Inés. La profetisa de Herrera del Duque

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A  Sofía Kostzer y Leonor Camacho, con agradecimiento.
A Don Mario Montoya, inteligencia, generosidad y eficacia.

Allá por los años que iniciaron el siglo XVI, existió, en esta nuestra tierra de Extremadura, una niña llamada Inés a quien, como ha sucedido en otros momentos de nuestra historia con otros zagalillos, le fue dado, dicen, el don de la profecía.

Es de sobras conocido, pues sobre ello se ha escrito mucho en estos últimos tiempos, que en el momento de su expulsión de los reinos de España muchos judíos pasaron por Extremadura en su camino hacia Portugal. También se ha insistido mucho en recordar que, una vez instalados en Portugal, muchos de ellos eligieron corno residencia lugares próximos a frontera y continuaron manteniendo relaciones con aquellos otros que habían preferido quedarse, aun viéndose obligados a convertirse por la fuerza.


Como dice el profesor Beinart entre los conversos extremeños y sus hermanos del otro lado de la frontera hubo una estrecha relación, y muchos conversos encontraron refugio en Portugal cuando la Inquisición comenzó a perseguirles en varios pueblos de la zona (aunque muy poco después un decreto del rey de Portugal también obligó a los judíos que vivían en ese país a exiliarse de nuevo o convenirse por la fuerza).

Lógicamente en este periodo intermedio, lleno de amenazas y rumores, en’ los que no faltaba el eco procedente de las tierras recientemente descubiertas, se avivaban y acrecentaban las esperanzas en la inminente llegada de un Mesías que llevaría a su pueblo a la Tierra Prometida. Y esto se hacía todavía más fuerte en una comunidad que, obligada a esconder sus creencias pero empeñada en hacerlas sobrevivir, transmitía estas esperanzas. en un susurro lleno de misterio.

Siendo muy niña había perdido Inés a su madre, criándola su madrastra, Beatriz Ramírez, que, junto al padre de la niña, Juan Esteban, se convertiría en una activa propagandista de las visiones de la niña. Sabemos que Inés anunció sus profecías en los últimos meses de 1499 y en los primeros de 1500. Aunque no se han encontrado las actas de su proceso, por los expedientes de otros inculpados en este asunto, sabemos que la niña Inés paseaba por el cielo, donde encontró ángeles que le dieron una señal para que la creyeran cuando regresara a la tierra. Sea como sea, por el contenido de los legajos conservados, podemos darnos cuenta de que fueron muchos los que creyeron que, como decía la zagala, era inminente la llegada del profeta Elías, que predicaría y prepararía a los conversos para su viaje a la Tierra Prometida, donde, decían, había siete mil jóvenes que esperaban a las muchachas conversas para contraer matrimonio con ellas. Apoyando estos decires, la también profetisa Mari Gómez aseguraba que ella también había subido a los cielos y .que allí había encontrado efectivamente a Inés, que estaba allí, escuchando predicar a Elías, que aconsejaba hacer muchas buenas y sinceras obras. Y Mari Gómez describía al profeta rodeado de niñas, una, Inés, otra que, según ella era de Córdoba, y una tercera que era la mismísima nieta de Jacob.

Dice el profesor Haim Beinart: “Resulta curioso este encuentro de las profetisas en el cielo… La Biblia sólo menciona a una nieta del patriarca Jacob, Séraj, hija de Ase”. También se alude a ella en un midras del Alpha Beta de Ben Sira”. Y dice que hubo quienes subieron vivos al jardín del Edén. Dijo: “¿Quiénes son? Dijo: Enoc y Séraj, hija de Aser, y Bitya, hija del Faraón, y Jiram, rey de Tyra… Séraj, hija de Aser, porque anunció a Jacob ¡Yosef está vivo! Le contestó, Jacob: la boca que me trajo la noticia de que Yosef vive, no conocerá la pena de muerte”.

