La maleta negra

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El 26 de septiembre será el aniversario de la muerte de Walter Benjamin, su obra ha sido redescubierta y admirada como creación de uno de los grandes pensadores del siglo XX. La colección de sus escritos fue publicada después de su muerte y es fuente de inspiración y productividad por su riqueza intelectual. Fue filósofo original, gran ensayista y crítico de arte sensible y culto. Su base filosófica y adecuación al presente son parte importante del pensamiento de filósofos y críticos contemporáneos.

Estudió la experiencia estética para superar el amargo nihilismo de valores de su tiempo; extendió su estudio al conocimiento matemático-mecánico que le parecía un concepto restringido de experiencia. Lo resolvió con una gran transformación y corrección de la experiencia que solo se podía obtener en la relación de conocimiento y lenguaje porque en todo evento participa de alguna manera el lenguaje. Darle nombre a las cosas, la tarea de Adán, es el principio de la historia del significar.

Revisó radicalmente el concepto filosófico de idea y requirió una filosofía de la historia nueva al estudiar su última condición, no como objetivo final, sino como un estado de perfección que tiene el potencial de manifestarse en cualquier momento, la verdad es vista dentro de un círculo de danza de ideas representadas. Esta conjunción entre el estado de perfección y el momento efímero la define como la idea del arte. Infinito e inmediato no son mutuamente excluyentes, son la idea central de realización infinita.


Su ensayo sobre arte y técnica es un texto básico en la teoría de cine, la tecnología es la relación de naturaleza y humanidad, el arte de las masas aparece como mecanismo educativo que permite descubrir su potencial tecnológico, la función del cine es entrenar a los hombres en la apercepción y reacciones frente a la vasta técnica que se expande casi cada día y puedan superarse cuando se haya adaptado a las nuevas fuerzas de producción liberadas por la tecnología.

Unir lo infinito con lo momentáneo lo lleva a ver la revolución como una interrupción de la historia. “La sociedad sin clases no es el final del progreso histórico, dice, sino su interrupción”.

The Arcades Project, tal vez su libro más importante, se publicó en inglés en 1999, en alemán en 1982, 42 años después de la muerte de Benjamin. Trabajó en él 13 años y fue concebido como modelo de historiografía materialista, filosófica y política. Es la experiencia de la metrópolis capitalista de sus días, un paradigma del conocimiento en un sistema bajo las condiciones de modernidad confirmando la verdad histórica y filosófica de Benjamin.

En 1949, 9 años después de su muerte, se fundó la Sociedad Internacional de Walter Benjamin, uniendo filósofos, escritores, artistas, teóricos de la media y editores que veían en la obra de Benjamin una arquitectura donde todas las puertas y ventanas estaban abiertas. En sus huellas se formó otra sociedad con miembros de 19 países integrando un fórum de investigación y promoción del potencial creativo y visionario de Benjamin. Promueven conferencias, exhibiciones y eventos interdisciplinarios en diferentes ciudades europeas año con año.

Walter Bendix Schoenflies Benjamin nació en Berlín en julio de 1892. Muy joven empezó a publicar artículos en Der Anfang; estudió filosofía en las universidades de Frankfurt y Berlín, en 1915 conoció a Gerhard [Gershon] Scholem y fueron amigos toda la vida; Scholem influiría en su judaísmo descuidado en su familia, su influencia es clara en los ensayos de Benjamin sobre Kafka y Klee y en su concepción de la historia. Scholem se empeñó infructuosamente en la Alyah de Benjamin a la Universidad de Jerusalén; después de su muerte, se empeñó en rescatar su obra.

Benjamin quiso ser académico en la universidad de Frankfurt, pero fue rechazado. Su primer libro, Critica de la Violencia, fue publicado en 1921 y continúo escribiendo, siempre escribiendo. Se casó, tuvo un hijo y se divorció.

