¿Quiere escapar de la enfermedad de Alzheimer?, corra por su vida y ejercítese

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Hacer ejercicio ralentiza el envejecimiento del cerebro y puede reducir los riesgos de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias a alrededor de la mitad.

Hay una creciente cantidad de evidencia médica de que el ejercicio ralentiza el envejecimiento del cerebro y puede reducir el riesgo de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias a alrededor de la mitad, de acuerdo al Prof. Nir Giladi, jefe de neurología del Centro Médico Sourasky de Tel Aviv.

Dijo él el martes en una conferencia internacional en la Universidad de Tel Aviv sobre los efectos del ejercicio en la salud, especialmente en el cerebro, que la forma sedentaria de la vida moderna reduce la cantidad de movimiento del cuerpo. Los estudios epidemiológicos y físicos a largo plazo muestran que el ejercicio puede mejorar la memoria, la concentración y los estados de ánimo y minimizar el dolor así como también reducir el riesgo de daño cognitivo, derrame, enfermedad de Parkison y depresión.


La conexión entre el ejercicio y la función del cerebro se dio a conocer por primera vez en estudios animales hace dos décadas, dijo Giladi. Los cerebros de las ratas que corrían en una rueda por tres meses cada vez tenían muchas más neuronas y sinapsis a través de las cuales se conectan las señales eléctricas. El ejercicio causa que estas se multipliquen, dijo Giladi.

“Estos descubrimientos explotaron en la cara de la creencia de que sobre la edad de 30 años, las neuronas declinan irreversiblemente. Hoy sabemos que el cerebro adulto tiene muchas células madres que cuando son estimuladas pueden diferenciarse y convertirse en neuronas maduras que saben cómo crear sinapsis”. El neurólogo añadió que por alguna razón desconocida, el mejor potencial para la diferenciación existe en las regiones del cerebro responsables por la memoria.

El ejercicio promueve la secreción de factores tróficos –incluyendo el factor neurotrófico derivado del cerebro que estimula el crecimiento de células madres que se transforman en células nerviosas adultas, añadió él. Estos factores activan a los genes responsables del desarrollo de las células madres en el hipocampo y otras regiones cerebrales involucradas en la memoria, el almacenamiento y el procesamiento de datos. Ellos están disponibles en grandes cantidades durante los primeros años de un bebé cuando el cerebro se desarrolla a un paso rápido, pero las cantidades disminuyen durante la adolescencia y el envejecimiento.

Entre más grande la cantidad, el cerebro desarrolla y tiene más células nerviosas, especialmente en el hipocampo, dijo él. Ejercitar los músculos activa los genes únicos que estimulan las células musculares y aparentemente a otras para crear proteínas que incrementan la síntesis de factores tróficos. “Esta es la razón porque aquellos que se ejercitan regularmente lucen y tienen una función cerebral más joven –y sus células están más protegidas de enfermedades, traumas y el envejecimiento natural”.

Giladi dijo que lo mejor era el ejercicio aeróbico (causando que el corazón y los pulmones se esfuercen ellos mismos) junto con ejercicio no-aeróbico (fortaleciendo los músculos del esqueleto) por lo menos tres veces a la semana. Incluso si usted hace ejercicio recién como adulto y la declinación cognitiva ha empezado, su actividad física ralentizará la tasa de declinación.

Un estudio del 2011 publicado en la revista PNAS utilizando resonancia magnética para ver el efecto del ejercicio regular en el cerebro mostró que los cerebros de personas saludables de 75 años que realizaban actividad física al menos tres veces por semana declinaron más lentamente en las regiones de la memoria, la concentración, planificación, iniciativa y manejo de capacidades.

La misma cosa fue notada en estudios de adolescentes, dijo Giladi. El ejercicio influencia las células cerebrales en decidir qué genes funcionarán y contribuirán a esto y cuáles serán neutralizados. Esto es, por lo tanto, epigenética, en la cual el medio ambiente realmente afecta a los genes, dijo el neurólogo.

El ejercicio también incrementa el suministro de sangre a los órganos, incluyendo el cerebro, continuó él, y estimula el crecimiento de vasos sanguíneos alternos que se hacen cargo de las funciones de los vasos sanguíneos obstruidos.

Él lamentó el hecho de que muchos israelíes no se ejercitan regularmente. Un promedio de 150 a 300 minutos por semana –mitad aeróbico y mitad no-aeróbico –puede mejorar las capacidades del cerebro y protegerlo de enfermedades, concluyo Giladi.

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