Dos mujeres mayores estaban en el Titanic jugando cartas, de repente el barco choca contra un iceberg enorme y el barco comienza a hundirse.
Una de las mujeres empieza a correr y a gritar histéricamente por todo el lugar.
Su amiga le pregunta: “¿Qué te pasa?”
Alterada ella le responde: “¿No lo ves?, ¡el Titanic se hunde!”
“Bueno, ¿qué te importa?”, dijo la otra mujer, “¿acaso el barco es tuyo?”
Esta semana leemos en la Parashá, la lectura de Noé y siempre pensamos que Noé era el único justo de esa generación y por eso se salvó del diluvio, pero sin embargo el diluvio se llama Mey Noaj – las aguas de Noaj – es decir en otras palabras que las aguas fueron por culpa de Noé. Es más, dicen los Jajamim que Noé era el justo de SU generación; por ejemplo, en la generación de Abraham no hubiera podido recibir el título de justo, la pregunta es ¿Por qué? ¿Qué culpa tenía Noé?
La respuesta a esto es que cuando Di–s le avisó a Noé que iba a haber un diluvio muy pronto, él simplemente lo aceptó y construyó el arca, pero no se preocupó por los demás, ni rezó por ellos ni intentó acercar a la gente con amor, simplemente se quedó con su familia en su arca protegido. Es decir, era un Tzadik, un justo, pero para sí mismo y por eso le tocó estar en el arca durante un año y alimentar a los animales. En síntesis, dar sin parar.
En el caso de Abraham Avinu, cuando Di–s le dijo que iba a destruir a Sodoma y Gomorra, él empezó a rezar y a negociar con Di–s por un tiempo más e hizo todo lo posible para salvar a los habitantes de esas poblaciones, aun a sabiendas que nunca los conoció y que eran malvados y pecadores.
En verdad, él entendió que la esencia de cada uno es buena y que cada uno es responsable por los demás.
Igual aconteció con Moshé Rabenu, cuando Di–s le dijo que iba a exterminar a todo el pueblo de Israel por el pecado que habían cometido. Él siempre estuvo ahí para interceder por ellos y decirle que si va a eliminar a su propio pueblo, entonces que también borrara su nombre de Su Libro. ¡Ese es un verdadero líder!
Ese es el mensaje que Di–s le transmite a Moshé en su primer encuentro, en el relato de la zarza ardiente: “¡Quítate tus zapatos!”, indicándole que si quería ser el líder y guía del pueblo de Israel debería quitarse su calzado y sentir las piedras del suelo bajo su pie. Así que cuando viera a la gente desfallecer, él deberías sentir también el dolor de su pueblo. Hay opiniones que comentan que Moshé Rabenu llegó especialmente a reparar el error de Noé, por eso cuando nació, él también estaba en un Arca.
Eso es lo que le dice Di–s a Noé: en ti vi un hombre justo en “aquella generación” – aquella generación en hebreo es Bador Haze, “הזה”esto suma 17, Moshé Rabenu era la generación número 17 desde Noé y Moshé vivió 120 años que eran los años que transcurrieron desde que Noé supo del diluvio hasta que entró al arca.
Esta semana es el aniversario del fallecimiento de Rabino de Berdichev, reconocido defensor del pueblo de Israel. Hay muchas historias sobre él, y una de ellas habla de cómo siempre veía el lado positivo de cada persona, fuera esta quien fuera, él siempre encontraba esa parte buena.
Por ejemplo, se cuenta que una vez tenía con él un billete de 10 dólares de su época y tener esa cantidad en aquel tiempo era toda una fortuna. Pero no quería que lo robasen y es así que puso el billete dentro de un libro de Torá, precisamente en la parte que hacía referencia al mandamiento de “no robarás”. Al día siguiente, encontró el libro en otro lugar y cuando lo abrió no encontró su billete, sino que encontró otro, pero de 5 dólares, puesto en la parte donde reza “ama a tu prójimo como a ti mismo”. En ese momento él exclamó: “¡el ladrón es más justo que yo!, porque yo quería los 10 dólares solo para mí y el ladrón pensó en mí, y me compartió su mitad”.
Nosotros a veces podemos decir que estamos bien, participamos en los rezos, en clases de Torá y estamos bien con Di–s y con todos y no hay problemas, pero nuestro verdadero trabajo en el mundo es dar a los demás. No podemos ser como aquel comandante Pirro, rey de Epiro, que gano en una batalla contra los romanos pero casi todos sus soldados murieron y por eso dijo la frase famosa: “Otra victoria como ésta y volveré solo a casa” no queremos una victoria pírrica, queremos estar en la sinagoga, pero no queremos estar ahí solos.
Vimos la semana pasada que Di–s creó a un hombre llamado Adam y de ahí salimos todos. El trabajo de nosotros es otra vez volver a ser ese Uno y por ello, cuando estamos ayudando y aproximando a los demás a la verdad, estaremos haciendo algo por nosotros mismos y acercando a la vez a aquellas partes que se habían
desunido antes.
Pero cuando uno no está haciendo el bien, afecta a todos, del mismo modo como aquel personaje que está en un barco y comienza a hacer un hueco en su cuarto. Los demás, al darse cuenta, comienzan a gritarle que no haga eso. El responde que es SU cuarto y puede hacer lo que quiera porque es SU cuarto. Es él el que no entiende que al hacer aquello está afectando a todos los demás que se encuentran en el barco.
Por eso tenemos que tratar de acercarnos a todos con amor, mostrarles la luz y el camino correcto, así cuando vemos que una persona ha equivocado su camino, la tenemos que guiar al lugar correcto. Justamente en este Shabat del 25 de octubre, nos juntaremos millones de judíos para cumplir con un Shabat completo, y se espera que por lo menos algún judío lo haga por primera vez en su vida, algo que tal vez nunca había hecho. Esto es una bonita oportunidad de demostrarles a todos el placer que se siente de estar en Shabat.
Pero tengamos en cuenta que esto no solo acontece en Shabat, sino que también cuando disfrutamos el escuchar una clase, una enseñanza de Torá, una canción nueva, entre otras.
También tenemos que atraer a los demás y no dejarlos quedarse en el diluvio allá afuera a merced de todas las tentaciones y asimilaciones, sino que debemos estar al lado ellos en el arca que es la “comunidad”.
Shabat Shalom Umevoraj.
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