En 1933 salió de Alemania, finalmente llegó a París. Allí, en 39, fue detenido por el gobierno francés y enviado a un campo de concentración en Nevers porque los nazis habían despojado a los alemanes judíos de su ciudadanía convirtiéndolos en apátridas. En el campo conoció a un hombre que le aseguró que su esposa lo podía conducir hasta España. La mujer se llamaba Lisa Fittko y se encontraba en Port Vendres.

Benjamin volvió a París en junio de 40. Cuando los alemanes derrotaron a los francés el 13 de junio, viajo a Lourdes porque los nazis tenían órdenes de apresarlo. Obtuvo, gracias a un amigo, una Visa para los Estados Unidos y planeo su viaje por Portugal, atravesando España.

En 1980, la Sra. Fittko escribió y publico su aventura con Benjamin, nosotros la resumimos:

“La ruta que yo conocía bien para atravesar los Pirineos fue cerrada y vigilada por las autoridades, tuve que buscar una alternativa y me dirigieron al alcaide de Banyuls-sur- Mer, Azeima, un viejo socialista que había asistido a los españoles revolucionarios en muchas ocasiones con contrabando afortunado. La única ruta que quedaba y era segura, era “La Route Lister”, pero significaba caminar más al Oeste de la que yo conocía y escalar a una mayor altura.

Una mañana de septiembre de 1940, tocó a la puerta de mi cuarto, Benjamin, a quien yo ya conocía, y me saludó con toda formalidad y cortesía, mientras el mundo se hacía pedazos, le conté de las nuevas condiciones y le parecieron bien, “mientras sea seguro” dijo, no estoy bien del corazón y tendré que caminar más despacio. Además, dos personas que me han acompañado desde Marsella tienen que cruzar la frontera, una mujer y su hijo adolescente. ¿Los llevará con nosotros?

Claro, le respondí, pero se da cuenta de que no soy experta en esa región, nunca he usado ese camino; tengo un mapa e indicaciones detalladas que Azeima recuerda.

¿Quiere tomar el riesgo? le pregunté.

Si, dijo sin titubear, el verdadero riesgo seria no ir.

Propuse que ambos visitáramos al alcaide para mayor seguridad en los detalles. Fuimos a pie hasta Banyuls y Azeima sugirió que de inmediato camináramos el primer tramo hasta un claro señalado por el para ver si podíamos seguir las indicaciones; cuando regresen se reportan conmigo, pasan la noche en el hotel y en la mañana, antes del amanecer, inician el ascenso mezclados con los campesinos que van a trabajar a la montaña y siguen hasta la frontera española.

¿Qué tan lejos esta ese claro?, preguntó Benjamin. Menos de una hora, seguro no más de dos, fue la respuesta, será un paseo agradable.

Recogimos a los compañeros que nos esperaban en el Hotel de Port Vendres. Caminamos despacio, como turistas, Benjamin llevaba una maleta negra a pesar de las indicaciones de no llevar bultos, la maleta parecía pesada y me ofrecí a llevarla, Benjamin me explicó que era un nuevo manuscrito, “es lo más importante para mí, agrego, no puedo arriesgarme a perderlo, debe ser salvado, es más importante que yo”.

Llegamos sin gran esfuerzo, era la tercera parte del camino, Benjamin se acostó y cerró los ojos, parecía estar descansando, al poco tiempo debíamos iniciar el descenso de regreso al hotel, pero Benjamin no se levantó, había decidido pasar allí la noche mientras nosotros bajábamos y volvíamos. Nada lo convenció de que nos acompañara, temía que el esfuerzo sería muy pesado para su corazón, luego, allí nos esperaría.

Volvimos al hotel y yo logré comprar pan con tarjetas falsas. Reiniciamos nuestro ascenso en la oscuridad y nos encontramos con Benjamin listo para seguir caminando.

La ruta era segura porque iba paralela al camino conocido como “oficial” a lo largo de la cúspide de las montañas. Nuestra ruta, al lado del camino de contrabandistas, estaba oculta a la mirada de las patrullas de guardias francesas. En algunos puntos se acercaban peligrosamente y teníamos que guardar silencio.

