AMLO rumbo al 18

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Andrés Manuel López Obrador se destapa para las elecciones presidenciales de 2018.

¿Será candidato a la presidencia?, le pregunté. “Sí, voy a ser candidato, lo estoy diciendo por primera vez aunque no me siento insustituible, no creo en el necesariato, pero creo que todavía puedo…”, me dijo en la entrevista publicada aquí el martes 28, que Ciro Gómez Leyva en la cabeza de su columna del miércoles califica como una pequeña joya (¿por qué pequeña?, pregunto modestamente), y agrega: “…habrá que repasar la entrevista después de las elecciones de junio… muy buena entrevista y mejor documento. Una pequeña joya”, repite al terminar. Gracias Ciro, Pablo Hiriart, Félix Cortés Camarillo, Luis Pablo Beauregard, José Ureña y más amigos generosos.

Le estalló la carcajada a López Obrador cuando le aplaudí el monólogo dividido después en párrafos para facilitar su lectura. Estoy convencido de que las mejores entrevistas son aquellas en que el periodista habla lo menos posible. Quien debe hablar es el entrevistado. En esta no dije casi nada más que hola y adiós.


Transcribo: “Les molesta mucho a los adversarios cuando digo que la tercera es la vencida. Obviamente quisieran que ya me jubilara, que ya estoy chocheando, que estoy enfermo, que ya me vaya. Pero entiendo bien. Tengo una responsabilidad. Ya lo he pensado. Después del 2012, pensé muy seriamente. Pero hay una cosa que me molesta bastante: el que crean que estoy obcecado de poder me afecta.

Porque no lucho por eso, lucho por ideales, lucho por principios. Lucho porque considero que debemos transformar a México. No por un cargo, aunque se trate del cargo más importante del país. Lucho para hacer historia y lo importante es que podamos llevar a cabo la cuarta transformación.

Después del 2012 era como para quemar las naves, decirles váyanse para no decir una majadería, para decirlo muy suave, váyanse al carajo.

Me siento seguro, con capacidad suficiente para sacar al país del atolladero en que lo han metido. Eso es lo más importante, tengo la fórmula: acabar con la corrupción. Porque ese es el principal problema de México.

La corrupción. Nada daña más a este país que la deshonestidad de los gobernantes. Esa es la causa principal de la desigualdad social, económica.

Cuando se hacen las encuestas aparece ahora en primer lugar la falta de empleos como problema de México. La gente contesta no hay trabajo y es cierto, hay millones de mexicanos desempleados.

En segundo lugar aparece la inseguridad y también la violencia como otro problema. Luego la pobreza, la falta de acceso a la educación, pero todo eso se deriva de la corrupción. Estoy completamente convencido que si terminamos con la corrupción vamos a lograr el florecimiento, el renacimiento de México.

Está demostrado que en países en que no hay corrupción, no hay pobreza. No en todo el mundo hay corrupción.

En Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia no hay corrupción y no hay pobreza. Es más parejo, hay más igualdad, hay una clase media fuerte. Aquí es una monstruosa desigualdad la que tenemos. Hasta arriba, en la punta, muy pocos que lo tienen todo. Y la mayoría de ellos han amasado esas grandes fortunas al amparo de y mediante la corrupción.

Hay que aclarar: no estoy en contra de empresarios ni de comerciantes, ni de quien con esfuerzo y trabajo logra un patrimonio. Ellos merecen respeto. El que invierte y genera empleos.

Ese es el problema de México. Por eso no puede haber tranquilidad, paz social. A eso se debe la violencia de México. Entonces, sí erradicamos la corrupción vamos a poder sacar adelante al país.

Yo calculo que se roban, entre traficantes de influencias y políticos corruptos, como 500 mil millones cada año. 500 mil millones de pesos. Medio billón de pesos, es el robo más grande, pero por mucho, que se comete en México.

Los robos de banco no son la mina de oro. No son nada en comparación con lo que se roban políticos corruptos y traficantes de influencias disfrazados de hombres de negocios. Entonces, si ponemos orden en eso vamos a tener dinero para financiar al desarrollo. No va a haber necesidad de aumentar impuestos ni endeudar al país.

Con la mitad de lo que se roban habría dinero para rescatar el campo, fijar precios de garantía, llevar a cabo un plan parecido al que realizó Franklin D. Roosevelt después de la crisis del 29 en Estados Unidos, cuando puso a trabajar a los estadounidenses.

Yo haría lo mismo. Iremos casa por casa inscribiendo a los jóvenes, incorporando al joven al trabajo, al estudio.

En EU en ese entonces se decidió que iba a haber empleo, trabajo para todos. Se puede eso aquí. Sí acabamos con la corrupción”.

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