“Homo emotio”

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¿Homo qué…? Cuando quedó claro que el concepto de Homo sapiens no expresaba la singularidad de nuestra especie surgieron otros conceptos como Homo faber, Homo religiosus, Homo ludens y Homo economucus. Ahora, los nuevos conocimientos generados desde las neurociencias y la sicología experimental nos han revelado a las emociones como estrategias de sobrevivencia desarrolladas y mejoradas a lo largo de millones de años de evolución. Si hoy amamos, envidiamos o admiramos es porque ello permitió a nuestros antepasados sobrevivir (v.gr. Helen Fisher concluyó que el amor mantiene unida a la pareja el tiempo suficiente para cuidar de un bebé hasta que es capaz de caminar y alimentarse sin ayuda: somos monógamos seriales).

Son emociones como el miedo y el estrés lo que nos lleva a tratar de controlar el mundo, por medio de la ciencia o lo sobrenatural; es el placer de asumir un riesgo lo que nos motiva a salir de cacería, a conducir un auto a grandes velocidades, a saltar en paracaídas y a romper los límites preestablecidos. Lo que nos mueve es sentir. No es casualidad que “emotion” y “move” compartan la misma raíz indoeuropea “meu”: movimiento.


La palabra española “mover” y su contraparte inglesa “move” son palabras extraordinarias porque conllevan significados tan diversos como sus contextos. Cuando nos gusta alguien decimos “ella/él me mueve”; cuando alguien se queja por no tener trabajo su interlocutor le suele decir “¡pues muévete!” (haz algo para que consigas trabajo y deja de quejarte, holgazán); en las publicaciones de sociales podemos encontrar frases como “él se mueve en los círculos de la farándula” (conoce a gente del espectáculo); si alguien se enfrenta a un problema complejo, cuya solución en poco depende de él, suele decir “moveré cielo, mar y tierra pero lo lograré”; cuando una figura de autoridad, como sus padres o su jefe, le llama la atención porque usted no alcanzó sus expectativas el regaño incluye frases como “muévete, pero ya”; y cuando usted se siente con ánimo, cuando siente que puede lograr lo que se proponga usted está “motivado” (tiene la aptitud de mover algo; o está en movimiento).

Desde que somos niños el movimiento nos atrae y lo estático lo ignoramos. Nuestra sociedad rinde culto al movimiento: admiramos a los bailarines, a los atletas y a cualquier persona capaz de sorprendernos con su destreza motriz y en la medida en que sean más complejos los movimientos será mayor nuestra admiración. Pero cuando enfermamos reducimos nuestra movilidad y en la medida que la enfermedad empeora tendemos a la inmovilidad. Asociamos el movimiento con la vida y la inmovilidad con la muerte.

Cuando alguien sufre un accidente lo primero que se le pregunta es “¿se puede mover?”. En su libro El Código Cultural, Clotaire Rapaille llega a la conclusión de que el código cultural de “salud y bienestar” en Estados Unidos (es decir, la palabra que inadvertidamente hace a los norteamericanos pensar en la salud, sin decir “salud”) es “movimiento”, mantenerse en movimiento es demostrar que se está sano.

Rendimos culto a otras formas de movimiento. Cuando escuchamos la historia de un emprendedor exitoso lo que admiramos es su capacidad de ascender (moverse) socialmente, un heredero millonario no causa tal sorpresa porque lo que valoramos no es cuánto dinero tiene sino cuánto “hizo”. Por alguna razón valoramos más la historia del niño inmigrante que contra todo pronóstico se convierte en astronauta (José Hernández) que la del doctor que proviene de una familia de clase alta. Nuestra sociedad rinde culto a quienes rompen los límites, a los exploradores, a quienes apuestan al cambio. Nos encanta todo lo que implica movimiento porque de alguna forma intuimos que la vida misma es movimiento.

Es momento de introducir un nuevo concepto que ocupe un lugar junto a los antes mencionados: Homo emotio. Propongo reconocer lo que Schopenhauer ya intuía en la frase preferida de Albert Einstein “podemos hacer lo que queramos, pero no querer lo que queramos”; porque nuestro instinto reptiliano —genético— emotivo nos mueve: somos Homo emotio. Al final, el mecanismo natural que nos conduce a la evolución es el movimiento: el cambio impulsado por nuestras emociones.

En política pública hemos considerando al ser humano un ser racional y maximizador. Mas hemos fallado en comprender que el ser humano no siempre pretende maximizar los beneficios pecuniarios y que no siempre se comporta de la misma forma (v.gr. el mismo agente puede ser altruista y profundamente egoísta, frente a la misma disyuntiva en distinto momento y viceversa). Por ello, necesitamos generar investigación y nuevos indicadores bajo el concepto de Homo emotio que complemente los que ya existen bajo el supuesto del Homo sapiens y Homo economicus (v.gr. PIB o PNB) para así encontrar mecanismos de desarrollo que verdaderamente funcionen.

Acerca de Andrés Roemer

Bienvenidos a este espacio donde pretendo compartir con ustedes: Interrogantes, críticas, dudas, inquisiciones, propuestas, miedos, esperanzas, ideas. En suma: Letras. Letras grandes y pequeñas. Pensadas y espontáneas. Letras desdibujadas, otras reiteradas, ciertas ya publicadas con antelación y probablemente una que otra inédita. Al final de cuentas, letras para ser desdobladas por aquel lector amable y generoso que sea provocado por las mismas.Agradezco a Silvia Cherem e Isaac Ajzen por invitarme a ser parte de Foro Judío.Acerca de Andrés RoemerEl doctor Andrés Roemer es autor de más de 18 libros de diversos temas, como: felicidad, arte, sexualidad, amor, agua, futbol, derecho, economía, crimen y psicología evolutiva, entre otros. Ha sido merecedor de varios premios incluyendo el Don K. Price Award por distinción académica en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard y las becas Fulbright, Harvard, Ford, ITAM, SEP y Conacyt; recientemente la Fundación de Microsoft, ha establecido el "Premio Andrés Roemer para el Desarrollo de Derecho y Economía por Distinción en el Servicio a la Comunidad Académica". Ha creado más de 1,000 programas de televisión; actualmente, es el fundador y presidente del Think Tank "Poder Cívico A.C."; asimismo, es el curador del festival internacional La Ciudad de las Ideas.

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