El pasado miércoles 6 de diciembre, el Estado de Israel estuvo en el ojo de la opinión pública, debido a que el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció el establecimiento de su embajada en Jerusalén, generando gran consternación en algunos sectores del Mundo, por las implicaciones políticas y repercusiones que ésta decisión podría conllevar a futuro.
Sin embargo, es importante señalar que el mensaje de sumisión por parte de los demás países cuando trasladaron sus sedes diplomáticas a Tel Aviv, a la espera de un largo y ausente acuerdo de paz que nunca llegó, debe poner más que a pensar a los representantes de la ONU, en este momento. Debido a que durante varias décadas las diferentes organizaciones extremistas de la región, han hecho de las suyas una y otra vez, a ambos lados del conflicto.
Por ello, en este momento es necesario un verdadero diálogo entre estas dos naciones, impulsado hoy más que nunca, por esta decisión tomada por los Estados Unidos. La cual debe ser analizada con cautela por parte de los organismos internacionales, en el sentido de que pese a las amenazas por parte de varios grupos terroristas, la Organización de Naciones Unidas debe hacer más, de lo que hasta ahora ha hecho en este conflicto político-religioso.
Debido a que desde los años 50s, los enfrentamientos entre Israelíes y Palestinos no han cesado y esa ansiada paz de la que tanto se habla y añora, no se concreta en la práctica más allá del discurso y simplemente es una excusa recurrente y muy bien utilizada, durante las campañas electorales de algunos países, que otorgan o no sus apoyos según lo que les convenga en ese momento, de acuerdo con sus intereses y los aportes que puedan obtener del pueblo Judío.
Como también es evidente, la intervención económica que reciben determinadas organizaciones mundiales por parte de los países del Medio Oriente, para poder financiarse y congraciarse con los estados petroleros de la región Árabe; más allá del discurso que seamos capaces de dilucidar, en medio del conflicto político-religioso y armado que existe en este momento y que ha estado presente por siglos.
En conclusión, las políticas mundiales que rigen el rumbo de la Humanidad y en éste caso el futuro de todos, no solo se encuentran desgastadas y en crisis, sino también necesitan de nuevas estrategias de análisis para una pronta solución que no continué poniendo en riesgo más vidas.
Porque aunque muchos no se sientan en medio del conflicto, de una u otra forma sí lo están, a pesar que se encuentren a miles de kilómetros de distancia y crean que lo que está ocurriendo entre Israel y Palestina, no es asunto suyo.
Así debemos ser conscientes y críticos en cuanto a cómo ser más proactivos y solidarios, frente a una causa que en realidad nos compete a todos, como habitantes también de este planeta llamado tierra, ya que el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, es una nueva excusa de quienes no aceptan la existencia misma de Israel como Estado y pretenden su destrucción…
Jag Sameaj Hanukka.
(Especial para el Diario Judío.com de México).
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