De D-os o sea la naturaleza ( Baruj Spinoza).

Por:
- - Visto 626 veces

Para el filósofo sefaradita, se llama bueno o malo a lo que es útil o dañoso en orden a la conservación de nuestro ser, esto es a lo que aumenta o disminuye, favorece o reprime nuestra potencia de obrar. La tristeza (una afección que aplaca) disminuye o reprime la potencia de obrar del hombre – o espíritu-, eso es disminuye o reprime el esfuerzo que el hombre realiza por perseverar en su ser. El esfuerzo – conatus o potencia del espíritu es la esencia de este. Spinoza llama servidumbre a la impotencia humana para gobernar y contener sus afectos, pues el hombre sometido a sus afecciones no es independiente. En la medida en que los hombres están sujetos a pasiones, no pueden decirse que concuerden en naturaleza.

El espíritu está unido al cuerpo. Este no tiene ni de sí mismo, ni de su cuerpo, ni de los cuerpos exteriores un conocimiento adecuado sino sólo confuso y mutilado. En cuanto tiene ideas claras y distintas, ya en cuanto las tiene confusas, se esfuerza por perseverar en su ser con una duración indefinida, y es consciente de ese esfuerzo. Este esfuerzo, cuando se refiere al espíritu se llama voluntad, pero cuando se refiere a la vez al espíritu y al cuerpo, se llama apetito. Entre apetito y deseo no hay diferencia. El deseo es el apetito acompañado de la conciencia. El esfuerzo o potencia del espíritu al pensar es igual, y simultáneo por naturaleza, al esfuerzo o potencia del cuerpo al obrar.

El espíritu, en cuanto que raciocina, no apetece otra cosa que conocer, y no juzga útil nada más que lo que lo lleva al conocimiento. Por consiguiente, sólo sabemos con certeza que es bueno aquello que conduce realmente al conocimiento, y al contrario, que es malo aquello que puede impedir que conozcamos.


La impotencia consiste en el hecho de que el hombre se deje llevar por las cosas exteriores, y resulta determinado por ellas a hacer lo que esas cosas exteriores exigen, pero no lo exige la propia naturaleza. Cuando más nos esforzamos por vivir bajo la guía de la razón, tanto más nos esforzamos en no depender de la esperanza, librarnos del miedo, tener el mayor imperio posible sobre la fortuna y dirigir nuestras acciones conforme al seguro consejo de la razón. Y el que no es movido ni por la razón ni por la conmiseración a ayudar a los otros merece el nombre de inhumano.

Todo esfuerzo que realizamos según la razón no es otra cosa que conocimiento – intelligere-, y el espíritu, en la medida que usa la razón no juzga útil más que lo que lo lleva al conocimiento.

La razón no exige nada que sea contrario a la naturaleza, exige, por consiguiente, que cada cual se ame a sí mismo y que apetezca todo aquello que conduce realmente al hombre a una perfección mayor. Cuanto más se esfuerza cada cual en buscar su utilidad, esto es, en conservar su ser, y cuanto más lo consigue, tanto más dotado de virtud está; y al contrario, en tanto que descuida la conservación de su utilidad- esto es de su ser, en esa medida es impotente. El deseo de vivir felizmente, o sea de vivir y obrar bien, es la esencia del hombre, es decir el deseo de conservar su ser. El esfuerzo por conservarse es el primero y único fundamento de la virtud. Actuar según la virtud no es, en nosotros, otra cosa que obrar, vivir o conservar el ser bajo la guía de la razón y poniendo como fundamento la búsqueda de la propia utilidad.

Baruj Spinoza describe a d-os como un ser absolutamente infinito, esto es, una substancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita. La existencia de una substancia es, como su esencia, una verdad eterna. Por sustancia entiende aquello que es en sí y se concibe por sí, esto es, aquello cuyo concepto, para formarse, no precisa del concepto de otra cosa. Una sustancia no puede ser producida por otra sustancia. En la naturaleza no existe sino una única substancia, y ésta es absolutamente infinita. D-os existe necesariamente. Excepto D-os, no existe ni puede concebirse substancia alguna. Todas las cosas son y dependen de él. D-os, el entendimiento de d-os y las cosas por él entendidas son todo uno y lo mismo.

