AER. Antonio Machado, un poeta singularmente amado por mí, escribe: “Caminante, no hay camino se hace camino al andar”. Ligando esto con el destino errante del pueblo judío, con su constante peregrinación en busca de una tierra donde asentarse, yo le preguntaría si no le parece contradictorio que un pueblo tan “definido” como el judío se haya constituido sobre caminos hechos al andar, sin fin ni meta precisa, salvo su asentamiento en Israel.
Creo que, al igual que muchos pueblos de la antigüedad, el judío también buscó su propio camino a través de la movilidad casi permanente. Sin duda alguna, hay también un carácter transhumante y eminentemente estacionario, puesto que al tener rebaños era necesario el ir en busca de nuevos pastos con los que poder alimentar a sus animales. No siempre fue fácil ni hubo relaciones de buena vecindad con todos los demás pueblos con los que tuvo que coexistir. Desde mi personal punto de vista, esta cercanía a otras personas, con diferentes conceptos sobre la vida y la divinidad, le dieron al judío esa impronta de pueblo especial llamado, en el campo de la espiritualidad, a alcanzar cotas que ningún otro grupo humano logró en ese momento determinado de la historia de la humanidad.
AER. Se dice que la Historia comenzó con la Escritura. Teniendo en cuenta que no hay pueblo como el judío que se haya constituido sobre las Escrituras, entendidas como Ley, mandato divino, ¿serían los profetas hebreos los primeros constructores de la Historia tal como la entendemos: no desde atrás sino hacia adelante, reclamada desde el futuro?
Los profetas jugaron un papel sumamente importante en el desarrollo del pueblo de Israel. Eran, desde mi punto de vista, los cronistas e intérpretes de la voluntad divina que debían trasladar al resto de sus conciudadanos. Los mensajes, aunque no siempre, se basaban en mantener una existencia ética que estuviere de acuerdo con los planteamientos doctrinales emanados de “lo alto”. Sin duda alguna, fueron auténticos líderes que marcaron un camino y una determinada conducta a seguir.
AER. Parece que el pueblo judío; más que reivindicación del espacio, ha estado siempre buscando el tiempo, en la historia. ¿Es ese también vuestro parecer?
Es importante tener un espacio donde vivir. Máxime si perteneces a un pueblo singularmente amenazado a través de los siglos. El judío casi siempre intentó adaptarse a las condiciones de espacio y habitabilidad que se les impuso. La creación del estado de Israel, acabó con siglos de opresión, ninguneo y esa agria sensación de que no eres bienvenido en parte alguna porque no estás en tu casa. El tiempo y la historia, aunque importantes, pertenecen al acervo colectivo de la humanidad, es decir, es algo compartido. Creo que aquí el vocablo ESPACIO ha sido determinante.
AER. ¿No cree Usted que la Historia, en el caso de los judíos, más que una Historia basada en el progreso, es una Historia Sagrada, ucrónica, de la Divinidad en los hombres, de la Palabra de Dios hecha Escritura, contada una y otra vez?
Creo que lo sagrado esta presente, subyace, en la historia de Israel como pueblo. Si se le daba a la norma jurídica un carácter sagrado, el pueblo llano la cumpliría sin hacerse mayores preguntas. Había en todo ese proceso un no sé qué maravilloso que te ponía en contacto directo con lo intangible a través de mensajes éticos precisos que te indicaban, entre otras cosas, que no hicieras a otro lo que no quieras que te hagan a ti. Sin duda alguna, tal altura de miras en lo tocante a las relaciones interpersonales, tuvo un componente religioso importante, aunque, eso sí, esencialmente cambiante y sujeto a la opinión de cada uno, en la época actual.
AER. ¿Cómo se combinan la fuerte individualidad judía con el hondo sentimiento de colectividad de ese pueblo?
El sentimiento de individualidad podría deberse a que desde el principio de los siglos, cuando empezó su andadura por los diferentes caminos, se dio cuenta de que estaba rodeado de enemigos. Tenían que contar solamente con los suyos o con aquellos con los que podían celebrar cualquier tipo de alianza, aunque fuere temporal e interesada por ambas partes. Posteriormente, al denominársele pueblo elegido, esta sensación de individualidad pudo exacerbarse porque, aunque tenían un mensaje que transmitir al resto de los humanos, ellos eran los depositarios y garantes de un mensaje divino. Envidias, incomprensiones, el verles diferente, el hecho, para mí esencial, de no tener un espacio propio donde asentarse, hicieron lo demás. El sentimiento de colectividad, siempre desde mi óptica, tiene sus raíces en lo anteriormente escrito. Sólo entre aquellos que comparten una misma situación (injusta), un mismo espacio (especialmente si es mínimo), que comparten una misma creencia, el sentimiento de colectividad adquiere un valor esencial.
AER. Hay una ambivalencia contradictoria con respecto al judío entre las gentes. Por una parte, es un pueblo respetado y admirado. Por otra, existe a veces una actitud de rechazo hacia él que se manifiesta en expresiones populares despectivas. Por ejemplo: “perro judío”, “hacer una judiada”, “ser un fariseo”, etc. ¿Cómo explica Usted este fenómeno?
Es una dualidad comprensible. En el fondo subyace una completa ignorancia de lo que, en realidad, significa el judaísmo, no sólo a nivel histórico o religioso sino como entidad social que ha conseguido muchos de los hitos de los que la sociedad actual hoy disfruta. Son muchos los que aun consideran al judío, en su conjunto, como el pueblo deicida que cometió determinado crimen, del que aun no se ha arrepentido y que necesita de una determinada catarsis o entonación colectiva de alguna especie de mea culpa .
AER. Existe una penetración en lo judío de lo sagrado -incluso en el pensamiento de sus representantes más modernos y racionalistas- como “temor de Dios”, como acatamiento del mandato divino, como Escritura Sagrada. ¿No veis curiosa esa mezcla de racionalismo crítico y acatamiento de la Voluntad Divina?
Es difícil transitar por ambos caminos sin tener asentados determinados principios. Maimónides, sin llegar a un racionalismo científico absoluto, (probablemente no se atrevió con tal concepto) intentó conciliar lo sagrado y la filosofía. Lo consiguió, pero tuvo muchos detractores. Quizás podríamos plantear su pregunta de una forma diferente: ¿Existe una penetración de lo sagrado en lo judío?. Queda dicho y espero respuestas.
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