En las últimas semanas se ha estado discutiendo, cuál será la propuesta del Presidente Donald Trump, en relación con la puesta en práctica de un llamado “Plan de Paz” entre Israel y Palestina que pondría fin a los conflictos armados en ambas naciones para siempre. Sin embargo, las especulaciones apuntan a que el mandatario estadounidense, estaría designando el suburbio de Jerusalén Este, llamado Abu Dis, como futura capital de un estado palestino, siempre y cuando se cuente con el visto bueno de Benjamín Netanyahu, para lograr efectuar el llamado acuerdo del siglo.
Así mismo, los representantes del Presidente Trump, han aclarado que Estados Unidos no pretende imponer un acuerdo entre Israel y Palestina, sino tratar de construir un marco pacífico y viable para ambas partes, antes de finales de junio, posterior al mes sagrado musulmán del Ramadán. Ya que en las pasadas semanas el enviado especial de Trump, para las negociaciones internacionales Jason Greenblatt, asistió a la inauguración del traslado de la Embajada de Estados Unidos en Jerusalén y expuso que era imperante, solicitar a ambas naciones un esfuerzo para concretar dicho acuerdo de paz.
Desde los años noventa, esta idea de establecer un Estado palestino y su capital en Abu Dis, ya se había planteado aunque no llegó a concretarse, más allá de construir un edificio parlamentario por parte de la Autoridad Palestina. Por ello, es fundamental analizar, cuál será la postura en éste nuevo proyecto de paz esbozado por los Estados Unidos y en las manos del Presidente más controversial que ha tenido ésta potencia por décadas.
Los enfrentamientos entre israelíes y palestinos no han cesado nunca, estando los mismos más allá de la cuestión religiosa y esto debe parar; ya que la población a ambos lados del conflicto, no solo está cansada de tanta guerra y muerte, sino también de promesas incumplidas administración tras administración. Debido a que dentro y fuera de la región, también los Organismos Internacionales dependiendo del clima imperante y políticamente hablando, siempre terminan negociado con un territorio ajeno, el cual a todas luces se ha convertido en el ojo del huracán del Medio Oriente y por otra parte, en el caballo de Troya, para quienes pretenden congraciarse con un Estado u otro, según la mediación económica que se encuentre sobre la mesa.
Porque los procesos para acuerdos de paz entre Israel y Palestina, siempre se han visto marcados por las fluctuaciones del mercado, donde el petróleo es el que establece la pauta y muchas veces hasta impone, las reglas del juego sobre quien vive y muere en nombre de una u otra expresión de fe.
(Especial para el Diario Judío.com de México.)
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