Jornadas Extremeñas de Estudios Judaicos, 2da. parte

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Hazte un monumento perdurable
mediante el Amor que siembras.
Enseñanzas de Jeti. Egipto, Imperio Antiguo.

No temas, sigue hablando y no te calles pues yo estoy
contigo  y nadie te pondrá la mano encima para hacerte daño.
Hechos de los Apóstoles 18, 9-10.

 A doña Luz Rebolledo Tamayo, in memoriam.
A mi amigo Horacio Kohan, con el cariño de siempre.


Pero si terrible fue la expulsión y el exilio para aquellos que se vieron obligados a marcharse, y de esto se habló mucho durante estas Jornadas, más terrible todavía fue el destino de aquellos que prefirieron quedarse y convertirse, y de esto se habló todavía más. Por ejemplo, el archivero bibliotecario del Real Monasterio de Guadalupe, Sebastián García, O. F. M., centrándose en el relato del bautismo del pobre Abraham Seneor, rabino mayor de las aljamas de Castilla, que tuvo lugar en el santuario guadalupense el 15 de junio de 1492 en presencia de Isabel y Fernando como padrinos y del cardenal de España Pedro González de Mendoza, arzobispo primado de Toledo, también tuvo tiempo de hablarnos del triste destino de algunos monjes judaizantes, que pensaron encontrar entre los muros del monasterio refugio del mundo, pero que vieron llegar hasta ellos el brazo terrible de la Inquisición.

El trabajo de Jesús Antonio Cid, de la Universidad Complutense, también versó sobre un tema similar, aunque enfocado de muy distinta manera. Estudiando el texto de un poema judeoespañol, escrito muy probablemente en este mismo monasterio de Guadalupe en el siglo xiv pero redescubierto muy recientemente, Jesús Antonio Cid, siguiendo en algunos momentos los trabajos de I. M. Hassán (que se ocupó, por cierto, con mucho cuidado y dedicación del asesoramiento científico de estas Jornadas), analizó algunos aspectos de este tipo de poesía de origen hebreo, intentando desentrañar las relaciones e influencias que existen entre esta sensibilidad poética y el conjunto de las letras castellanas.

Por supuesto también hubo trabajos más «técnicos», corno el muy meritorio de Yolanda Moreno Koch, también de la Complutense madrileña, sobre las contribuciones económicas de los judíos extremeños en la segunda mitad del siglo XV. Un trabajo arduo y aparentemente aburrido pero de enorme importancia, pues si por un lado es evidente que el estudio de la fiscalidad medieval nos revela de manera fidedigna algunos aspectos fundamentales del pasado, en este caso concreto también nos desvela la, por desgracia constante, injusticia de los hombres. La investigación de Pilar Huerga Criado, autora de una cautivadora obra titulada En la raya de Portugal, aportó unas interesantes reflexiones sobre las complejísimas vicisitudes que vivieron los judeoconversos en esta región.

José Luis Lacave tuvo la amabilidad de aportarnos nuevos datos, algunos de ellos inéditos, sobre la presencia de vestigios arqueológicos de juderías y sinagogas extremeñas. También fue éste el tema del que nos habló el catedrático de Didáctica de las Ciencias Sociales de la Universidad de Extremadura, Julio Fernández Nieva, que tituló su ponencia «Aljamas y sinagogas en la Extremadura meridional en torno al 1500».

Un tema más concreto centró Carlos Carrete Parrondo, de la Universidad de Salamanca, que nos habló de las aventuras y desventuras de Pedro de Plasencia que, tras vender sus propiedades por cuatro chavos, pues fue obligado por judío a emigrar a Portugal, donde finalmente tuvo que convertirse, decidió regresar a Plasencia ya cristiano, y no sólo regresó, sino que pleiteó intentando recuperar sus mal vendidos bienes. Aunque desde muy distintos posicionamientos tanto Marciano de Hervás como José Manuel Pedrosa hicieron frente a una misma problemática: las huellas dejadas por lo judío en la cultura popular extremeña.

