Argentinos al Islam

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Cada vez más compatriotas eligen convertirse al islamismo, siguiendo un fenómeno originado por la curiosidad que despertó el mundo musulmán en los últimos tiempos

Alejandra Blanco, de 38 años, era hasta hace poco una católica no muy convencida, que pensaba que los musulmanes eran unos locos que habían volado las Torres Gemelas en Nueva York. Hoy apoya su frente sobre un pedazo de arcilla cinco veces al día para rezar orientada hacia La Meca, se cubre de pies a cabeza y considera a esos terroristas sus hermanos.

Alejandra es argentina y una de las caras de un fenómeno poco conocido: el islam, generalmente vinculado con cuestiones negativas como el fanatismo, el terrorismo o el maltrato a las mujeres, logró captar los corazones de mucha gente en Occidente en la última década. A pesar de su fuerte tradición católica y de los obstáculos que un musulmán puede encontrar en un país no islámico para practicar su religión, la Argentina no quedó fuera de este fenómeno.


“Sólo en la Capital hay dos conversiones por semana”, dice el sheij Mohsen Ali, director de la Casa para la Difusión del Islam. Rodeado de cuadros del ayatollah Khomeini y de Najaf, la ciudad santa de los musulmanes chiitas en Irak, Mohsen Ali dice que las conversiones han ido en aumento desde hace diez años y especialmente desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Aunque en la Argentina no hay registros del número de conversos, así como tampoco del número de musulmanes, que varía entre 100.000 y 800.000 según la fuente, sólo en la mezquita Al Tauhid, una de las tres de Buenos Aires, hubo alrededor de 40 conversiones el año último, según informa el sheij Abdul Karim Paz, imán del lugar.

Devoción religiosa

En la mezquita Al Tauhid, en Floresta, se preparan para la súplica de los jueves, que empieza alrededor de las 20.30 y da comienzo al fin de semana de los musulmanes. Alejandra, que adoptó el nombre islámico Alia, llega un rato antes de la fábrica donde trabaja como analista de sistemas. A pesar del calor, un pañuelo cubre su cabeza y un saco de hilo, sus brazos. “Conocí el islam gracias al 11 de septiembre”, cuenta. Le interesó tanto el tema que empezó un curso sobre el Corán, libro sagrado de los musulmanes. Dice que con el tiempo descubrió que esos temidos terroristas no eran más que personas con un gran respeto y devoción hacia su religión.

“Hay mucha curiosidad respecto del islam. Han venido personas que vieron la novela El Clon a hacernos preguntas -dice Masuma Assad de Paz, que se encarga de orientar a los que se acercan a la mezquita Al Tauhid solicitando información-. Vienen a aprender árabe o historia, o porque quieren saber qué pasa en Medio Oriente o con los atentados”, explica. Y algunos terminan convirtiéndose en musulmanes.

La gran mayoría de los conversos proviene del catolicismo. Toda la familia de Alejandra es católica y ella fue a un colegio de monjas, el San Francisco de Asís, en Núñez. Pero no estaba de acuerdo con algunos aspectos de su religión. “No me gustaba la rigidez de las monjas -dice-, y me preguntaba: ¿Por qué le tengo que contar mis pecados a un cura? No encontré nada de eso en el islam.”

“El problema son las deficiencias del catolicismo”, coincide Fabiana Gómez, de 31, luego de rezar una de las cinco oraciones del día en la mezquita Rey Fahd, de Palermo. Para Fabiana, que se convirtió hace un año y medio, la gente quiere tener contacto directo con Dios, sin intermediarios.

Omar Abboud, secretario de Cultura y Difusión del Centro Islámico de la República Argentina (CIRA), explica que el islam es una religión que uno puede practicar en forma privada, sin tener ninguna manifestación social. Más en una sociedad no islámica como la argentina. “Cuando te remitís al Creador lo hacés en forma individual, no a través de; el rezo cinco veces por día es privado, y el ayuno del mes de Ramadán y la peregrinación a La Meca, también”, explica Abboud. La conversión misma, que consiste en dar el testimonio de fe o shahadah, por medio de la frase: “Atestiguo que no hay otra divinidad más que Dios y atestiguo que Muhammad (mal llamado Mahoma en español) es el profeta de Dios”, puede consistir en un acto privado, entre Dios y el fiel.

“Ser musulmana no riñe con el catolicismo. Es una continuidad. Yo me convertí porque encontré la excelencia en el islam, no porque encontré defectos en la Iglesia”, dice América Zanotta, de 61 años, que nació en Hurlingham en el seno de una familia católica, fue a un colegio de monjas y recibió la confirmación.

Como la mayoría de los católicos conversos, América considera que el islam es una superación o una versión mejorada del catolicismo, que no se opone, sino que rescata muchas de las creencias cristianas. En el momento de abrazar el islam, para los conversos es fundamental saber que esa religión y la católica tienen un mismo Dios, un mismo origen (que se remonta a Abraham y Moisés), y que Jesús y María ocupan un lugar importante en el Corán. Jesús, como un profeta, y María, como su madre. “Nosotros creemos en la virginidad de María antes y después del parto. Y a todos los milagros de Jesús en los que creen los cristianos agregamos el de haber hablado horas después de haber nacido”, explica Abboud.
Desde la Iglesia Católica, sin embargo, esta idea del islam como una superación del catolicismo no resulta válida

El caso del sheij Abdul Karim Paz es paradigmático. Descendiente de una familia patricia de la Argentina y educado en el exclusivo colegio católico San Martín de Tours, en Barrio Parque, Santiago Bullrich Paz no sólo se convirtió en musulmán, sino que vivió y estudió durante cinco años en Irán, y hoy es imán de una de las tres mezquitas de Buenos Aires. Dice que lo que lo llevó a efectuar ese cambio radical fue la búsqueda de una vida más espiritual, que no consistiese en vivir en un convento apartado de la sociedad. “No quería encerrarme en un monasterio alejado del mundo. El islam me permitió conocerme a mí mismo y poner en práctica un modo de vida más armónico con Dios.”

