La fiesta de Purim es uno de los eventos más esperados por la comunidad judia en todo el mundo. En Purim, recordamos la salvación del pueblo judío y, por ello, nos damos el gusto de festejar, de comer dulces, de cantar, de bailar, de beber y de disfrazarnos.
Sin embargo, no todo es felicidad en Purim. Justamente en esa fiesta, el Libro de Esther (Meguilat Esther) nos recuerda que no solo debemos estar felices por el milagro hecho por D-s, sino que también debemos recordar a los que no pueden festejar. Se lee en la Meguila que es importante “el envío – dádivas a los pobres – de parte de una persona a otra…” (9:22). De acuerdo a la halajá, cada adulto tiene que dar dos diferentes comidas para una persona, y dos donaciones caritativas a dos personas pobres.
La sabiduría de la religión judía destaca que en momentos de felicidad, en momentos de alegría, debemos recordar siempre que hay personas que no pueden compartir esos momentos con nosotros, que hay personas que sufren y nosotros, como buenos judios debemos de ayudarlos.
Sobre la base del judaísmo y D-s, Migdal Ohr enseña a los miles de niños en todas sus instituciones a “dar y no solo recibir”. En cada fiesta de Purim, el Gran Rabino Yitzhak David Grossman reparte a los niños y jovenes de Migdal Ohr en todo Israel: mishloaj manot “envío de partes” o “envío de porción” con el propósito de que ningun niño se quede sin su parte en la felicidad de los festejos de Purim.
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