Desgraciadamente el eco del horror parece haber apagado aquí el eco gozoso de esas maravillosas coplas sefardíes que leyó y comentó con donosura la estudiosa Elena Romero. Aquí no era de festividades agrícolas y de lances amorosos de lo que se trataba. No. Los romances de los que nos habló Pedrosa no pueden ocultar su contenido claramente antisemita. Y más trágicas y burdas son todavía todas esas historias de hostias profanadas de las que nos habló su compañero. Como lo son —aunque Pedrosa supo hacernos ver que tienen remotos orígenes relacionados con la agricultura a los que han venido a relacionarse luego otros elementos— muchas de esas fiestas en las que se persigue y maltrata con tanta mofa y escarnio a un monigote. Fiestas que por otro lado parecen ser muy populares en estas regiones, pues de ellas nos habló también Fernando Flores de Manzano en su ponencia «El pasado hebraico del valle del Jerte: su historia e inserción en la cultura popular».

Mucho más anecdótico, pero no por ello menos lleno de enseñanzas, fue el tema elegido por Fernando Díaz Esteban, también de la Complutense, pues éste trataba de un aventurero llamado David Reubení que estuvo por estas tierras diciendo y pretendiendo ser nada menos que un miembro de una de las diez tribus perdidas de Israel (concretamente decía proceder de la tribu de Rubén) y que, finalmente, fue detenido y entregado a la Inquisición, que lo ejecutó en 1538.

«Tránsito y mudar de estrellas en los senderos de la Extremadura judía», que éste era el título de la ponencia de Joaquín Lledó, intentaba reflexionar sobre el importante papel jugado por los judíos en la transmisión de la cultura científica del sur al norte de Europa y, sobre todo, del Mediterráneo al Atlántico, y en este sentido evidente es que la expulsión de 1492 no hizo sino acelerar un proceso de huida de intelectuales que ya se había desencadenado en los progrones de los siglos anteriores. Muy interesante el trabajo de Manuel Pecellín Lancharro, que aportó algunos datos nuevos sobre las especialísimas relaciones filiales que, durante toda su vida y hasta el mismísimo momento de su muerte, mantuvo con la cultura hebrea Benito Arias Montano, capellán de Felipe II y nuestro más insigne hebraísta. Jacobo Israel Garzón, director de la revista Raíces (entre todas aquellas especializadas en lo judeoespañol probablemente una de las mejores), habló por último en Hervás de un tema ligeramente diferente al de los otros, puesto que su ponencia se centraba en la presencia judía en Extremadura durante estos últimos siglos y años, en realidad prácticamente inexistente o muy escasa.

Pero curiosamente sus referencias a la presencia de judíos en esas Brigadas Internacionales que en estos parajes batallaron entre otras cosas por la libertad de creer o no creer aquello que cada uno quiere o no quiere creer, excitaron algunas sensibilidades. Y ello provocó una corta pero interesante polémica. Pero con toda seguridad el acto más festivo fue la lectura de unos versos de Judá el Levita a dos voces, en español y en hebreo, que hicieron Isabel Escudero, cuya linda presencia e inmenso talento fueron esenciales para el desarrollo de estas Jornadas, y la profesora de la Universidad de Haifa, Aviva Dorón, que ha prologado y comentado con mucho acierto la reciente edición de la obra del gran HaLeví.

Agustín García Calvo tuvo la amabilidad de venir a pronunciar el sermón de clausura, que tituló «Escritura y razón de Don Sem Tob». Y fue cosa de mucho agrado escuchar de su hermosa voz, con arcaica y cuidada dicción, los razonadores versos del judío de Carrión de los Condes. Y luego está por supuesto lo que podernos considerar el momento más entrañable, ese homenaje sincero que se le tributó a un auténtico sabio que se encontraba entre nosotros, el profesor Haim Beinart, autor de importantes estudios y trabajos sobre la cultura judeo extremeña. Aunque también fue hondamente emotivo ese momento de la última jornada que nos reunió a todos, conferenciantes, autoridades locales e, incluso, algunos habitantes de Hervás, para hacernos plantar más de un centenar de árboles, olivos, arces, castaños y algunas especies más, que deben constituir aquí, en Hervás, un jardín que llevará el nombre del iluminado poeta Yehudá HaLeví.

