El concepto “hasta que la muerte nos separe” ha sido cambiado por el concepto “mientras dure el matrimonio”. Un pensamiento que no tenían nuestros ancestros, aunque en algunos casos sucedía. He escuchado a jóvenes que deciden contraer matrimonio y agregan; “Si no funciona me divorcio”
Ahora está de moda divorciarse. Me parece una frase dicha sin pensar. Es cierto, que es más frecuente que antes, pero no deja de ser un rompimiento doloroso para la familia. Se trata de una contienda bastante compleja. Se convierte en una lucha entre dos mundos diferentes, dos caminos que estuvieron cercanos y se han separado en sus pensamientos y actitudes. Lo que antes vivieron ya no existe, el camino implica buscar nuevos puntos de encuentro o una separación. Hay impacto en los cónyuges y en los hijos. Las reacciones son personales y en una misma familia cada hijo tiene su propia forma de acomodarse.
Es una pérdida de objeto, de situación social y familiar. Implica tristeza, enojo por la frustración social y familiar. Se enfrentan a la muerte de expectativas de vida programadas desde la infancia. Es importante hacer una auto-reflexión para visualizar la responsabilidad de cada uno de los cónyuges. Lo común es pensar: la culpa es del otro
A la pareja la invade una sensación de fracaso, enojo, tristeza, al aceptar la propia muerte en el otro. Una diferencia con las viudeces en que casi siempre se idealiza al cónyuge fallecido. “Los divorciados estaban casados con canallas, los viudos casi siempre con un héroe”.
El matrimonio y el divorcio implican a todo un grupo familiar. Muchos hermanos del o la divorciada no apoyan, sino por el contrario atacan ya que consideran el hecho como una vergüenza familiar. No comprenden que cuando se llega a este punto de incomprensión y muchas veces agresión la salud mental de todos está amenazada y la separación es necesaria. La lucha es lograr que sea suficientemente sana para que los miembros del grupo familiar salgan adelante. Se trata de una contienda bastante más compleja de lo que parece, una lucha entre mundos que se distancian.
La estructura cambia de forma, pero no de fondo. El conflicto es de la pareja, los hijos no están divorciándose. Los hijos necesitan continuar su relación con cada uno de sus progenitores aunque cambie su cotidianeidad. Es frecuente la triangulación de los hijos y sus lealtades se ven afectadas. Sucede cuando alguno de los cónyuges pone a los hijos en contra del otro. Un gran error y un daño. La ayuda psicológica permite una mejor evaluación del suceso para poder pasar a través de él.
En muchos casos, el hogar queda a cargo de la mujer y se vive con vergüenza no tener un hombre jefe. Tienen mayor riesgo de pobreza y casas de menor tamaño y calidad. En situación de pobreza, incluso puede llegar un mayor grado de desnutrición. Muchas de estas mujeres tienen trabajos menos remunerados y sufren de discriminación en el mercado de trabajo.
También tenemos aquellos hombres que salen del hogar familiar y tienen que organizar un nuevo estilo de vida. No todos lo hacen en forma adecuada. Muchos se quedan colgados de un hilo y esto afecta también a los hijos. He trabajado con hombres que no logran restablecer un hogar para vivir. Un proceso que lastima a todos los miembros del sistema familiar. Cada uno se cura según sus posibilidades y su fuerza interior.
Es fundamental que una vez que el dolor va cediendo, ambos cónyuges busquen nuevas redes sociales. Muchas mujeres se quejan de que tienen que trabajar y atender su hogar lo cual las confina a un aislamiento social, no tienen el tiempo ni la energía para la construcción y mantenimiento de redes sociales. Sin embargo es necesario para salir adelante.
A quienes estén atravesando en estos momentos de su vida circunstancias difíciles, me gustaría decirles: Puede que ahora sea duro, pero en el futuro podrá tener consecuencias positivas. Hay que morir para revivir. No sé si servirá de consuelo, pero me parece importante insistir en la necesidad de avanzar, no dejarse caer. A pesar del malestar que se vive en un principio, hay quien manifiesta sentir una fuerza interior que guía el proceso en forma positiva.
Son momentos muy dolorosos, dificultan una valoración adecuada de la responsabilidad personal. Cuando se da un proceso de duelo adecuado, se lloran las pérdidas y puede surgir una segunda oportunidad y crecimiento.
El paso de una etapa del ciclo familiar a otra, implica cambios individuales para cada uno de los miembros del grupo. El, no aceptar y reflexionar perjudica la sanación. El efecto producido por el divorcio tiene un tiempo de duración, el impacto tiende a desaparecer paulatinamente. Cuando esto no sucede en un tiempo razonable, es importante consultar con un profesionista.
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