Hace algunos días caminaba yo por el Ocotal.
El Ocotal es un bosque enfrente al Desierto de los Leones…
Hay pedazos de bosque que por su exhuberancia aun en un día soleado los rayos del sol no lo penetran…
Su exhuberancia, su vegetación, sus árboles, lo hacen sentir a uno que por momentos esta uno fuera de la ciudad.
El oxigeno que se respira ahí, marca la diferencia, haciendo reaccionar al cuerpo humano con más vigor con más deseo de ejercitarse…
El gusto por la vida se acentúa…
Fue ahí, ese día, me fije en una hoja de papel que era juguete del viento.
A punto estaba de seguir mi caminata…
Me llamo la atención que estaba escrita por ambos lados, me acerque la agarre y empecé a leer.
“La Madre la Mejor Obra de Dios”
Dios estaba ocupado en crear a las madres, llevaba seis días trabajando horas extraordinarias, cuando un ángel se presentó y le dijo:
– Te afanas demasiado, Señor.
Y el Señor repuso:
– ¿Acaso no has leído las especificaciones?
– Esta criatura tiene que ser lavable de pies a cabeza, pero sin ser de plástico; llevar 180 piezas móviles, todas reemplazables, funcionar a base de café negro y sobras de la comida, poseer un regazo que desaparezca cuando se ponga de pie, un beso capaz de curar todo, desde una pierna rota hasta un amor frustrado, y seis pares de manos…
Y el ángel confundido, observó:
– ¿Seis pares de manos? Eso no es posible.
– No son las manos el problema –agrego el Señor- sino los tres pares de ojos.
– ¿Y eso es para el tamaño normal? inquirió el ángel.
El creador asintió.
– Uno para ver a través de la puerta siempre que pregunte:
– ¡Niños! ¿Que andan haciendo ahí dentro? Aunque lo sepa muy bien.
– Otro detrás de la cabeza, para ver lo que mas le valiera ignorar, pero que precisa saber.
– -Y, desde luego los de adelante, para para mirar a un niño en apuros y decirle, sin pronunciar una palabra:
– Ya te entiendo, hijo, y te quiero mucho.
Lentamente el ángel dio la vuelta en torno a uno de los modelos maternales.
– Me parece delicada –comento con un suspiro-
– ¡Pero es muy resistente! – aseguro Dios emocionado.
No tienes idea de lo que es capaz de hacer y de sobrellevar.
– ¿Podrá pensar?
– Claro. Y razonar y transigir.
Por último, el ángel se inclino y paso un dedo por la mejilla del modelo.
– ¡Tiene una fuga!
– Es una lágrima.
– ¿Y para que sirve?
– Para expresar gozo, aflicción, desengaño, pesadumbre, soledad y orgullo…
– Eres un genio, Señor.
– Y Dios, con un perfil de tristeza dijo:
– Yo no se la puse.
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