En este Mundo tan convulso y aparentemente con un destino incierto, en relación con los derechos y garantías que deben tener los seres humanos en su conjunto; podemos denunciar el hecho de que la falta de educación, ha sido la forma más económica de explotación hacia el otro, ya que todas las sociedades sin excepción han sufrido los embates de las guerras y la opresión, amparada muchas veces en la ignorancia que es la peor consejera.
Siendo presa la ciudadanía del analfabetismo, el cual se ha visto alimentado por la falta de inversión en efectivos programas de educación pública y, la demagogia con que en algunos países se maneja la política interna, expresada en clientelismo puro.
Donde no solo es necesario instruir en la alfabetización de muchos, sino además en el compromiso de que las actuales y futuras generaciones, logren alcanzar sus metas basadas en una empatía de superación personal, nacional y mundial. Y donde con compromiso serio, los organismos competentes eduquen en valores y ética a todos sus ciudadanos.
Más allá del ideario de que es suficiente con que sepan leer y escribir, porque es fundamental que eso que leen y escriben lo entiendan primero y luego lo apliquen de forma consciente y crítica; contribuyendo a mejorar el ambiente en donde se desarrollan como seres humanos comprometidos. Basados en una educación que no puede relativizar la situación mundial, ya que ellos mismos forman parte de esa realidad lo quieran o no.
Porque en la actualidad el Estado debe de encargarse de instruir a las nuevas generaciones, para ver si así logran que la inestabilidad que se percibe a nivel general, no termine como algunos han predicho, a puertas de una Tercera Guerra Mundial.
Por la imprudencia de algunos gobernantes, los cuales llegaron al poder mediante el descontento de un pueblo que no reflexionó al ejercer el sufragio, en el sentido de solo mostrar indiferencia, más allá del salario que se pueda devengar de un empleo fijo.
Por ello, es necesario una inversión en nuevos planes de educación, siendo ésta más inclusiva y crítica, en relación con los desafíos que deberán enfrentar, aquellos a quienes les heredemos las próximas coyunturas histórico-sociales; si es que quedará algo que heredar, por los enfrentamientos a ambos lados del continente.
Ya que en América Latina, a pesar de la estabilidad con que se dice que contamos, es imposible obviar el incremento de la violencia que ha generado el narcotráfico y la trata de personas de sur a norte. Y que ha debilitado a las democracias que son la base fundamental, en que se consolida la integridad humana expresada en libertad.
Además de una política de corrupción que tiene a la ciudadanía descontenta, ya que la mayoría de sus representantes deben de trabajar por y para el pueblo, cuando ostentan el poder. Aunque muchos lo único que hacen en realidad, es laborar en favor de sus propios intereses que están muy lejos de ser, los principios por los que la ciudadanía les delego su representación.
Y donde las diferencias sociales, económicas, culturales y religiosas, están haciendo mella en todos los aspectos que constituyen a la diversidad de naciones; en el sentido de que sus políticas de exclusión son cada vez más fuertes y tendientes a que solo aquellos que han gozado del privilegio de una educación superior, puedan incorporarse al proceso de desarrollo, dejando por fuera y sin participación ciudadana a muchos.
Aprovechando esta situación los políticos de siempre, que ya son duchos en cuanto a cómo manejar a un cierto sector de la población que está acostumbrada, a que sean otros los que piensen y decidan por ellos mismos.
Por eso como decía Gandhi, “Si hay un idiota en el poder es porque quienes lo eligieron están bien representados”.
(Especial para el Diario Judío.com de México).
03 09 2017.
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