Escribir no quita el hambre. Simplemente es un nivel de decibeles que se pierden en la voz. Escribir es quizá un sueño y ya. Por lo tanto, en medio de realidades desiguales, me procuro construir una razón. Me doy risa, de poeta desangrado a crucigrama encabronado. Me doy risa, novelista despojado. Me doy risa, hombre de letras e ilusiones.
Entre Kafkas y Chagalles invento una realidad distinta a los consejos, distinta a la de otros, una realidad que no quita el hambre de la otra, de aquella que me aqueja y me amenaza. No me he dado por vencido, más por necesidad que por orgullo, más por suerte que por sangre. No me he dado por vencido por la lucha que me llama. Eso es todo: las palabras me consuelan, pero sobre todo, me castigan, me amenazan y me matan. Las palabras me persiguen y se enojan si las dejo. Las letras me matan en ausencia y en presencia. En locura y en cordura, me dislocan en imagen y me vuelven soñador. Entre Kafkas y Chagalles un día despierto siendo insecto, siendo vaca o rabino, siendo infame sacrificio y esperanza.
Un día más despierto con corbata, con un escritorio aplastándome la espalda, con un portafolio atado a la mano y una sonrisa detestable de anfitrión. Un día más despierto siendo insecto por adentro, disfrazado de recuerdo. Disfrazado de persona. Un día más despierto haciendo transferencias, dejando los libros en la casa, la tinta en el cajón. Despierto corrigiendo cicatrices y olvidando en verdad quién soy. ¡P*** madre! ¿Quién soy? Un idiota adolescente esperando ser leído. O un irresponsable hombre de casa que no respeta su trabajo. Soy un ser de agua salada que se funde con la tinta. No soy más y no soy nada. Y atrapado entre el olvido y el exilio me despierto una vez más.
Entre cuadros y palabras, colores y locura, regreso hoy a ser quien nunca fue leído, quien apunta en su cuaderno su poesía a escondidas. Soy un silencioso fantasma extinto y me seco entre lágrimas heladas. Me desnudo de nuevo. Me desnudo otra vez. ¡Y qué! No estoy solo, estoy vacío. Entre Kafkas y Chagalles, entre shtetls y permisos. Entre lana y crucigrama. Entre mi piel y mi delirio. Atrapado. Disfrazado de persona.
Ya veremos que me manda mi destino. Entre Kafkas y Chagalles. El olvido.
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