El pensamiento, dado que se lo supone atributo de D-os, es necesariamente infinito.

La virtud y el servicio de D-os son ellos mismo la beatitud y la suprema libertad. Por virtud, Spinoza entiende lo mismo que potencial en cuanto a que el hombre tiene la potestad de llevar a cabo ciertas cosas que pueden entenderse a través de las solas leyes de la naturaleza. Así, el potencial del hombre, en cuanto explicada por su esencia actual, es una parte de la infinita potencia, esto es, de la esencia de D-os o de la naturaleza. La esencia del hombre está constituida por ciertos modos de atributos de D-os. El espíritu humano es una parte del entendimiento infinito de D-os y por ende, cuando decimos que el espíritu humano percibe esto o aquello, no decimos otra cosa sino que D-os tiene esta o aquella idea.

El supremo bien del espíritu es el conocimiento de d-os, y su suprema virtud, la de conocer a d-os. Solo en dicha medida puede decirse absolutamente, que se obra según la virtud. Así la virtud absoluta del espíritu es el conocimiento. Ahora bien, lo más alto que el espíritu puede conocer es a d-os. Ese amor a d-os es el supremo bien que podemos apetecer, según el dictamen de la razón. Cuanto más conocemos las cosas singulares, tanto más conocemos a d-os.

El amor intelectual del espíritu hacia d-os es el mismo amor con que d-os se ama a si mismo, no en cuanto que d-os es infinito, sino en la medida en que puede explicarse a través de la esencia del espíritu humano considerada desde la perspectiva de la eternidad. Resulta evidente que nuestro espíritu, en cuanto que conoce, es un modo eterno del pensar, que está determinado por otro modo eterno del pensar, y éste a su vez por otro, y así hasta el infinito, de tal manera que todos ellos juntos constituyen el entendimiento infinito y eterno de d-os.

Un hombre actúa absolutamente en virtud de las leyes de su naturaleza cuando vive bajo la guía de la razón. Nada es más útil al hombre que el hombre. Quiero decir que nada pueden desear los hombres que sea mejor para la conservación de su ser que el concordar todos en todas las cosas, de suerte que todos los espíritus formen un solo espíritu y su cuerpo un solo cuerpo, esforzándose todos a la vez, cuando puedan, en conservar su ser, buscando todos la utilidad común, de donde se sigue que los hombres que se gobiernan por la razón, es decir los hombres que buscan su utilidad bajo la guía de la razón, no apetecen para sí nada que no deseen para los demás hombres, y, por ello, son justos, dignos – fidos- de confianza y honestos. El hombre es un d-os para el hombre.

Acerca de David Malowany

Nací en Montevideo en 1967. Egresé de la Universidad de la República en 1992 con el título de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales.Soy docente universitario en la cátedra de derecho comercial en la Universidad Católica y en la Universidad de la República, en las carreras de contador público y administración de empresas.Desde el 2008 soy columnista de Mensuario Identidad.

Deja tu Comentario

A fin de garantizar un intercambio de opiniones respetuoso e interesante, DiarioJudio.com se reserva el derecho a eliminar todos aquellos comentarios que puedan ser considerados difamatorios, vejatorios, insultantes, injuriantes o contrarios a las leyes a estas condiciones. Los comentarios no reflejan la opinión de DiarioJudio.com, sino la de los internautas, y son ellos los únicos responsables de las opiniones vertidas. No se admitirán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo, discriminatorio por identidad de género o que insulten a las personas por su nacionalidad, sexo, religión, edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.


El tamaño máximo de subida de archivos: 300 MB. Puedes subir: imagen, audio, vídeo, documento, hoja de cálculo, interactivo, texto, archivo, código, otra. Los enlaces a YouTube, Facebook, Twitter y otros servicios insertados en el texto del comentario se incrustarán automáticamente. Suelta el archivo aquí

Artículos Relacionados: