La Hoja de Ruta : Yeshayahu Leibowitz frente a la ocupación. Perspectivas para hoy

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Considero oportuno difundir la nota incluida en mi blog, la semana que viene se cumplen 5 años que la publiqué.

No son palabras mías, son las ideas del Profesor y Rabino Y Leibowits tal como se publicaron en la red.

Es especialmente oportuno ante el asesinato del rabino Birmajer y las palabras de mal gusto de su hermano el escritor Birmajer al que bien puede incluirse en la crítica de Montaigne y Cervantes que intuyeron que el gran don de la abundancia de los libros que había traído la imprenta llevaba aparejado el peligro de un ensimismamiento excesivo en las palabras escritas, que cobraban, por el solo hecho de estar impresas, la sugestión inapelable de la verdad.


Copio el contenido:

CARTAS DESDE ISRAEL: Yeshayahu Leibowitz

La Hoja de Ruta : Yeshayahu Leibowitz frente a la ocupación:perspectivas para hoy

Es difícil, en la época que vivimos, pasar por alto las advertencias y observaciones del desaparecido Profesor Yeshayahu Leibowitz, en lo referente al conflicto israelo-palestino y el posible futuro de los asentamientos judíos en los territorios ocupados.

Desde 1967, Yeshayahu Leibowitz ha sido uno de los más aguerridos y agudos críticos del proceso de colonización de los territorios conquistados en la Guerra de los Seis Días. Leibowitz, quien fuera denominado por Isaiah Berlin “la conciencia de Israel”, consideraba que Israel no podría seguir existiendo como un país democrático en el que millones de palestinos bajo su dominio no pudieran gozar de derechos civiles y nacionales. Desde los primeros días de euforia que acompañaron el fin de la guerra, Leibowitz hizo el llamado a abandonar los territorios ocupados, no guiado por la ilusión de que dicho paso traería la anhelada paz con el mundo árabe, sino bajo la consideración de que se trataba de un imperativo moral imprescindible, sin el cual el Estado no podría seguir siendo judío y democrático.

Pero la particularidad de Leibowitz radica en el hecho de ser, no sólo un álgido crítico de la política israelí en los territorios ocupados, sino también un judío observante, orientado por una rígida versión del judaísmo ortodoxo, que identificaba de manera radical el judaísmo con la Halajáh (ley judía). Leibowitz, sionista convencido y judío ortodoxo, era uno de los más lúcidos representantes de una concepción hoy día minoritaria, que permite la coexistencia entre el sionismo y la ortodoxia judía, sin que ambas se fundan en un proyecto nacional.

Como sionista comprometido, Leibowitz se opuso siempre a los sectores ortodoxos judíos que levantaban la bandera de la pasividad, en espera de la llegada de los tiempos mesiánicos. Creía en la autodeterminación nacional del pueblo judío y su derecho a ser soberano en su propia tierra aquí y ahora. Sin embargo, se negaba a ver en la consumación del proyecto sionista, el Estado de Israel, la realización de algún designio divino o una quimera mesiánica. Para Leibowitz el contenido del sionismo era esencialmente secular y provenía del deseo del pueblo judío de alcanzar la soberanía política, ni más ni menos. Por ello, cuando alguien sostenía haber llegado al sionismo por razones religiosas, respondía con su acostumbrada ironía: “Este hecho no nos dice nada acerca del sionismo… Hay algunos sionistas que están imbuidos en la meditación trascendental, ¿qué tiene eso que ver con el sionismo?” No había otra definición posible del sionismo que no fuera a través del denominador común más bajo en el que pudieran encontrarse todos los sionistas, a saber, el deseo de reestablecer la independencia nacional y política del pueblo judío en su tierra.

Los colonos judíos que, empujados por una fuerte motivación religiosa han hecho grandes esfuerzos por crear asentamientos judíos en los territorios ocupados en 1967, han sido acérrimos rivales ideológicos de Leibowitz. No sólo sus posturas políticas despertaron su antagonismo sino también, y sobre todo, sus posturas religiosas.

Fetichización de la tierra

Para el sector religioso-nacional que respalda la empresa de la colonización, la era mesiánica se encuentra al final del camino. Cada nuevo asentamiento del pueblo en su tierra prometida significa un paso adelante hacia el futuro mesiánico. Hace apenas unos días, una de las personalidades políticas que encabeza el movimiento de colonización, Janán Porat, ha dicho en la radio israelí: “No podemos estar equivocados, porque actuamos de acuerdo con el plan divino”. Otro líder religioso ha hecho recientemente la comparación, no del todo nueva, entre los pioneros (jalutzim) que construyeron kibutzim y otros asentamientos antes de ser creado el Estado, y la labor de los actuales colonos: “Hemos construido nuevos asentamientos bajo el gobierno turco, bajo gobierno inglés y lo seguiremos haciendo bajo gobierno israelí.”

De lo anterior se desprende que el Estado de Israel no es el objetivo sino el medio, el instrumento, de un más amplio programa de redención. El concepto de “Israel” o “Pueblo de Israel” adquiere un carácter místico y el sionismo no tiene sino un fin religioso, aun y cuando aquellos sionistas seculares o laicos no se den cuenta de esto. Ellos mismos son instrumentos del plan divino.

