A mí querido primo Luís de la Cruz Escudero, enamorado de Zafra.
A Juan Miguel Pérez, zafrense y amigo. Extremeño como yo.
A Tiburcio Ortiz y José Luis Cimorra, con agradecimiento y la amistad de siempre.
Yo seré a Israel como rocío. Él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano. Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo, y perfumará como el Líbano.
Oseas,14,5,6
Don Gomes Suárez de Figueroa el Primer Señor de Feria, estaba en posesión de la Villa de Zafra desde 1395.
Desde la reconquista por parte de Fernando 111 el Santo en 1241, en la población existía una abundante colonia de judíos, como lo demuestra el hecho de que va aumentando de tal manera que en el 1474, Enrique IV cita un extenso número de aljamas judías por esta parte de Extremadura entre las que estaba la de Zafra. Esta comunidad había prosperado durante el señorío de los Suárez de Figueroa y fue promotora de la actividad mercantil y artesana que se desarrolló en Zafra.
En el año 1419, don Gomes siente curiosidad por conocer el contenido del libro más divulgado en hebreo del sabio Maimónides, la “Guía de Perplejos” y encarga la traducción al castellano a Pedro de Toledo, judío converso en la aljama de Zafra, operación que llevó a cabo en dicha ciudad para la primera y segunda parte, y en Sevilla para la tercera que la concluyó en 1432 (1). La protección de la familia Suárez de Figueroa a la comunidad judía de Zafra, se demuestra por un documento fechado el 6 de diciembre de 1452, en el que se cuenta como los judíos, reunidos en su sinagoga zafrense, situada en lo que es hoy la actual iglesia de San José y bajo la presidencia de Yucef Fadidas y Salomón Almenara, que eran los adelantados de la comunidad, junto con Yucef Macanes, custodio de la aljama e Ysaquen Abugattill, procurador de la misma, reconocieron las mercedes y beneficios que les habían hecho don Lorenzo Suárez de Figueroa y su esposa María Manuela, porque les mantenían en paz y les permitían sus hábitos y costumbres, de tal manera que en palabras suyas “aumentaban en personas, caudales y haciendas”, y por este motivo acuerdan regalarle cada año un marco de plata labrada como los señores quisiesen para su vajilla, y esta promesa la hicieron para cumplirla anualmente ellos y sus sucesores.
Las rentas del Señorío sufrieron un rudo golpe con la expulsión de los judíos en 1492 y por la desaparición de las pujantes comunidades hebreas de Zafra y la Parra, precisamente en estas poblaciones para las que los Suárez de Figueroa habían conseguido del Rey importantes ferias francas. Sin embargo, algunos de los judíos de Zafra que habían salido con el decreto, se convirtieron al Cristianismo y regresaron a Zafra. Tal es el caso de un tal Luis González, que al salir de aquí tuvo que vender sus bienes a un precio inferior de su valor y cuando regresó quiso recuperar lo suyo, pero le sucedió que debía pagar un precio muy superior a la venta. Luis González apela a los Reyes Católicos y éstos escribieron a los alcaldes de Zafra para que se le entregasen sus propiedades anteriores al mismo precio que las había vendido.
Al desaparecer la aljama, la sinagoga fue transformada en iglesia cristiana dedicada a Santa Catalina de Alejandría, y a la que se le rendía culto en un monasterio situado en el Monte Sinaí, de tanto significado para los judíos. Esta iglesia va a tener problemas debido a que no era muy bien mirada por los cristianos viejos y en el año 1682 estaba en ruinas y era objeto de “inmundicias y execrables delitos”, lo que mueve a los gremios de carpinteros y albañiles a reedificarla y devolverle la dignidad, aduciendo algunos hechos de carácter milagroso que habían tenido lugar en ella.
La mayoría de los judíos que se quedaron en Zafra acabaron asimilándose a la población e integrándose en la sociedad circundante que con su talante liberal los recibió. Siguieron desarrollando su actividad mercantil y muchos de sus descendientes ocuparon puestos como clérigos de la villa. En el año 1547, nos dice el padre dominico Fray Alonso de la Fuente, “el desenmascarador y martillo de los Alumbrados” de esta comarca, que de los setenta sacerdotes que había en Zafra, más de sesenta eran de origen judío, circunstancia que puede ser la causa de sus errores heterodoxos dice este hombre que los llevó a algunos de ellos hasta ser condenados por la Inquisición de Llerena. Tuvieron ascendencia judía en Zafra algunos de sus más destacados hijos, como el poeta Cristóbal de Mesa y su pariente Francisco de Mesa, uno de los expedientados por la Inquisición. De este mismo apellido Mesa era la madre del poeta Gregorio Silvestre, cuyo padre era médico personal de los Condes de Feria.
Madrid a 17 de Noviembre de 2014, aniversario del fallecimiento de nuestra madre Doña Isabel Ríos, maestra de niñas y que en la paz del Eterno descanse.
ANNO TEMPLI DCCCXCVI
(1) Yo mismo hice en el año 1990 una edición facsímil de esta traducción que presenté oficialmente al año siguiente en la bellísima ciudad extremeña. Y uno de sus ejemplares fue entregado como prestigioso regalo a la reina Doña Sofía, según me contó posteriormente el alcalde zafrense Don Francisco Macías.
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