Era un barrio lujoso…
Las mansiones parecían
haber salido de un cuento de hadas
donde todo era bello y mágico.
Y los niños que las habitaban
jugaban en los verdes prados
o nadaban salpicando el agua
junto con sus amigos que les visitaban.
En el otro lado del mapa,
muy lejos de estas ciudades
entre los arbustos de las selvas,
donde el calor quema y no consuela,
hay barrios olvidados, sin nombres
sin asfalto, donde juegan los niños,
con pedazos de troncos y pelotas de lodo.
De vez en cuando viene alguna
Organización repartiendo ropa y comida,
los voluntarios se toman fotos,
para irse lo más pronto posible
y esos niños muertos de hambre
sin saber que por un momento
salieron al aire
siguen esperando
la próxima entrega
de algo que les calme
el dolor de sus estómagos vacíos.
Vacíos como su vida,
que no tuvieron la suerte
de tener un techo que cubra su furia
ni siquiera una calle con nombre,
un asiento en la escuela
una bicicleta
y mucho menos
un cuento de hadas.
Un poema que nos toca el alma, mucho mas que aquellas estadísticas frías que salen publicadas, números que la mente no asimila…y comprendemos que el sufrimiento humano solo se logra sentir através de la pluma del poeta!