Esta visión sionista-religiosa era insufrible desde la propia percepción religiosa del profesor Leibowitz. Para él, la confusión entre el pueblo de Israel real y el “Israel” místico, condujo a la deificación de la nación y a la fetichización de la tierra. Ello era intolerable en tanto que, desde la estricta posición religiosa de Leibowitz, el campo religioso se reducía única y exclusivamente a la observancia de la ley judía, sin penetrar nunca al campo de la historia profana. De acuerdo con ello, el mesianismo en sus diversas formas siempre ha sido desastroso para el pueblo judío, y no ha sido fuente de una “auténtica”devoción religiosa. Más aún, Leibowitz consideraba insolente a quien era capaz de decir que tal o cual acontecimiento era producto de la intervención divina, del “dedo de Dios”, resaltando siempre que los demás hombres, incluido él mismo, no tienen la capacidad de saber qué acontece detrás de las bambalinas. Esta separación tan estricta entre el campo religioso y el moral era lo que permitía a Leibowitz plantear con tanta agudeza cuestiones relacionadas con la minoría árabe de Israel y los territorios ocupados. Sus persistentes críticas provenían, no de una profunda inclinación religiosa hacia la justicia sino, más bien, de una tajante separación entre lo religioso y lo moral. Lo religioso, lo santo, son absolutos. Si lo religioso se contaminaba de consideraciones políticas, sociales e incluso morales, pierde su valor absoluto, se relativiza y se entremezcla con lo profano.

Así, el término religioso-nacional era para Leibowitz una aberración. Aquel que ve el significado de la fe en el nacionalismo y es capaz de adjudicar al ejército el atributo de santidad, no era considerado por Leibowitz un hombre religioso. Por tanto, consideraba que, una vez que la quimera mesiánica que se basa en el “Gran Israel” (el Estado de Israel junto con los territorios ocupados en 1967: Gaza, Judea y Samaria) se desvanezca, el judaísmo de los colonos se disolverá también: “No tendrán judaísmo, porque lo conceptualizan sólo como expresión de ‘valentía, grandeza, magnificencia, eternidad y esplendor’ del Estado de Israel. Estos atributos que el Rey David adjudicó a Dios, son traspasados por ellos [los colonos] al Estado de Israel, constituyéndose en expresión de profunda idolatría.”

Santo es sólo Dios

La crítica hacia la creación de asentamientos en los territorios de la Margen Occidental y Gaza, es política. Pero la crítica hacia la motivación que los empuja es religiosa, en otras palabras, es una crítica hacia la concepción idolátrica que santifica la tierra, el ejército y el Estado. Y santo, continúa Leibowitz, es sólo Dios.

Yeshayahu Leibowitz expresó estas posiciones a partir de 1967, una vez que hubo terminado la guerra. Pero sus críticas se acentuaron conforme se inició el proceso de colonización en los años setenta, y se volvieron aún más incisivas conforme la colonización alcanzó mayor envergadura. Frente a los desafíos que nos presenta el presente, sus posturas siguen siendo tan relevantes como entonces. Los planteamientos de Leibowitz a lo largo de la historia de Israel han sido ineludibles, incluso para aquellos que no llegan a estar de acuerdo con ellos. Lo han sido en el tema de la relación religión-estado, en temas políticos y en temas religiosos. Hay que enfrentarse a ellos y llegar a nuevas síntesis. En nuestros días, en los que incluso la derecha israelí encabezada por el Likud está llegando a la conclusión de que hay que alcanzar una conciliación territorial con los palestinos, las posturas de Leibowitz se vuelven a mostrar relevantes, alertándonos acerca de las implicaciones de gobernar a otro pueblo contra su voluntad, y de los peligros a los que pueden conducir las posturas religiosas mesiánicas, especialmente ahora que el futuro nos augura el fin del sueño de la “Gran Israel.”

Nota publicada en: http://www.doingzionism.org/es/resources/view.asp?id=1469.

Me alegre mucho encontrar esta nota en el internet y sin duda muy necesaria para recordar
que hay diversas opiniones en Israel, no solo las de los seudo-historiadores que mas me hacen recordar a Tato Bores.

Acerca de Julio Ioseph May

Julio Ioseph May (Yossi) nació en Entre Ríos, Argentina. Es Contador Público de la Universidad de Buenos Aires. Desde 1973 viviò  en el Estado de Israel y a partir de febrero 2014 reside en Barranquilla, Colombia. En vistas a la tercera edad comenzó a practicar su sueño de escribir que lo acompañó desde chico.Participa activamente en variados grupos literarios del internet. Comparte publicaciones de cinco antologías: De Paz y De Guerrasy Lazos Umbilicales publicadas en Israel en 2007, "primer antología" de Muestrario de Palabras (2007) y Libro del Haiku, Ediciones Artesanales Santoamor (2008) ambas en Buenos Aires. Pensamiento Antologico Universal, La poesia purifica la vida humana, Congreso Universal de Poesia Hispanoamericana, publicada en Mexico 2010. La revista virtual Palabras al Sol publicaba regularmentecuentos y poemas de su autoría. Su preferencia es la narración.

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