El arte y su relación con la política

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Les diré qué es la música clásica para los que no lo sepan. La música clásica es usa música que fue escrita hace mucho, mucho tiempo por un montón de gente que hoy está muerta. Y fue hecha según fórmulas, tal como los cuarenta principales de hoy. Para considerar a una pieza como clásica, debe ajustarse a los criterios académicos que se hallaban vigentes cuando se creó […] Creo que la gente tiene derecho de ser entretenida y divertida. Quizá sea bueno para su salud mental si perciben desviaciones de la norma clásica.
Frank Zappa.

Tal vez el acto más subversivo es el creativo, si está orientado que el receptor pueda encontrar nuevas posibilidades para interpretar y relacionarse con el mundo. En contraste, también puede ser una excelente herramienta para reforzar la dominación de un régimen si, a través de éste, se inculcan valores y visiones que siempre serán, por necesidad, parciales. Por lo tanto es importante conocer las políticas en materia de fomento cultural que ofrecen los candidatos.

Hace unos días me encontré con una imagen que ilustra esta disyuntiva: un granadero escribiendo en rojo “URGE CAMBIO”, con su rifle apoyado en el mismo muro. Al lado de la foto se puede leer también en rojo: “El propósito del arte es liberar al ser humano; el arte es la ciencia de la liberación”. Y abajo, en negro y letras más pequeñas, una frase de López Obrador: “El poder social se construye poniendo en juego tres elementos: la solidaridad, la organización y el conocimiento científico y tecnológico, en proyectos concretos”. Por último en la esquina superior derecha se lee: “Cambio verdadero AMLO 2012”.

La anterior imagen es un excelente ejemplo de cómo los discursos artísticos son usados para ganar el poder. En primer lugar la imagen de que el granadero es amigo del pueblo, si lo dejan. Segundo, la asociación del arte con la libertad; pero no dejando claro quién determina lo que se debe entender o no por ambos términos. Tercero, la asociación de esos dos mensajes con proyectos concretos y el cambio político; y ambos con un líder.


Antes de despertar sospechas, acusaciones y descalificaciones sobre mi presunta afiliación “derechista”, quiero dejar claro lo siguiente: es un acto normal y necesario del ejercicio del poder generar discursos, imágenes y percepciones que apuntalen su legitimidad; y el arte juega un papel importante en este proceso. Por lo tanto no hay nada intrínsecamente “malo” o “bueno” en la propaganda mencionada. Sin embargo, es responsabilidad de cada uno discernir y buscar las políticas en materia cultural que permitan un entorno más libre y plural.

Desde que la civilización existe el arte ha sido usado como un instrumento para legitimar al poder y un cambio en los cánones significa por lo general el intento por arraigar a nuevos regímenes.

Por ejemplo, en el antiguo Egipto las esculturas de los faraones lucen idénticas pues, en lugar de promover a las personas se trataba de dar lo que entendemos por una “imagen corporativa” del poder. No fue sino hasta el reinado de Amenhotep IV (más conocido por su otro nombre: Akhenatón) y su intento por trastocar el orden político con la introducción del monoteísmo cuando se intentó cambiar esa concepción a través de la exageración de sus rasgos y una fisonomía andrógina. El experimento fracasó y se volvió a la vieja solemnidad.

En breve, el poder siempre ha apoyado a artistas a través del mecenazgo para crear su propia legitimidad a través de la creación artística, sean por ejemplo Pericles y Fidias, Augusto y Virgilio, Luis XIV y Moliere o Hitler y Alfred Speer.

Esto lo hacen también los grupos opositores al régimen en turno, denominándose como expresiones digamos “alternativas” o “de resistencia”. Naturalmente si alguna vez llegasen a conquistar el poder se convertirán en oficiales. Para decirlo de otra forma casi todas las expresiones artísticas tienen una explicación política, ya sea sirviendo u oponiéndose a un sistema de dominación.

