Escribí y acabo de publicar en FB este contenido en su forma original en Yiddish, por razones que al continuar leyendo esto, creo serán obvias. Decidí no obstante traducirlo al español, ya que tengo un especial interés de compartirlo con el mayor número posible de mis amigos y lectores.
El 31 de octubre pasado se llevó a cabo una ceremonia en la Academia de la Lengua Hebrea en Jerusalem, en la cual se aceptó para su resguardo entre las obras más importantes que tratan con diversas lenguas judías, un Diccionario Hebreo-Yiddish escrito por mi abuelo durante los últimos 10 años de su vida.
Gracias a mi querido tío, el Dr. Isaac (Ico) Berger y a una amiga suya de la infancia, la Profesora Java Turniansky, lingüista galardonada hace algunos años con el “Premio Israel” por su trabajo de investigación sobre la lengua Yiddish, y quien también fue alumna de mi abuelo, es que este reconocimiento a él se tornó en una realidad.
El diccionario consta de 27,000 vocablos en Hebreo traducidos a Yiddish. Un cierto número de ellos incluye también comentarios, usos idiomáticos y dichos populares; algunas de las palabras traducidas están incluso acompañadas de referencias de la Mishnah.
De acuerdo a la Profesora Turniansky, el Dr. Yitzhak Nivorsky, quien evaluó el Diccionario para su aceptación a la Academia, comentó: “El trabajo, escrito enteramente a mano, sin ayuda alguna, es un testimonio de la determinación y el rico conocimiento de un erudito judío, quien impuso sobre sí mismo la ardua labor de crear una herramienta mejor que las ya existentes, para poder tener un mayor acercamiento y más profundo conocimiento de la lengua hebrea, con la ayuda de su lengua materna (“mame-loshn”), Yiddish.
Meyer Berger, mi abuelo, nació en Lipsk, Polonia en 1901.
Escasos meses después de su llegada a México, junto con algunos otros nuevos inmigrantes, fundó el “Colegio Israelita de México”, primer colegio judío en el país, en el cual estudiamos desde Kinder hasta Preparatoria millares de niños y jóvenes a lo largo de muchas décadas. En el Colegio se enseñaban aparte del currículum oficial, Español, Inglés, Hebreo y por supuesto Yiddish.
Poco tiempo después de haber iniciado sus labores como maestro, se convirtió mi abuelo en el primer director de la escuela, puesto que ocupó por los primeros 20 años de su existencia. Después de haberse retirado de la escuela, continuó de forma activa trabajando en diferentes aspectos de educación judía secular y cultura judía, prácticamente hasta el día de su muerte en 1981.
Si alguien me preguntara cuál fue la herencia o el legado que Meyer Berger nos dejó a sus hijos, nietos, sobrinos, a su familia en general, podría yo simple y llanamente responder: La Palabra, La Palabra Judía.
Mientras permanezca con vida, jamás podré estarte suficientemente agradecido, mi querido zeide (abuelo).
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