Atuendo femenino en Egipto, termómetro de cambios políticos y culturales

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Al igual que en muchos otros países árabes, en Egipto la vestimenta de su población femenina es una referencia bastante clara para determinar hacia dónde se mueve su sociedad en la cuestión de separación de religión y Estado, lo mismo que para calibrar la fuerza de las distintas ideologías políticas, culturales y religiosas, que pretenden imponer su tono a las mayorías. En Egipto, durante las décadas de los cincuenta y sesenta y bajo la influencia de un régimen gubernamental con pretensiones de implantar el modelo del “socialismo árabe” cargado de importantes elementos de la modernidad occidental (periodo nasserista), la mayoría de las mujeres egipcias no se cubrían la cabellera ni mucho menos la cara. Figuras célebres como la cantante egipcia Umm Kulthum, nunca aparecieron ante el público bajo ningún velo sin que hubiera por ello reclamo alguno. Sin embargo, en las siguientes décadas el velo islámico comenzó a popularizarse cada vez más, haciendo que algunas de las celebridades femeninas que lo adoptaron declararan su arrepentimiento por su pasado “frívolo”.

Y es que hacia fines de la década de los setenta se abre una época de avances notables en el arrastre que consiguen agrupaciones islamistas diversas, que de alguna manera se ven impulsadas por el éxito de la revolución iraní que derrocó al Sha e impuso oficialmente el modelo de la República Islámica en Irán. El terreno era fértil para tales avances, ya que el modelo del socialismo árabe y las fórmulas de modernidad ensayadas no habían conseguido resolver los más agudos problemas de las grandes mayorías en el mundo árabe, y dentro de él, Egipto. A pesar de ser una organización proscrita, la Hermandad Musulmana activa en ese país pudo difundir y popularizar la narrativa de que sólo el regreso a la más pura tradición musulmana, lograría acabar con los muchos males que aquejaban a su entorno. Y una de las demandas más claras dentro de esa concepción radicaba en el comportamiento y la vestimenta de sus mujeres.

Las variantes en la manera de mostrar recato cubriéndose la cabellera empezaron a volverse cada vez más difundidas. Ya sea mediante el hijab, que cubre sólo el cabello; el niqab, que oculta también la cara, o el jilbab desplegado desde la cabeza hasta el rostro y el pecho, las mujeres se volvieron símbolos vivientes del éxito logrado por el discurso islamista, mientras que quienes permanecieron reacias a adoptar tales cambios pasaron a ser juzgadas cada vez con mayor desaprobación social. El Estado egipcio durante la larga era de Mubarak nunca estableció la obligatoriedad del uso del velo en ninguna de sus modalidades —como sí ocurre en otras naciones árabes y musulmanas—, pero aun así, la práctica creció, dando con ello fe del ascenso de la ideología islamista enarbolada por la Hermandad.


¿Qué ha pasado al respecto a partir del estallido de la Primavera Árabe que derrocó a Mubárak? Puede afirmarse que la convulsión experimentada con el cambio ha puesto de nuevo el tema del atuendo femenino en primera línea. En la confrontación entre los seguidores de la Hermandad Musulmana y sus opositores representados por el actual gobierno de Al-Sisi, la cuestión ha registrado oscilaciones que reflejan el vaivén producido por los abruptos cambios políticos. Recientemente, el periodista egipcio Cherif Choubachy llamó a emprender un “rally” bajo la consigna de “deshacerse del velo”, llamado que fue recibido con hostilidad por las capas conservadoras de la sociedad. Sin embargo, las voces más lúcidas de la comentocracia egipcia han señalado que las mujeres, con o sin velo, deben ser aceptadas y respetadas por igual, ya que es su derecho inalienable el vestirse según su personal decisión, sin coerción alguna para hacerlo de una u otra manera. Ésa sería la expresión más clara de un compromiso serio con la tolerancia a la diversidad y, por ende, de mejores prácticas democráticas.

Acerca de Esther Shabot Askenazi

Licenciada en Sociología egresada de la UNAM (1980), con estudios de maestría en Sociología en la UNAM y con especialización en Estudios Judaicos en la Universidad Iberoamericana. (1982-1985) Fue docente en la ENEP Acatlán, UNAM durante 10 años (1984-1994). Actualmente es profesora en diversas instituciones educativas privadas, judías y no judías.De 1983 a 1986 fue colaboradora semanal del periódico "El Nacional" tratando asuntos del Oriente Medio.Desde 1986 hasta la fecha es editorialista semanal en el periódico Excélsior donde trata asuntos internacionales.Es comentarista sobre asuntos del Medio Oriente en medios de comunicación electrónica.Publicaciones:"Los orígenes del sindicalismo ferrocarrilero". Ediciones El Caballito S.A., México, 1982.En coautoría con Golde Cukier, "Panorama del Medio Oriente Contemporáneo". Editorial Nugali, México, 1988.Formó parte del equipo de investigación y redacción del libro documental "Imágenes de un encuentro. La presencia judía en México en la primera mitad del siglo XX" publicado por la UNAM, Tribuna Israelita y Multibanco Mercantil, México, 1992.Coautora de "Humanismo y cultura judía". Editado por UNAM y Tribuna Israelita. José Gordon, coordinador. México, 1999.Coordinadora editorial de El rostro de la verdad. Testimonios de sobrevivientes del Holocausto en México. Ed. Memoria y Tolerancia, México, 2002.Redactora de la entrada sobre "Antisemitismo en México" en Antisemitism: A Historical Encyclopedia of Prejudice and Persecution". Ed. ABC CLIO, Chicago University, 2005."Presencia judía en Iberoamérica", en El judaísmo en Iberoamérica. Edición de Reyes Mate y Ricardo Forster. EIR 06 Enciclopedia Iberoamericana de Religiones. Editorial Trotta. , Madrid, 2007.Artículos diversos en revistas de circulación nacional e internacional.

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