Por: Dr. Manuel Sánchez Mariana
Dr. Manuel Sánchez Mariana, a la izquierda, con Don Antonio José Escudero Ríos, entrañable colaborador y amigo de nuestra Revista, durante la presentación en Hervas (Cáceres) de su ponencia «Manuscritos hebreos de la Universidad Complutense), durante las Jornadas Extremeñas de Estudios Judaicos, en el año 1995.
La Universidad de Alcalá fue fundada por Cisneros a fines del siglo XV (del año 1499 data la bula papal de creación) iniciando sus enseñanzas en 1510; estaba formada por el Colegio Mayor de San Ildefonso, núcleo central en el que se impartían las enseñanzas de Teología, Lógica, Filosofía y lenguas bíblicas, y una serie de colegios, llamados «Menores», destinados especialmente-te a estudiantes pobres, cuyo número varió de los cinco iniciales a los 34 del siglo XVIII, tanto de tipo seglar como de determinadas órdenes religiosas. Desde el principio trató de vincular Cisneros al Colegio Mayor con la empresa científica por él patrocinada que le había de dar fama imperecedera: la edición de la Biblia Políglota. Para ello se hizo con los más importantes manuscritos bíblicos que pudo conseguir, que desde entonces quedaron vinculados a la Universidad, habiendo llegado en parte hasta nuestros días, aunque algunos de ellos se destruyeron o sufrieron graves deterioros en la guerra civil de 1936-39. Así pues, la Universidad Complutense de Madrid, heredera de la de Alcalá, poseía dos importantes Biblias latinas en escritura visigótica, de las que una se destruyó en la guerra y otra sufrió graves daños, habiendo sido restaurada recientemente. También poseía una famosa Biblia griega, enviada por el cardenal Besarión a Cisneros desde Venecia, también gravemente dañada y todavía hoy en periodo de reconstrucción y restauración. Mejor suerte, en general, corrió la importante colección de manuscritos hebreos.
La colección de manuscritos hebreos de la Complutense, corta per-o una de las más valiosas conservadas en España, refleja, por tanto, los trabajos para la elaboración del texto bíblico de la Poliglota, y sobre todo la labor del mejor hebraísta de su generación, el judío converso Alfonso de Zamora, profesor de hebreo en el Colegio Mayor complutense. Destaca entre los códices hebreos la preciosa Biblia toledana del siglo XIII, con decoración marginal masorética en escritura cuadrada. Según una nota al final, el códice fue adquirido por R. Ishaq y R. Abraham en Toledo en 1280, mientras que otro anotador antiguo castellano estimaba «que no había precio a su digna estimación», y que sus anotaciones eran dignas de que «los judíos las pusieran entre diamantes». Otra magnífica Biblia iluminada, del siglo XV, perteneció al citado Alfonso de Zamora, quien escribió con letras hebreas una patética nota al final, alusiva a su situación personal. Otra magnífica Biblia, de gran antigüedad aunque no tan rica como la primera, sufrió graves deterioros y se encuentran en restauración. Los restantes códices, hasta el número de 21, contienen en general comentarios bíblicos, al Pentateuco, al Génesis y Éxodo (por Abraham ibn Ezra), a Isaías (por David Quimhi), así como versiones bíblicas del hebreo al latín por Alfonso de Zamora y Pedro Ciruelo; completándose el conjunto con algún texto litúrgico (el Haz de vida de Hayyim bar Semuel Meir de Toledo, o los Himnos Pizmonim), y con varios textos gramaticales como el Diccionario de hebreo rabínico de Aarón el Sacerdote, y la Gramática y el Diccionario de David Quimhi. Conjunto representativo como ninguno conservado de lo que suponía la enseñanza del hebreo en una universidad castellana del siglo XVI.
Tomado de Caminar conociendo, Revista anual de la Biblioteca Pública Municipal de las Nieves del Marqués. Ávila. Espada. Año 1995.
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