Y Antonio José Escudero, sin ninguna duda el entusiasta animador de estas Jornadas por su constante y tenaz entrega a la investigación sobre temas judíos, se halla ahora muy sorprendido a propósito de algunos extraños rumores que a propósito de este bosque han comenzado a circular.

Dicen que en este lugar donde los árboles crecen lenta, muy lentamente, algunos han tenido ya una extraña visión, que sin ninguna duda no desmerece de aquellas que tuvieron —¡benditos sean sus nombres!— nuestros Ezequiel y Zacarías, pues dicen que al mismísimo HaLeví se les aparece, causándoles tremenda impresión, cabalgando un inmenso toro al que embrida con una gruesa serpiente viva y arrastrando tras de sí todos los misterios del umbroso bosque, mas no a la pagana manera, sino a la hebrea. Que para los judíos los primeros templos fueron bosques y su Yahveh no desdeñó comparecer en las zarzas. Y conocida es la importancia que da la Torá a todo lo que se relaciona con los árboles.

Lo que es menos extraño es que en esta aparición coronen en la frente del poeta laurel, pues muchas son las obras del judío de Tudela que le hacen merecedor de la apolínea planta del éxtasis y de las visiones. Además no olvida el sabio sus santos quehaceres pues, según dicen los que esto han visto, bajando del astado se suele poner a estudiar el Talmud paseando entre estos árboles. Entre estos árboles que plantaron un grupo de dispares investigadores que se reunieron aquí para intercambiar pareceres pero, sobre todo, para intentar encontrar el sendero que, a través de la silenciosa selva, lleva al calvero de una amistad que no exige el sacrificio de la diferencia.

De todas maneras una cosa es cierta: este bosque HaLeví ha sabido encontrar jardineros, ya que dicen que no es raro ver en los atardeceres a nuestro entrañable Marciano y a su doncella Inés dedicando unas horas de su tiempo a mantener decente esta modesta imagen del paraíso que plantamos en el delicioso valle del río Ambroz. Nuestro largo viaje por el recuerdo está llegando a su fin. Pero detengámonos aún un instante en ese olivo que plantó Haim Beinart en el mes de Adar II del año 5755 de la creación.

El árbol, la estela conmemorativa y el bosque se han convertido en un santuario, en lugar de peregrinación y romería. Y soñarnos que el acto de plantar árboles en este lugar se terminará convirtiendo en una tradición; y que no será cosa insólita contemplar junto a la roca del sabio de Israel ofrendas votivas de cereales, frutos y flores; y que el plantar árboles en estos campos acabará siendo un símbolo de redención en la hermosa Extremadura, la Otra Tierra de Promisión. Acerquemos el rojo vino que calienta el alma a nuestros mortales labios y brindemos: concordia de todos y paz a todos, y la bondad, que nunca prescribe, ¡shalom!

Nosotros nos complació dedicar este bosque a nuestro admirado autor del Cruzarí, ese libro maravilloso cuya primera traducción al castellano, del siglo xv, se propone editar en facsímil uno de nosotros.

Acerca de Antonio Escudero Ríos

Nació en 1944 en Quintana de la Serena, Badajoz. Hizo las carreras de Filosofía y Publicidad en Madrid en donde reside desde 1960. Es editor literario e investigador de Judaica. Ha realizado ediciones facsimilares de la Guía de los Perplejos, el Cuzarí y de la obra de Isaac Cardoso. Dirigió las Jornadas Extremeñas de Estudios Judaicos en Hervás, en 1995, con Haim Beinart. Fue Director de las Actas del mencionado Congreso, publicadas en 1996. Colaborador en las revistas judías Raíces, Los Muestros, Maguem y Foro de la vida judía en el mundo, entre otras publicaciones. Creador, junto a otros entusiastas, de la Orden Nueva de Toledo, Fraternidad dedicada a la defensa plural de Israel y el Líbano cristiano, así como combatir el antisemitismo. Ha plantado miles de árboles, y construido, con Don Jaime Botella Pradillo, un jardín dedicado a los Justos de las Naciones en Las Navas del Marqués, en tierras de Castilla.

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