El Sermón, H. H. R. Moisés Cohen d”Azevedo y el Orden de la Oración, 1ra. parte

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Obsequio de Yerahmiel Barylka.

Prefacio


Intentando una reparación histórica

En un libro de autor desconocido del siglo XIII, llamado Maarajot Haelohut, -el entorno divino- aparece la expresión “El fin de la acción se inicia con el pensamiento”. La frase se integró al devocionario judío usado en el servicio religioso de las vísperas de Shabat y de allí al idioma habitual. Hay quienes interpretan la expresión diciendo que todo lo creado deviene del pensamiento divino que ve lo que se producirá desde un principio. La unión del principio con el final, es lo que permite producir en forma armónica y completa. Otros la usan para destacar la relevancia de la planificación humana. Seguimos esa idea en sus dos lecturas, desde que tomamos la decisión de presentar el Sermón que había quedado enclaustrado en los sótanos de algunas bibliotecas de viejo.

Cuando comenzamos esta obra, lo hicimos con la intención de exponer a nuestra generación a una pléyade de autores judíos que se expresaron en español y que vivieron principalmente entre los años 1500 y 1750 aproximadamente en Ámsterdam y en Londres.

Pensamos estimular la edición de textos de algunos sabios que vivieron en la Nueva Ámsterdam (hoy Nueva York, Estados Unidos de Norteamérica), y dar luz a distintas obras de quienes estuvieron en las Antillas Holandesas, Brasil y otras zonas aún más insólitas de la geografía literaria hispánica.

Intentamos llamar la atención y convocar la intención de más editores para lanzarse a la aventura más que un propósito que veamos como alcanzable para nosotros mismos, aún si tuviésemos a nuestra disposición la fuerza, el tiempo y los medios necesarios.

Buscamos señalar que el nexo en común de estos autores, de tan variados lugares y años, es el lenguaje en el que pensaron y escribieron, rezaron, amaron y murieron: la lengua española. Son autores hispánicos, y al estudiar sus obras no cabe duda, que algunos de ellos son equiparables a los mejores de su época.

Sin embargo, sus obras y sus nombres son prácticamente desconocidos, al extremo que ni siquiera figuran, por ejemplo, en el índice de autores de la Biblioteca Nacional de España[1], y no forman parte del acervo cultural de las nuevas generaciones.

Muchas son las razones que se citan para justificar su ausencia, y largo sería el discurso si nos propusiéramos, simplemente, convertirlas en lógicas sinrazones. Pero, no contamos con el tiempo ni el espacio para invertir estos renglones en la discusión de si son tirios o troyanos, o si galgos o podencos. Simplemente, intentaremos reeditar estos textos, invitando a otros a que sigan esta senda para lograr que sean reconquistados al grado de poder ocupar el lugar que les pertenece en el Hispánico Parnaso.

Hemos trazado en las primeras líneas un eje geográfico, desde Ámsterdam (la Jerusalén del Norte) hasta la Ámsterdam del Sur (Curazao, Brasil) pasando por Nueva Ámsterdam (primer nombre de Nueva York de los Estados Unidos de América) y, todo con eje en Londres.

Este trabajo es el resultado de nuestra identificación con una cultura capaz de estar soñando dos mil años con la reconstrucción de su país y de su cultura expresada en diversos idiomas y lugares.

Comenzamos nuestro recorrido por la brumosa y abigarrada Londres del siglo XVIII con la creación de un descendiente del pueblo judío que no abandonó su ser hispano. Este Sermón es una de las más acabadas muestras de esa síntesis entre la sabiduría del judaísmo y el idioma español, usado casi como lengua sacralizada, en una comunidad de la diáspora que ya había migrado perseguida y que insistentemente seguía buscando su destino, sin cortar con sus raíces.

El rabino Moisés D’Azevedo no había nacido en España, y probablemente tampoco tuvieron allí su cuna la mayor parte de los integrantes del consejo de conducción de su comunidad[2], pero en español pensaban y hablaban, particularmente para tratar temas trascendentes. Y en español soñaban, sin duda, su propio futuro y el de su pueblo que esperan, ellos también, volviese a establecerse en Sión.

Este Sermón, insistimos, está escrito en el mejor español de su época, si bien se observan y anotan otras influencias lingüísticas. Pero aún así no debemos dejar de añadir El Sermón 13 unas brevísimas líneas sobre esa otra joya hija de la lengua española, el ladino. Según opinan algunos especialistas, hay en el mundo más de 140.000 hablantes de ladino –hay quienes que suponen que ese número se dobla, en sus distintas variables del judeo-español. Moran en distintos espacios, como algunas ciudades búlgaras, y Estambul. Es en Israel donde aún se sigue usando en la lectura de textos con contenido religioso y donde muestra señales de renacimiento. Es en Israel donde jóvenes poetas crean sus obras en ese idioma y otros, se entreveran en los textos de la exégesis escrita en ladino para interpretar mejor las Escrituras.

En esos textos sagrados, escritos con letras hebreas, más precisamente con las que se imprimieron tradicional-mente los comentarios del exégeta Rashí[3], es donde el idioma mejor se conserva, a salvo de las pasajeras influencias de los términos tomados de otras lenguas que invaden todo resquicio de pureza idiomática y permiten regresar a los sonidos que nunca perecieron pese a la distancia en tiempo y espacio. El sabor de la pronunciación casi no cambió, la riqueza de sus dichos populares, la musicalidad de sus canciones de cuna, la solemnidad de sus plegarias, es lo que les da ese sabor especial.

Quede el lector, pues, con este Sermón de 1776 pronunciado en la sinagoga hispano-portuguesa de Londres, con que iniciamos esta colección, y desde aquí lo animamos a colaborar con nosotros, tanto en posibles investigaciones y ediciones como con sus observaciones y comentarios.

Que Dios tenga a bien darnos el aliento suficiente para convertir esta incipiente colección en un aporte en el camino de la reparación y nos disculpe por las imprecisiones y errores cometidos, porque hacia Él elevamos nuestros ojos y nuestros corazones.

Tenerife y Jerusalén 5771
Equivalente al año civil 2011
Los autores

Continuará: “Introducción”.


[1] Aunque sí están debidamente referenciados en los archivos de Holanda y en la Biblioteca Nacional de Israel.

[2] Aún en 1776 era frecuente la huida de España de familias enteras que al llegar a Londres o Ámsterdam se reintegraban al judaísmo, llegando a ocupar puestos directivos en sus congregaciones, como se explicará en la introducción.

[3] Rabí Shlomo Yitzhaki (1040-1105), nacido en Francia, es el comentarista bíblico y talmúdico más reconocido. Sus exégesis tanto en el Talmud y el Tanaj, para distinguirse de los textos a los que hace referencia, se imprimen en un tipo de letra semi-cursiva que con el tiempo pasó a llamarse la “escritura Rashí”.

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