¿Existe el “Teatro Yiddish”?, 2da. parte

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¡Qué emoción deben haber sentido los judíos de los diferentes rincones de Europa – desde los pequeños poblados perdidos entre las montañas, hasta las grandes y dinámicas ciudades- al ver a este puñado de actores y cantantes dirigidos por Abraham Goldfaden, quienes, al estilo de los trovadores de antaño, llegaban con nuevas puestas en escena, canciones en Yiddish, chistes y música que apelaban a lo más íntimo de su ser!

Este grupo disímbolo, formado por actores, comediantes, en ocasiones jazanim (cantores litúrgicos), y que más tarde incluyó entre sus filas actrices del género femenino, tuvo que sortear diferentes obstáculos. Uno de ellos, fue la crítica acérrima de los Rabinos y judíos ortodoxos, ya que consideraban al teatro como un acto impío, no sólo porque los jazanim entonaban canciones populares, sino también porque participaban mujeres tanto en escena, como entre la audiencia.


Otro obstáculo, fue, cómo incluir actrices en su elenco. Ejemplo de ello fue Sara Segal, quien tenía una gran ilusión de formar parte del grupo de Goldfaden. Su madre, al verla joven y soltera, trató de impedirle que participara en esta “loca aventura”. Sin embargo, uno de los actores del grupo – de apellido Goldstein- le ofreció matrimonio, y de esta manera la situación quedó resuelta. Más tarde, hasta los pequeños hijos de los artistas, formaron parte de la compañía actoral.

Por si faltaran obstáculos y críticas, los judíos, temían que las sátiras y críticas que las obras teatrales hacían de sí mismos, pudiesen contribuir a críticas y malos entendidos por parte de la población externa, y los pudiera ridiculizar.

Goldfaden supo sortear todas estas críticas y obstáculos; nunca se dejó amedrentar. Siguió escribiendo, y llegó a crear más de 50 obras, algunas de temas ligeros, algunas más, de temas profundos que iban desde la vida diaria de la época, hasta la historia vivida por el pueblo judío. Entre otras, contamos con “La bruja”, די כישופמאכערין,” Shulamit” שולמית, (opereta romántica), “Shmendrik” שמענדריק, (obra satírica)…y muchas más.

Goldfaden, aún sin saber tocar ningún instrumento, incursionó también en la música; dotó de melodías a varias de sus obras, utilizando tanto música folklórica judía- como no judía. Música popular de la Europa oriental, y arias de la ópera francesa e italiana. Una de las canciones que subsisten hasta el día de hoy, y que Polinka disfrutó hasta sus últimos días fue “Roszinkes mit mandlen”, ראזשינקעס מיט מאנדלען (pasitas con almendras), adaptada y utilizada en la obra Shulamit, y de donde adquirió fama mundial.

Debemos mencionar, que si bien el Tetro Yiddish nació en Rumania, su “juventud” la pasó en la Rusia Imperial. Ya en el año de 1878 se habían formado diversos grupos teatrales pequeños, como por ejemplo el de Israel Rosemberg, el de Osip Mikhailovich Lerner y el de N.M. Sheikevitch. La audiencia rusa era más “sofisticada” que la rumana, ya que muchos judíos asistían a obras teatrales rusas en la ciudad de Odessa, en donde estaban expuestos a operetas melodramáticas serias y a obras de la literatura universal.

Sin embargo, en el año de 1883 las condiciones para los judíos en Rusia cambiaron de forma dramática y radical; las reacciones de anti-semitismo provocadas tras el asesinato del Zar Alejandro II, ocasionaron, entre otras cosas, que el teatro judío fuese prohibido por el gobierno ruso, hecho que propició que Goldfaden y otras “troupes” se desplazaran a ciudades tan lejanas como París y Londres.

Europa era lo conocido…pero “La América” era la tierra “donde el oro crecía en las calles”, por lo que muchos de los actores, directores y productores del teatro Yiddish pusieron sus ojos en esas lejanas tierras y hacia allá enfilaron sus esfuerzos, junto con cientos y cientos de migrantes que llegaron en busca de aquél sueño que parecía ser prometedor….

Continuará….

* Oprima aquí para leer la primera parte.

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