Una vez un señor estaba caminando en la noche, de repente aparece un ladrón y apuntándole con una pistola le amenaza: “¿Tu vida o tu plata?”
Asustado ante tal situación le contesta: “Quiero vivir, ¡toma la plata!” y le dio todo lo que tenía.
El ladrón se fue contento y de repente escucha:
“¡Regresa por favor!”, al voltear vio al señor que acaba de robar con su reloj en la mano diciendo: “Toma esto también”
El ladrón sorprendido toma el reloj y comienza a alejarse, cuando de nuevo escucha al señor gritar: “Por favor, me olvidé decirte que tengo más plata en el bolsillo de atrás, ¡toma!, llévatelo también.”
Después de varias veces en las que el señor llamaba al ladrón para entregarle algo nuevo, el ladrón le advierte: “Oye, ¿No te das cuenta que soy una mala persona?, soy un ladrón y puedo matarte.”
“No, al contrario, tú eres una buena persona”, le contesta el señor, “Tú me diste la opción de escoger entre la vida y la plata. Mi esposa me quita las dos, sin darme otra opción.”
Parece un poco chistoso, pero lamentablemente a veces es una triste realidad.
El rey Salomón escribe en Proverbios 18:22: “El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Di–s”.
Pero en el libro de Eclesiastés 7:26 escribe: “Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Di-s escapará de ella; mas el pecador quedará en ella preso.” Esto contradice totalmente con lo que escribe en Proverbios.
Pero en verdad no es contradicción, sino que en el primer versículo habla en tiempo pasado: “El que halla”; es decir que ya encontró (halló) a su esposa desde el comienzo y está conforme, y ya no busca más otra en la calle, pues alcanzó el favor de HaShem; y es sobre esta situación por la que el rey Salomón expresó que encontró el bien. Pero sobre aquel hombre que sigue buscando en el presente teniendo ya su esposa, tal como se enuncia en la segunda sentencia, se encuentra este hombre comparando a su mujer con las demás y por ello no siente que ha encontrado la mejor. De ahí deduce que “es más amarga que la muerte”.
Pero puede acontecer lo de la señora que le dice a su marido: “Quiero el guet (divorcio), voy a buscarme otro marido”. Su esposo le responde: “Como quieras, pero nunca vas a encontrar alguien como yo”; a lo que ella le responde: “Exacto, ¡esa es la idea!”
Esta semana comenzamos de nuevo la Torá la primera lectura: desde la creación del mundo hasta la perfección de la última creación (la mujer); el pecado del árbol de la sabiduría (o del conocimiento del bien y del mal), el primer asesinato (Caín mata a su hermano Abel), y otras más.
En verdad, la Torá es un libro de leyes de vida, no de mitologías que parecen ciencia ficción. Detrás de cada relato hay una gran enseñanza que no podemos perderla, es como quedarse en la parábola sin sacar la moraleja, por ello quiero resaltar un pequeño detalle que puede causar un gran efecto.
En cada matrimonio judío se bendice a los novios con 7 bendiciones. Una de ellas es que tengan la misma alegría que tuvieron Adam y Eva en el paraíso.
Pero, ¿quién dijo que estaban contentos?
En realidad podemos estar seguros que eran felices, porque no tenían otras personas alrededor con las cuales hacer comparaciones, por ejemplo, el primer Adam no podía decir que la comida de su mamá era mejor. (Además, no tenía suegra)
Ese es el verdadero paraíso, cuando la pareja siente que son los únicos en el mundo.
Pero comieron del árbol prohibido y ese fue el error. Tenían de todo, pero querían más, como comer a propósito lo que estaba prohibido.
Pero eso no solo pasó con el primer Adam, sino que está pasando constantemente con cada uno de nosotros. A veces uno puede tener todo, pero se siente molesto por no tener algo que el otro tiene. Como dice el dicho: “nosotros disfrutamos poco de lo mucho que tenemos, y sufrimos mucho por lo poco que nos hace falta tener”. ¡Tiene que ser al revés!
Ese error se presentó nuevamente en la persona de Caín, quien se enojó cuando vio que Di–s aceptó la ofrenda de su hermano y la suya no. Se llenó de celos y envidia y por eso lo asesina.
Tal como lo comentaba una vez un rabino, cuando llegó una persona a consultarle que si el pollo que compró es Kosher, a lo que el rabino le contesta que no. Este acepta sin problemas, incluso si ello le implica una fuerte pérdida. Pero si esta misma persona,tiene una discusión con su amigo por unos dineros y va donde el rabino para que haga justicia en su caso y el rabino le dice que tiene que pagar, aunque sea una pérdida pequeña, le es difícil de aceptar, porque lo que realmente le molesta es que el otro le ganó.
Que Di–s nos ayude a disfrutar mucho de todo lo que tenemos y sentir en este mundo el paraíso.
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