Los discursos del poder se expresan a través de mitos políticos: relatos que se refieren a un pasado sujeto a interpretación histórica, el cual aporta al presente claves para iluminar y justificar las peripecias del hombre o la acción social. Sin embargo, la propia dinámica de la sociedad, sujeta a la constante transformación, replantea los fundamentos del poder político hace que algunos mitos se transformen e incluso desaparezcan, para ser reemplazados por otros. Es en este ejercicio de difusión y cambio donde el arte juega su papel.

¿Esto significa que un artista solamente es un propagandista? Desde luego que no, aunque muchos pueden acabar jugando ese papel de manera voluntaria o involuntaria. ¿El arte sólo transmite discursos de poder? No necesariamente. De hecho las obras que suelen sobrevivir son aquellas que se le oponen no a través de un discurso alternativo político alternativo sino invitando al individuo a emprender sus propias búsquedas a través de enriquecer su relación con el mundo.

Un ejemplo de ello es el arte de la novela y las posibilidades que ofrece a través del juego, la irreverencia ante lo establecido y la defensa a ultranza de la individualidad. Les invito buscar obras como Gargantua y Pantagruel de Rabelais, Jacques el fatalista de Denis Diderot o El tambor de hojalata de Günter Grass. Después lean a –digamos– Bertolt Brecht y verán la diferencia.

¿Cuáles políticas fomentan un ambiente más propicio a la libertad artística? El arte se difunde y socializa mejor cuando hay pluralidad de creadores con discursos distintos y contrapuestos. Es ahí donde se encuentran las posibilidades del contraste, el juego, la innovación y la mutua influencia. Aún asumiendo que el patronazgo jugará por necesidad un papel más o menos relevante, entre más se fomente otras vías de financiamiento o foros para su difusión que no sean públicos, mejor.

Lo que sí afecta a la libertad es la pretensión de formar grupos hegemónicos a través de “grandes proyectos” sociales o políticos. De hecho venimos de uno: el discurso de la mexicanidad y sus símbolos, repetidos por décadas en los grandes murales públicos, novelas y largos ensayos donde se nos hablaba de lo únicos que somos por nuestros traumas históricos. ¿El trasfondo político? Si estamos separados del resto del mundo, entonces sólo correspondía a nuestra particular idiosincrasia un régimen político que sólo podía existir aquí: el PRI.

El problema actual es que no hubo interés en doce años por crear nuevos discursos y percepciones que ayuden a construir una democracia más plural y moderna – y tal vez este sería uno de los mayores reclamos que se pueden hacer a los últimos dos gobiernos.

Entonces, ¿cómo debemos leer la propaganda arriba descrita? Como lo que es: el afán legítimo de un grupo por ganar el poder y tener acceso al mecenazgo para sí y sus leales. Es responsabilidad de cada uno pensar si eso es lo deseable e imaginar las alternativas.

Acerca de Fernando Dworak

Licenciado en Ciencia Política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y Maestro en Estudios Legislativos en la Universidad de Hull, Reino Unido. Fue Secretario Técnico de la Comisión de Participación Ciudadana de la LVI Legislatura de la Cámara de Diputados (1994-1997). Durante los trabajos de la Comisión de Estudios para la Reforma del Estado, fue Secretario Técnico de la Mesa IV: “Régimen de gobierno y organización de los poderes públicos” (2000). En la administración pública federal, fue Director de Estudios Legislativos de la Secretaría de Gobernación (2002-2005). Ha impartido cátedra, seminarios y módulos en diversas instituciones académicas nacionales. Es Coordinador Académico del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa del ITAM. Es coordinador y coautor de El legislador a examen. El debate sobre la reelección legislativa en México (Fondo de Cultura Económica, 2003). En este momento, se encuentra realizando una investigación sobre las prerrogativas parlamentariasy e scribe artículos sobre política en diversos periódicos y revistas.

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