Cuando pensamos en Derechos Humanos, damos por sentado aquellos derechos en los cuales, todos los seres humanos están incluidos; sin embargo, la mayoría de las veces en realidad esos derechos son solo aplicables a un sector de la población, determinada por una mayoría de ciudadanos que constituyen a un Estado o Nación.
Muchas veces se deja de lado a aquellas personas que son minoría entre minorías y que por lo tanto, no son vistos como parte de un porcentaje de seres humanos con los mismos derechos y deberes que cualquier otro; los cuales se encuentran en total estado de indefensión o equiparación para con sus congéneres, dentro de un Estado Social de Derecho.
Esto lo podemos apreciar cada vez que se pretende argumentar en ciertos países, sumamente conservadores para algunas cosas y liberales para otras, temas relacionados con: un estado laico, la identidad de género, diversidad sexual, los métodos anticonceptivos, el aborto terapéutico, la legalización de la marihuana para fines medicinales; en fin, cualquier tema de minorías y que genere escándalo para todos aquellos que se consideren mayoría excluyente, sobre estos puntos de vista tan controversiales.
Porque existen personas que no toleran y menos están dispuestas a generar argumentos válidos, más allá de la dogmática en la que se encuentran sumidas sus opiniones, principalmente tendientes a la descalificación hacia ese tipo de planteamientos y que en lugar de generar un dialogo abierto y constructivo que enriquezca cualquier coyuntura histórico-social, solo reiteran un postulado que constituye un no rotundo, pero amparado muchas veces en aspectos más personales que de otra índole.
Por ello, hoy traigo a colación la trifulca político- religiosa y social en que se ha convertido en Costa Rica, el hecho de la respuesta de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a la Opinión Consultiva que planteo este país, en relación con la identidad de género e igualdad y no discriminación a parejas del mismo sexo en Costa Rica y otros 20 países, donde la CIDH argumentó a favor de este colectivo social, siendo vinculante esta opinión para algunos y para otros no, en el contexto de las próximas elecciones presidenciales.
Aunque un porcentaje de la población no comparta el hecho de la diversidad sexual como forma de vida, lo que también es muy congruente, pero no justifica que a esas personas se les violenten sus derechos y solo se les acoja en cuanto a sus deberes para con el Estado costarricense, ya que aquí los Derechos Humanos de esta minoría, no se estarían respetando, conforme al principio fundamental de igualdad ante la ley que nos rige a todos sin distinción alguna.
(Especial para el Diario Judío.com de México.)
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