John llego a un profundo evento dramático que lo hizo reflexionar. Lisa se parecía a Marie. ¿Había en el parecido alguna coincidencia? ¿O más bien es la esencia de todos que todos somos parecidos?
No es sino hasta cuando llego el espíritu dramático, el espíritu de las contradicciones y el conflicto, envueltos en una profunda ansiedad, que John despertó.
Le llamaron decenas de veces de la estación de policía, pero el celular había sido destruido y enterrado. También le enviaron decenas de cartas manteniéndolo al tanto, pero las quemaba inmediatamente. Solamente había un espíritu que lo podía diseminar de esta autodestrucción, el espíritu de la música y la danza interior, que se encontraba en los árboles. Los arboles a diferencia de los hombres no tienen huellas digitales particulares ni rostros únicos, todos son únicos en un solo único.
John se hundió en la muerte tras la pérdida de Marie y Lisa, y en la tumba de su consciencia se desintegro, entonces comenzó a escuchar la música cósmica y con el tiempo, a sentir la danza espiritual de los árboles que había en su interior.
Los árboles en el exterior, como espejos verdes, eran una extensión de su espíritu, y no había ninguna distinción.
—¿Es esta la novela que deseabas escribir? —.
—No, no lo creo. Deseaba escribir una novela sobre la magia de la música y la danza de los árboles, y sobre la sabiduría oculta detrás de estas—.
—Bueno, este es tu material de estudio y tus acotaciones. Ahora puedes comenzar a escribir la novela—.
—Aun no lo veo con claridad— dijo.
—¿Recuerdas en el capítulo que dijimos que la novela no se debía calificar como “creíble” “humana” o “clara”? ¿Qué es la claridad? ¿La capacidad de interiorizarse en los nudos de los detalles? Esto sería imposible en esta novela, puesto que es muy general—.
—El espíritu de los arboles crean una galaxia, en esta a los hombres, y ellos aparecen en la tierra, son los arboles físicos que podemos ver, y los podemos ver cantar y danzar con el viento. Los arboles están lejos del espíritu egoísta del hombre, los árboles son superiores pero jamás reclamaran su superioridad—.
—No es una novela ideológica, aunque me conformaría con que los árboles y los bosques fuesen respetados y reforestados. Cerca de mi casa hay una tumba de troncos talados cuya historia no aparece en ningún periódico. Como escritor preferiría mostrar mi material en forma electrónica, usar el formato digital, pero como escribí anteriormente, no se puede llegar a conclusiones sin atravesar la vía de las paradojas, y la paradoja aquí es lo que sucederá con la industria y el comercio tradicional que solía emplear a millones de personas. La cuestión hermética es si existe alguna solución que pueda establecer el equilibrio entre la madre naturaleza y el progreso, entre el ego humano y su necesidad de sensibilidad para poder amar—.
—¿Entonces esta novela no tiene que ser necesariamente sobre un carpintero o constructor? —.
—No. Puede ser sobre cualquier oficio, pero principalmente no trata de oficios, sino del ego humano, en contraste con la infinidad divina o sagrada. Me cuesta trabajo comprender por qué las religiones se recluyeron en sus retoricismos en lugar de convertirse en ciencias ecológicas—.
—Veo allí un punto. No es mediante el moralismo y la imposición de la ley que el hombre lograra mirar más allá de sus faltas, sino a través de la inspiración. He allí el papel del artista, el escritor, el poeta, el filósofo—.
—Lo que es realmente inspirador, es que los árboles, más allá de si los tratamos bien o no, los talamos en tierras prohibidas, no los reforestamos, están aquí para protegernos, permitirnos la vida y reconfortarnos con su espíritu y su belleza. La pregunta es como nosotros los hombres podríamos comprender su esencia, e imitar—.
—¿Imitar o aprender de ellos? —.
—Sí, sí, aprender sobre su origen cósmico y divino—.
John sintió una música cósmica en su interior, y se sintió lleno de espíritu. Listo para volver con su madre y Lisa.
Marie deseaba que su hijo pequeño John se dedicase a la música. Por ello tuvieron muchas discusiones. John amaba los objetos físicos y veía en ellos el más allá. Marie había sido monja en un convento, donde tenían sesiones corales y cantaban a Dios. Marie sabía que menos era más, temía las consecuencias de las ambiciones de este mundo, y se cuestionaba porque Dios había creado un mundo tan majestuoso. John se comenzó a preguntar, pero no porque, sino como.
John deseaba salir al mundo, conocerlo, expandirse en él, conocer sus gustos propios en el sentido geométrico de su expansión.
John dejo Manchester, y junto con Manchester a su madre Marie. Deseaba estar solo. Conocer su soledad. Solamente cuando conoció su soledad, apareció Lisa, a quien admiro desde el primer momento, especialmente cuando ella le contó la historia de su vida, de Pierre y Coresh. John comprendió la importancia de la mujer, la mujer era una parte integral de su espíritu, y la relación con una mujer podía ser por ello dolorosa. No era así con los árboles, que a pesar de parecer muchos, eran uno solo.
John conoció a Lisa un año después que murió su madre, Lisa era su camino a la paz interior y la reconciliación.
Marie amaba el bosque, salía frecuentemente al bosque a meditar y a escuchar a los árboles. El accidente fue lejos de la ciudad, en un lugar sin personas, nunca nadie llego a rescatarla, y John, se culpó a si mismo por ello.
—¿Entonces es esta una historia de amor?— dijo Oren complacido.—Sí. Los árboles somos una metáfora del amor. Así como los hombres tratamos a los árboles, así la vida nos trata. Aunque admito que hubiese deseado que la novela fuese ficción como “El señor de los anillos”, una obra sobre arboles sabios que hablan como ancianos espirituales—.
—Los arboles cantan y danzan, manifiestan su música y su danza en el viento, y la transmiten a tu interior, y ahora, mediante esta novela, también llegan hasta ti. Siempre existe la oportunidad de escribir una nueva vida, y sino al menos, una nueva novela—.
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