Nuevos hábitos

Los hábitos que los nuevos musulmanes adoptan no son pocos. Rezar cinco veces por día puede implicar un cambio de rutina importante. “El musulmán de origen tiene cuestiones de observancia que arrastra desde que nació. A veces, para el que adopta el islam, no es tan fácil”, dice Karim Paz.

Aunque muchas conversas cambian su forma de vestirse (no muestran las piernas ni los brazos), no todas se cubren la cabeza. “En la Argentina el pañuelo se usa muy poco. Si te lo ponés, te automarginás”, dice María Encinas, de 31, que se convirtió hace ocho años.

El de la familia Greve es uno de los pocos casos en que una familia entera (Jorge, de 48 años; su esposa, Magalí, de 40, y sus hijos Juan, de 13; Fernando, de 11, y Erika, de 8), se convirtió al islam. Erika y Fernando dicen que en el último mes de Ramadán ayunaron durante un día, “para ir practicando”, y Juan, el mayor, anuncia orgulloso que este año tiene que empezar a cumplir con el ayuno.

La familia Solano es otra que se convirtió entera. Un feriado de hace seis años, a Marta le llamó la atención el minarete de una mezquita mientras caminaba por la avenida Juan de Garay. Marta tiene 40 años, vive en el barrio de Boedo y hace ropa de cuero. “Por pura curiosidad entré en el edificio y hablé con el imán de la mezquita. Le hice algunas preguntas y él me dio material de lectura. En poco tiempo devoré todo ese material, que me encantó. Volví a la mezquita Al Ahmad al otro día y antes de que pasara un mes, me convertí.” A Marta la siguieron su marido, Juan José, de 47 años, y sus hijos Pablo y Andrés, de 12 y 9. Laila, de 11 meses, nació musulmana.

Texto: Dolores Tereso

Viajar a Oriente, el deseo de todos
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Los conversos sienten una atracción especial por Oriente y por los países islámicos. Cuando Arístides Delacour, profesor de karate de 59 años, se convirtió en musulmán, quiso hacerlo en serio. Por eso decidió pasar 40 días estudiando en una madrassa en Paquistán. Las madrassas, cuenta, son escuelas en las que se estudia el Corán y se hace una vida monacal. “Quería conocer a los ortodoxos del islam, zambullirme en el extremo.” Dice que el viaje le sirvió para conocer a los fundamentalistas: “Como Muhammad dijo copiadme, ellos comen con tres dedos, en lugar de usar los cubiertos de los que disponemos hoy día”, ilustra irónicamente.

La Iglesia Católica

Para los católicos que se convierten en musulmanes, el islam es una superación de su antigua religión, que no se opone, sino que rescata muchas de sus creencias cristianas. Luego de convertirse -argumentan-, siguen creyendo en Jesús y en la Virgen María, ambos presentes en el Corán, libro sagrado del islam.

Desde la Iglesia Católica, sin embargo, sostienen que el islam no puede ser una instancia superadora del cristianismo dado que los musulmanes niegan la divinidad de Cristo y creen que la revelación más perfecta la recibió el profeta Muhammad de Dios.”Para los cristianos, con Jesús se alcanza la plenitud de la revelación”, dice el padre Francesco Ballarini, secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la Argentina.

“Con Jesús se ha revelado completamente el plan de Dios. Por lo tanto, no hay que esperar una nueva revelación después de la suya”, agrega el padre Ballarini, que mantiene un diálogo constante con la comunidad musulmana del país.

El representante de la Iglesia sostiene que la diferencia fundamental entre el islam y el cristianismo es la visión que ambas religiones tienen de Dios. “Para los cristianos, Dios es trinitario: es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Para el islam, esto no existe. No reconocen a Jesús como hijo de Dios, sino como a un gran profeta.”

Las diferencias también alcanzan la idea que cada religión tiene de la Virgen María. “Nosotros no hablamos sólo de su virginidad, sino de la Inmaculada Concepción de María. Creemos que desde la concepción nació sin pecado original. Esto no quita que ellos tengan una veneración hacia María y respeto hacia Jesús.”

Defensores en el mundo

Los nuevos musulmanes pasan a ser defensores del islam, y coinciden en defender a los palestinos frente al sionismo israelí y en criticar la política exterior de Estados Unidos en Medio Oriente.

“Los hechos por los cuales son conocidos los musulmanes en el mundo no son los mejores: el cine de Hollywood, el 11 de septiembre y el conflicto árabe-israelí”, enumera Omar Abboud. Y se queja de la gente que habla de los musulmanes por un grupo fundamentalista como el de los talibanes. “¿Vos te imaginás si yo quisiese presentar al cristianismo desde los amish?”, pregunta.

Para Alejandra Blanco, “el problema es que los musulmanes están sentados en un pozo de petróleo”. Y Arístides Delacour dice que la gente confunde costumbres “como la mutilación genital femenina, que es una costumbre tribal de ciertos países, no una tradición islámica”.

Fuente:http://www.islamhoy.org/principal/Latinoamerica/argentina/informe.htm

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