Benjamin caminaba despacio con ritmo constante. Descansaba a intervalos regulares. Lo había calculado todo; ‘Con esta medida, me dijo, podre llegar al final. Debo descansar antes de agotarme. Nunca te desperdicies.’

Lo que más me importaba era salvar al pequeño grupo de los nazis, Benjamin no se separaría jamás de su maleta tan pesada y la tuvimos que cargar por encima de las montañas, José el adolescente y yo nos turnábamos para cargarla, hablábamos poco y vigilábamos el camino para no perdernos. Entre los viñedos que cultivaban los campesinos no había sendero y la inclinación era más aguda. Benjamin trato de subir y por primera vez no pudo. Nos dijo que la subida estaba más allá de sus posibilidades. José y yo lo tomamos entre los dos con sus brazos sobre nuestros hombros y lo llevamos adelante. Respiraba con dificultad, pero no se quejaba, ni siquiera un suspiro. Solo miraba la maleta negra.

Después del viñedo descansamos, habían pasado más de 4 o 5 horas, comimos sin hambre, nuestros estómagos se habían encogido los últimos meses. El camino era más difícil de lo que había pensado, por otro lado, en mejores condiciones, habríamos hecho la caminata en menos tiempo.

Nos levantamos y seguimos caminando, ahora, el camino era casi recto, sin embargo, no era del todo fácil. Para Benjamin debe haber sido difícil, llevaba muchas horas en pie. Su paso se hizo más lento, sus descansos más largos, pero siempre a intervalos regulares.

Y llegamos a la cumbre, desde allí se veía la costa española. ¡Ya estábamos en España! ahora el camino llevaría directamente al pueblo. Era el momento en que debía regresar. Mis tres protegidos tenían los papeles necesarios, pero yo no podía arriesgarme a ser sorprendida en suelo español. Los acampane otro trecho corto hasta donde se veía el pueblo a la orilla del Mediterráneo, en la falda de la montaña, el camino bajaba directamente a donde cruzarían la frontera: Port-Bou. Habíamos caminado 9 horas, Benjamin dos horas menos. Me despedí y volví atrás, de regreso el camino ya me era conocido. En dos horas de descenso llegue a Banyuls. En los meses siguientes ya podíamos hacer la caminata de subida en dos horas y la hacíamos 2 o 3 veces por semana.”

Benjamin y sus compañeros llegaron a Port -Bou y las autoridades españolas les informaron que las nuevas órdenes de Madrid decían que nadie podía entrar a España sin una visa de salida de Francia. O tal vez la orden decía que ningún apátrida podía entrar o que las visas de transito expedidas en Marsella eran invalidas, o el guardia en turno estaba equivocado. Pero no podían entrar a España y serian regresados a las autoridades francesas-alemana, pronto cambiaron las ordenes y muchos lograron escapar de la garra del nazismo por Port-Bou, pero para Benjamin fue muy tarde. Él lo tenía todo calculado, su manuscrito estaba fuera del alcance de la Gestapo. Cruzar los Pirineos lo había dejado exhausto, no creía que pudiera volver a hacerlo, tenía la suficiente cantidad de pastillas para resolver la angustia.

Esa noche del 26 de septiembre de 1940 Benjamin se suicidó. Impresionados y sacudidos por su muerte, las autoridades españolas permitieron que sus acompañantes continuaran su viaje.

Benjamin está enterrado en un panteón cristiano en Port-Bou separado de todas las tumbas, al final de una pequeña avenida adornada con vegetación y cerca del mediterráneo. En su tumba hay piedras, testimonio de quienes lo visitan. Su maleta negra sigue perdida.

Acerca de Alicia Korenbrot

Nació en la Ciudad de México, terminó sus estudios de Filosofía en la UNAM, es Escritora y traductora. Actualemente reside en Israel.

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