La parte más sombría de la izquierda española, que es la mayoritaria, permanece atascada en su siniestro atavismo antisemita. No es solidaridad ni amor al pueblo palestino, es odio a Israel y al pueblo judío. Ese odio oscuro y vergonzoso que ha sido la característica de una cierta España desde el principio de su Historia. Cuando la prensa socialdemócrata española -valga la redundancia- publica los recuentos de cadáveres, no se escandaliza por la cantidad de palestinos sino por los pocos judíos muertos. Retorcidas mentes de horno siempre a punto. Si tan preocupados estuvieran por la vida no apoyarían cínicamente a un grupo terrorista y reconocerían el derecho de un Estado democrático y libre a defenderse. Si os preocupara la vida, lo sabríamos. En otras trincheras os habríamos conocido.
Pero no recuerdo ninguna manifestación de la izquierda española por el avión derribado por las milicias rusas, ni por la lapidación de una mujer en Siria, ni en defensa de la población de este país en general. No recuerdo ninguna alarmada portada de la prensa socialdemócrata española -valga el pleonasmo- dedicada a los cristianos de Mosul perseguidos por el Isis, ni a los derechos de los homosexuales pisoteados en los países árabes, ni al sistemático crimen de Hamas contra los propios palestinos. Tampoco os recuerdo escandalizados contra los terroristas de Nigeria que secuestran niñas, ni contra las barbaridades de los talibanes en Afganistán y Pakistán, ni contra las milicias de Hizbolá, ni contra los ayatolás de Irán que son ellos mismos un atentado contra cualquier esperanza de la humanidad.
Sois unos cínicos y sólo os interesan los cadáveres que podéis lanzar contra los Estados Unidos y contra Israel. Es el odio lo que os mueve, y ningún amor. Ese brutal resentimiento fundacional del sector más tenebroso de la izquierda española, que en todo habéis fracasado y buscáis enloquecidos a quién culpar de vuestras derrotas. No hay nada sincero en vosotros. El pueblo palestino os importa un bledo y vuestra enfermiza obsesión es atacar a Israel, porque sois hijos de un viejo odio que como un fantasma continúa recorriendo España. Si sintierais algún afecto por los palestinos, gastaríais vuestras fuerzas batallando contra la banda de terroristas que les tienen secuestrados. Pero lejos de cualquier ternura, y de cualquier piedad, compartís con Hamas el objetivo de criminalizar a Israel, y de arrasarla, y así perpetráis vuestra terrible propaganda.
Mientras la opinión pública y publicada española sea rehén de este modo de pensar tan equivocado, diabólico y contrario a los intereses de la humanidad, España no se despegará del atraso moral que le lleva a sospechar del que triunfa y a considerarle culpable. Mientras nuestra referencia internacional sea una banda de terroristas encapuchados, estaremos condenados a la atrocidad, porque si no sabemos distinguirla difícilmente podremos defendernos de ella.
Israel es el espejo donde van a mirarse todas las naciones y todas las almas del mundo. No comprender que todos somos David, y que ésta es la gran y única causa que compromete a todos los hombres libres, es no comprender nada y ser cómplice y carnaza de los que quieren destruirnos.
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