Oskar Schindler y Gilberto Bosques

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Todos hemos escuchado hablar de Oskar Schindler y muy pocos, muy pocos mexicanos del maestro Gilberto Bosques Saldívar. Dos personajes paralelos que salvaron la vida a cientos de judíos.

Existen cientos de películas y libros que narran el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial. Es tal vez uno de las guerras mundiales más destructoras y más prolijas en cuanto a su producción literaria y fílmica.

La película “La Lista de Schindler”, protagonizada por Liam Neeson y dirigida por Steven Spielberg, filme que ganó siete estatuillas de la Academia, dio a conocer a este personaje, aunque, primero fue el libro “El Arca de Shindeler”.


Según la biografía, Shindler nació en Zwittau, actual República Checa, 1908 –y murió en Hildesheim, Alemania, 1974– y fue un industrial alemán de origen checo. Todos sabemos, gracias a la película, que salvó de la cámara de gases a alrededor de 1,300 judíos.

Pero que, en un primer momento, pretendió y se aprovechó de la situación para obtener mano de obra muy jugosa, posición preferencial para un miembro del Partido Nazi, que podían beneficiarse de las fábricas expropiadas a los judíos; aún más: obtuvo recursos directos de los mismos judíos que fungían como sus empleados. Un gran negocio en charola de plata para un empresario ambicioso, que solía sobornar a las autoridades con tal de salirse con la suya. Los biógrafos nos retratan a un Shindler ambiguo, fascinante, seductor, aventurero… personaje listo para ser representado en el cine. Pero, no perdamos de vista que la película está más apegada a la ficción; por su emotividad dramática, logra el efecto de la admiración hasta las lágrimas.

Por otro lado, existe el hombre Gilberto Bosques, en el mismo periodo que Shindler, quien salvó alrededor de cuarenta mil perseguidos políticos, entre españoles, judíos, franceses y otras nacionalidades. Gilberto Bosques Saldivar nació en Chiautla de Tapia, Puebla, en el año de 1892 y murió en 1995.

Fue simpatizante del anarquismo de los hermanos Flores Magón y llegó a repartir el periódico Regeneración. Posteriormente se involucró con el alzamiento de los hermanos Serdán en Puebla. Participó activamente en la Revolución Mexicana.

Siendo maestro de vocación, organizó el primer encuentro pedagógico en México. Como diputado redactó una iniciativa sobre la educación socialista, una educación con un compromiso social. Ocupó varios puestos públicos y todos los desarrolló con honestidad. Es decir, su trayectoria política y su vocación humanista e ideológica, es tangible.

Durante la Guerra Civil Española, cuando la República era derrotada y el país caía en manos de la dictadura de Francisco Franco, el presidente Lázaro Cárdenas nombró a Bosques Saldívar como Cónsul en Francia, cuya misión principal era abrirles las puertas a los perseguidos políticos de España, sin embargo, al recrudecerse las persecuciones de la Segunda Guerra Mundial, y que Hitler se apodera de Francia, Gilberto Bosques les abrirá la puerta a toda la persona que querían solicitar exilio.

A más de dos mil judíos les apoyó para que se protegieran en México o a cualquier país que ellos eligieran (de entre las figuras que se salvaron gracias a las visas que otorgaba Gilberto Bosques, está el de Friederich Katz, el padre de Leo Zukerman, los padres de Susana Alexander, entre muchos otros).

El gobierno mexicano rentó dos castillos completos para albergar a los refugiados que pretendían salir de sus países. Recordemos que Europa se hallaba convulsionada por el ascenso de los regímenes fascistas: Mussolini en Italia, Franco en España y en Alemania, Hitler. El Cónsul Gilberto otorgaba visas a diestra y siniestra, a quien se la pedía, con tal de darle asilo. Las visas eran muy útiles, pues una vez que alguien solicitaba el amparo de un gobierno de otro país, la Gestapo ya no procedía. Luego los nazis lo tomaron preso junto con la familia y personal del consulado mexicano y lo trasladaron a Berlín, donde permaneció hasta que fue canjeado por un prisionero de guerra que México tenía en su poder.

En ese contexto entra en la escena internacional Gilberto Bosques; quien, contrario a Shindler, no es un personaje ambiguo, en busca de fortuna, sino un hombre íntegro, ideológicamente definido, de convicciones firmes, honesto, incluso arriesgó su vida y el de su familia, en aras de salvar la vida de cumplir con su convicción humanista.

Algunos historiadores le han apodado “el Shindler mexicano”, pero creo que no cabe tal comparación. El primero, es un héroe por accidente, sin contenido social, exaltado por una película de ficción; el segundo, es un héroe por convicción, humanista, pensador y hombre de izquierda. En Viena hay una calle que lleva su nombre y han develado placas en su honor, y un concurso sobre derechos humanos en memoria a Gilberto Bosques Saldívar. Todos los mexicanos deberíamos saber más sobre la historia de este extraordinario ser humano, que puso en alto la política exterior mexicana.

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