar el sistema, y las mujeres también desempeñaron su papel en ello. Creo que el sistema sólo podía funcionar perfectamente porque las responsabilidades se repartieron.

Y dentro ya de los miembros del Reich, ¿se pueden establecer niveles de responsabilidad?

En general, nunca se puede decir que un ser humano es absolutamente bueno o malo. Eso no es realista. Si se observa la procedencia de los miembros del Tercer Reich, tenían mucha formación, tenían estudios, tenían doctorados. Tenían todos los requisitos para ser buenos cristianos, tolerantes, para ayudar a otras personas, a personas más débiles; pero fueron lo contrario.

Da gran importancia a la familia, a llevar un apellido y no otro; en su caso, el de Himmler. Usted, hace unos años, publicó «Los hermanos Himmler», un libro en el que lo contaba todo.

Sí, claro. Creo que muchos alemanes sienten esa responsabilidad, y existen muchas formas de mostrarla. No quiere decir que tengas que publicar un libro o investigar el pasado y a tu familia. El hacerlo puede ayudar, hace que las cosas sean más fáciles, pero no es la única vía. Hay muchas personas, hoy, muy comprometidas en la lucha contra el racismo, contra los grupos de extrema derecha y contra la violencia que generan. Muchas de ellas entienden que la forma de mostrar responsabilidad por la Historia en Alemania es comprometiéndose de esa manera, pero eso no significa que deban centrarse en el pasado. Creo que se trata más de qué podemos aprender del pasado y de cómo podemos comprometernos para evitar que se repita.

¿Esperaba la recepción y trascendencia de los libros que ha publicado sobre la familia Himmler?

No hay ningún otro dirigente nazi del que tengamos tantos documentos personales; como estas conversaciones, como estas cartas con su mujer a lo largo de los años. Es una conversación muy larga, y es algo que no encontramos muy a menudo. Pero, por supuesto, muchas personas están muy disgustadas por algunos detalles de estos documentos, por las banalidades que intercambian, y creen que no hay nada interesante en ellos. Parece que es así a primera vista, pero luego, si lo miras otra vez y lo entiendes mejor, ves que el contenido de esas cartas es muy interesante e importante, aunque no resulte sensacionalista. Lo que resulta llamativo son los detalles.

¿Como cuáles?

Lo que fue más importante para nosotros, por ejemplo, fue ver que Himmler no estaba dividido en dos personalidades, como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Era una sola persona. No era, por una parte, un monstruo y un asesino en masa y, por otra parte, un buen padre. También era un padre muy estricto y muy duro en su educación, que castigaba a los niños. Todo eso pertenece a la misma ideología y a la misma teoría sobre cómo tratar a las personas.

Aunque antes afirmaba que se puede y se debe aprender del pasado, ¿no cree que hay similitudes entre la Europa de aquellos años y la de ahora?

Creo que siempre es muy difícil comparar dos épocas. La Historia siempre cambia y nunca se repite. Pero, por supuesto, hay paralelismos con la situación actual. La crisis económica, que fue una de las principales causas de los acontecimientos en Alemania, se fue radicalizando. No obstante, hay diferencias. Por ejemplo, si observamos la aparición de los partidos y de los movimientos de extrema derecha en Europa hoy, o la fortaleza del racismo que se puede ver en los últimos años, cada vez más fuerte. Todo eso tiene más que ver con una nueva forma de racismo en la que tratamos de defender lo que tenemos frente a los que vienen de los países pobres a compartir nuestros avances, y que también quieren una vida mejor, como la nuestra. Es el derecho de cualquier ser humano, pero no estamos dispuestos a compartirlo con ellos. En aquella época, Alemania era muy chauvinista y estaba muy convencida de ser una raza superior y de tener el derecho de desempeñar un papel más importante en el mundo.

Usted vive ahora en Berlín. Es una ciudad plagada de memoria histórica en cada esquina.

Creo que hay mucha conmemoración. Hemos trabajando para recordar a los judíos asesinados. Sabemos mucho sobre la Historia escrita. Cada pueblo pequeño y cada localidad pequeña recuerdan a los habitantes judíos, reconstruyen sus vidas y tratan de averiguar por qué vinieron a Alemania. Se pueden ver documentales todos los días en la televisión; esta es la parte oficial. Sin embargo, los jóvenes no pueden identificarse normalmente con estos programas educativos o conmemorativos. Es algo relacionado con el problema básico de que en las familias la gente sólo está empezando a hablar de ello muy poco a poco. Hay muchas generaciones en las que ha sido imposible hablar sinceramente de lo que ocurrió dentro de las familias y sobre las respuestas adecuadas a la pregunta de si se participó o no. Sólo es la tercera o la cuarta generación la que puede empezar a preguntar. Todavía no existe una conexión entre la Historia oficial, la conmemoración oficial y esta parte privada de la Historia. Queda un largo camino y aún no hemos aprendido realmente de la Historia.

No hablemos siempre del pasado. ¿Qué opina del conflicto judío-palestino, usted, que está casada con un judío?

De eso no voy a hablar. Es muy problemático. Nunca hablo de ello. Me gustaría que se mencionase que no quiero hablar de ello. Con mi apellido prefiero no hablar de ello.

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