Para entender este midras, hay que recordar la historia del profeta Elías que, como es sabido, subió a, en un carro de fuego. En el midras, por lo tanto, Séraj queda elevada a la misma categoría que el profeta Elías. En palabras de Mari Gómez, junto con ellos estaba también Inés. Pero lo más destacable es que el midras fuera conocido en un lugar tan apartado y a trasmano como el pueblo extremeño de Chillón. Quizás esto se pueda tomar como un indicio del alto nivel de cultura judía que tenía la comunidad conversa, descendiente de la judía. Sin alargamos demasiado en el tema, veamos también cuál era el papel Tic le correspondía cumplir al profeta Elías llevando a la Tierra Prometida todos los que tenían fe en la redención. Inés fijó la fecha del advenimiento del Mesías en marzo de 1500. En el día convenido, afirmó la profetisa, los conversos serían conducidos a su destino. No todos, claro está, sino únicamente quienes creyesen en su llegada, guardaran los preceptos del judaísmo, sobre todo los ayunos y el sábado con todos sus detalles, dieran limosna a los conversos pobres, etc. Tenían que reunirse también para rezar, cada uno según sus posibilidades, a pesar del riesgo y la vigilancia local de la Inquisición”.

Pese a que Juan Blázquez Miguel dice que “A Inés nada le ocurrió por no ser relapsa ni contumaz”, el profesor Beinart dice: “La Inquisición no tardó en intervenir y los expedientes inquisitoriales abundan en descripciones de cómo extirpó el movimiento quemando a los culpables. A los que no huyeron a tiempo a Portugal les esperaba un amargo final subiendo al cadalso y quemados en la hoguera. Niños y niñas fueron entregados en custodia a familias cristianas para que éstas se encargaran de reeducarlos (lo que por Cierto hace recordar a esas familias de militares chilenos o argentinos que adoptaban los hijos de aquellos que ellos mismos habían torturado). De la suerte de Inés sabemos por el expediente de un tal Juan González, vecino de Puebla de Alcocer. En un lugar al margen de su confesión anotó el notario del tribunal de Toledo: “Quemada la hija de Juan Esteban, profeta de Herrera”. Juan González confesó el 3 de agosto de 1500. Sabemos, por lo tanto, que la niña murió santificando el Nombre de Dios entre finales de mayo y comienzos de agosto”.

En este Bosque Yehudá Haleví de la ciudad de Hervás donde nos encontramos, pues los Caballeros de la Orden Nueva de Toledo -dedicada a la defensa y apoyo a Israel y la civilización judeocristiana-, acaban de plantar un olivo en nombre de nuestros buenos amigos de la comarca de Lacimurga—, el viento parece estar todavía preñado del eco de extrañas voces que parecen anunciar lo que sin duda va a ser. E Inés, la dulce niña que oyó la voz del profeta del carro de fuego —y a la que por ello la barbarie condenó a la hoguera—, viene a recordamos algo esencial: el trágico fin que se dio a aquello que entonces sucedió, es precisamente lo que, sea lo que sea lo que el ‘Viento susurre, nunca más deberá suceder. Educamos para que así sea es el único camino que tenemos para vencer a la fatalidad. Y por ello estas gozosas jornadas de convivencia entre gentes de diferentes religiones y culturas que hemos vivido aquí, en Hervás, hacen que sea el propio lugar el que viaje a los cielos, pues transforman Extremadura en la Otra Tierra de Promisión.

 

Bosque Yehudá Haleví. Hervás, provincia de Cáceres. Primavera del año 2014.
Año 5774 de la Creación del Mundo. Anno Templi DCCCIVC-Año 896.

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Acerca de Antonio Escudero Ríos

Nació en 1944 en Quintana de la Serena, Badajoz. Hizo las carreras de Filosofía y Publicidad en Madrid en donde reside desde 1960. Es editor literario e investigador de Judaica. Ha realizado ediciones facsimilares de la Guía de los Perplejos, el Cuzarí y de la obra de Isaac Cardoso. Dirigió las Jornadas Extremeñas de Estudios Judaicos en Hervás, en 1995, con Haim Beinart. Fue Director de las Actas del mencionado Congreso, publicadas en 1996. Colaborador en las revistas judías Raíces, Los Muestros, Maguem y Foro de la vida judía en el mundo, entre otras publicaciones. Creador, junto a otros entusiastas, de la Orden Nueva de Toledo, Fraternidad dedicada a la defensa plural de Israel y el Líbano cristiano, así como combatir el antisemitismo. Ha plantado miles de árboles, y construido, con Don Jaime Botella Pradillo, un jardín dedicado a los Justos de las Naciones en Las Navas del Marqués, en tierras de Castilla.

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