Comercio de Paz en Egipto e Israel. Cómo QIZ Podría Salvar al Medio Oriente

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Este año se cumple el décimo aniversario de una asociación económica entre Egipto e Israel que ha bombeado, silenciosamente, miles de millones a la vulnerable economía de El Cairo. El marco de libre comercio conocido como Qualifying Industrial Zones, o QIZ, es uno de los pocos puntos de normalización económica que ha surgido del acuerdo de paz de 1979 entre Israel y Egipto y el posterior acuerdo con Jordania. Dadas las decaídas economías árabes y la inestabilidad regional, el éxito de las QIZ tiene implicaciones mucho más allá de los balances.

Esencialmente, las QIZ son parques industriales a través de los cuales los países participantes – específicamente Egipto y Jordania – pueden exportar mercaderías en el marco del acuerdo de libre comercio entre EE.UU. e Israel. En Egipto hay ahora 15 QIZ y en Jordania 13, que en conjunto representan alrededor de $1 mil millones en exportaciones anuales. Las QIZ difieren de otras zonas de libre comercio en que no son de competencia de un solo país. Más bien, son operados conjuntamente por Israel y Egipto o Jordania, con la supervisión de Washington. Además, sus productos tienen un solo destino: Estados Unidos.

[REUTERS] [Una costurera corta tela con un cortador láser en una fábrica que fabrica y exporta trajes de hombre Valentino en el 10 de Ramadan City, Egipto, 22 de febrero de 2006. Esta fábrica, como muchas otras, está en una Qualified Industrial Zone (QIZ) que fue implementada el año pasado en Egipto y ha ayudado a atraer a más empresas extranjeras de ropa de confección.]
[REUTERS] [Una costurera corta tela con un cortador láser en una fábrica que fabrica y exporta trajes de hombre Valentino en el 10 de Ramadan City, Egipto, 22 de febrero de 2006. Esta fábrica, como muchas otras, está en una Qualified Industrial Zone (QIZ) que fue implementada el año pasado en Egipto y ha ayudado a atraer a más empresas extranjeras de ropa de confección.]
Las QIZ son una idea original de Omar Salah, un empresario jordano – que, como el 70 por ciento de sus compatriotas, es descendiente de palestinos – en busca de capitalizar el optimismo que siguió a los Acuerdos de Oslo de 1993 entre israelíes y palestinos y al acuerdo de paz entre Israel y Jordania del año siguiente. Estaba particularmente interesado en encontrar una manera de aprovechar un acuerdo de libre comercio que Estados Unidos había firmado con Israel ocho años antes.


Rechazado por funcionarios jordanos como “ingenuo”, Salah viajó a Washington para presionar al Departamento de Estado, a la Casa Blanca, y al representante comercial de EE.UU., lo que finalmente despertó el interés del propio gobierno de Salah en Ammán. El acuerdo QIZ fue transformado en ley por el Presidente de EE.UU. Bill Clinton en 1996, y estipula que al menos el 35 por ciento del contenido de los productos exportados por las QIZ a Estados Unidos debe provenir de Jordania, Israel, o de los territorios palestinos, mientras que el resto podría provenir de cualquier parte del mundo (pero canalizado a través de las QIZ). Al menos el 11,7 por ciento del material (más tarde reducido a un 8 por ciento) tenía que ser israelí. Todo el mundo ganó: Jordania tenía ahora comercio libre de impuestos con el mercado de consumo más grande del mundo e Israel había logrado el primer acuerdo económico con alguno de sus vecinos, uno con costos laborales 40-70 por ciento más bajos que los suyos.

Es alentador ser testigo de la promoción de una idea audaz por parte de algún empresario de Medio Oriente: que décadas de enemistades pueden desvanecerse, y que hacer negocios con viejos enemigos, puede incluso valer la pena. Inspirado por ese ejemplo, Egipto hizo lo mismo a finales de 2004 con su propio acuerdo QIZ con Washington, que entró en vigor a principios de 2005. En la década transcurrida desde entonces, El Cairo ha triplicado las exportaciones de textiles a Estados Unidos, y las QIZ egipcias ahora suministran telas para marcas estadounidenses como Gap y Levi Strauss. En total, las QIZ albergan a cerca de 700 empresas, exportan casi $1 mil millones en bienes a Estados Unidos (según cifras del Departamento de Estado), y proporcionan sustento a cerca de 300.000 personas. Aproximadamente la mitad de las exportaciones egipcias a EE.UU. ahora provienen de las QIZ.

