“El que siembra un campo, planta un árbol o cultiva una flor es superior a los demás”
John Greenleaf Whittier
Enciende el alba
el mismo mar, el cielo,
nubes de espuma.
Roja manzana
corazón habitado
alguien me observa.
Nació así el ciprés,
para tocar los cielos
y mi alma con él.
Huella en el barro,
aún tu presencia seca,
lenta se borra.
Tierra mojada,
sutil policromía
que se disipa.
Plantas del patio
te fuiste para siempre
y ellas contigo.
Sonidos de amor
en una caracola,
espuma y olas.
La ola entregó
con espuma su cuerpo,
triste lamento.
El aire gira
la luna sobre el charco,
miro y no miras.
Destella el agua,
danza de las mil luces,
pisan los charcos.
Crepúsculo hoy
surges amenazante
como gigante.
¡Mece por fin el brioso viento las ramas de tu vida!
Despierta y sacúdete las hojas secas que te quedan,
que pronto llegará la primavera.
Quien reconoce el milagro de las noches y de los días y se da cuenta de
que cada instante es un regalo inaudito pierde las ganas de malgastar,
de destruir, de separarse, de erigirse en única realidad y tiene el deseo
de compartir, de hacer surgir de esta seca y sedienta tierra el florido
jardín que guarda en sus entrañas.
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