Canadá y Argentina

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Hay países serios y países de poco fiar, países responsables y países irresponsables. Países a los que la gente quiere ir y países de los que la gente quiere irse. Países fríos de corazón cálido y compasivo y países más o menos cálidos que, visto y considerando sus tendencias autodestructivas, lo dejan a uno frío. Entre los serios está Canadá, entre los países de poco fiar Argentina con sus Maradonas y peronistas de toda laya. En unos la retórica es escasa y la acción eficaz, en otros la retórica abundante e inútil y la acción social torpe cuando no devastadora.

Para muestra un ejemplo: el canadiense Stephen Harper, primer ministro de Canadá, culpa a Hamás de todo lo que ocurre en el país de la leche y la miel, el país de los judíos y-también-de los palestinos-, y no tiene la menor duda de quién y cómo se inició el desastre de la guerra actual; en el otro extremo la inefable presidenta Cristina Fernández, Madame Bótox, culpa a Israel y la hace responsable de lo que ocurra con un sacerdote argentino que da asistencia a la pobre gente de Gaza. El país sudamericano, que no tiene donde caerse muerto y del que los inversores huyen en un goteo incesante por el nivel de corrupción existente y la poco fiabilidad que merece, acaba de abrir una canal de ayuda para asistir a los palestinos ¡cuando no tiene cómo ni sabe de qué modo ayudar a su propia gente!

Canadá no tiene miedo al mundo árabe, y si es preciso pone el dedo en la llaga. Ve en Israel una parte de sí mismo, una democracia liberal aunque imperfecta en la que el pueblo vive y respira con amplitud pese a los innumerables problemas que afronta. La Argentina, en donde Hezbolá, vaya uno a saber con la complicidad de quién, causó la doble destrucción de la embajada de Israel y de la Amia en horrendos atentados aún no resueltos, escogió ya en la época del innombrable Perón aliarse con los nazis, sumarse al Eje que, y en eso momento, ya iba perdiendo la guerra.


Muchos olvidan qué clase de mente maquiavélica y ególatra tenía el marido de Evita. De su mala herencia viven muchos dirigentes políticos argentinos y el país que habitan ha retrocedido del primer mundo al cuarto o quinto, ya que, como Hamás, cree que la culpa siempre la tienen los otros, llámense FMI o Banco Mundial. Me temo que Cristina Fernández, que aún tiene muchos devotos-quizá debería escribir debótox-, pasará a la eternidad como una gestora mediocre que se enriqueció con las malas artes del trapicheo y la seducción, que escogió mal a sus aliados y encadenó a su pueblo a reglas económicas asfixiantes y tiránicas.

En los países serios los jubilados y los ancianos son mimados y cuidados; en los países que no eran de pacotilla pero acabaron siéndolo, unos y otros están abandonados, la educación no existe y la seguridad ciudadana es una quimera. En los países serios se puede planear, más o menos, una vida, en los países regidos por dictadores y mediocres la planean por ti mientras te clavan el supositorio de que lo hacen por tu bien y el de la comunidad. Echan por la boca la espuma del odio y la envidia por los países serios y sus líderes vuelven a su casa a contar las monedas que le han robado al pueblo. Harper no recibe dinero de Israel para apoyarla; Cristina Fernández ¿recibirá, acaso, petrodólares por su postura antisionista? ¿Creerá de verdad que Hamás es un movimiento humanista interesado en el bien de todo el mundo? De negro ya se viste, sólo le falta el burka para ser perfecta en su estilo.

Mario Satz

Acerca de Mario Satz

Poeta, narrador, ensayista y traductor, nació en Coronel Pringles, Buenos Aires, en el seno de una familia de origen hebreo. En 1970 se trasladó a Jerusalén para estudiar Cábala y en 1978 se estableció en Barcelona, donde se licenció en Filología Hispánica. Hoy combina la realización de seminarios sobre Cábala con su profesión de escritor.Incansable viajero, ha recorrido Estados Unidos, buena parte de Sudamérica, Europa e Israel.Publicó su primer libro de poemas, Los cuatro elementos, en la década de los sesenta, obra a la que siguieron Las frutas (1970), Los peces, los pájaros, las flores (1975), Canon de polen (1976) y Sámaras (1981).En 1976 inició la publicación de Planetarium, serie de novelas que por el momento consta de cinco volúmenes: Sol, Luna, Tierra, Marte y Mercurio, intento de obra cosmológica que, a la manera de La divina comedia, capture el espíritu de nuestra época en un vasto friso poético.Sus ensayos más conocidos son El arte de la naturaleza, Umbría lumbre y El ábaco de las especies. Su último libro, Azahar, es una novela-ensayo acerca de la Granada del siglo XIV.Escritor especializado en temas de medio ambiente, ecología y antropología cultural, ofrece artículos en español para revistas y periódicos en España, Sudamérica y América del Norte.Colaborador de DiarioJudio, Integral, Cuerpomente, Más allá y El faro de Vigo, busca ampliar su red de trabajos profesionales. Autor de una veintena de libros e interesado en kábala y religiones comparadas.