El algodón egipcio es famoso por su alta calidad, y los textiles son un pilar de la economía de exportación del país. Aún así, esa economía sigue cojeando por una creciente población, baja liquidez de divisas, aumento de la inflación y una creciente amenaza terrorista que ha frenado el turismo. En respuesta, Egipto ha redoblado el programa QIZ. En febrero, El Cairo anunció planes para duplicar sus exportaciones textiles de las QIZ en el plazo de tres años – algo que parece que hará seriamente – y en mayo proclamó que se encontraban en construcción más zonas industriales y sectores de productos.

En cuanto a Jordania, el reino tiene menos de un décimo de la población de Egipto, y su economía es correspondientemente menor. Al igual que su gran vecino, sin embargo, el reino se enfrenta a desafíos económicos desalentadores, incluyendo recursos naturales escasos, seis por ciento de inflación, y la carga de dar vivienda, alimentación y empleo a alrededor de 600.000 refugiados sirios.

[AMR ABDALLAH DALSH / REUTERS] [Un barco de contenedores cruza la nueva sección del canal de Suez después de la ceremonia de apertura del nuevo canal de Suez, en Ismailia, Egipto, 6 de agosto de 2015.]
[AMR ABDALLAH DALSH / REUTERS] [Un barco de contenedores cruza la nueva sección del canal de Suez después de la ceremonia de apertura del nuevo canal de Suez, en Ismailia, Egipto, 6 de agosto de 2015.]
Para Jordania también, las QIZ han sido una bendición. En la década posterior a la inauguración del programa en 1997, las exportaciones del reino a Estados Unidos se dispararon de $15 millones a $1,2 mil millones. Este éxito llevó al acuerdo de libre comercio jordano-EE.UU. del año 2000, el primero de Washington con un estado árabe. Ese acuerdo ha eclipsado parcialmente al programa QIZ de Jordania, pero todavía se apoya en gran medida en la infraestructura creada por ella. Hoy en día, las QIZ jordanas abastecen marcas desde Walmart, Calvin Klein hasta Victoria´s Secret. Emplean a 43.000 personas, la mayoría de ellas mujeres.

Sin duda, el logro de las QIZ tiene reservas. Los críticos señalan, con exactitud, que una parte importante de la inversión de las zonas no proviene de inversores locales, sino de otros estados árabes y de Asia. Gran parte de los ingresos, dicen, llega a unas pocas grandes empresas. En Jordania, la mayoría de la mano de obra de las QIZ es extranjera, y los grupos de derechos laborales han puesto de relieve los posibles abusos.

La crítica más fuerte proviene de la inmensa mayoría de los egipcios y jordanos que aún se oponen a la normalización de relaciones con Israel. Durante años después del acuerdo QIZ entre Egipto e Israel, por ejemplo, los egipcios se opusieron a unirse a sus vecinos en giras comerciales conjuntas en Estados Unidos. Por extraño que parezca, en 2013, durante la presidencia de corta vida de Mohammed Morsi, de la Hermandad Musulmana, fue que los problemas de liquidez de los egipcios, finalmente, hizo que pidieran a sus homólogos israelíes salir juntos de gira. Esa estrategia de marketing conjunta ha continuado, y a principios de este año, la mayor feria textil de América del Norte celebró una cena de gala en Las Vegas para conmemorar los diez años de las QIZ entre Egipto e Israel. La cooperación bilateral se extiende ahora más allá de las QIZ: Israel firmó recientemente acuerdos preliminares para vender gas natural a Jordania y Egipto.

Estos son pequeños pasos. Sin embargo, en la era de ISIS, la guerra civil en Siria y la agitación sobre el programa nuclear iraní, es alentador ser testigo de algunos empresarios de Medio Oriente promoviendo una idea audaz: que décadas de enemistades pueden desvanecerse, y que hacer negocios con viejos enemigos puede incluso valer la pena.

Traducido por José Blumenfeld

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