Violencia crónica

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Esta semana un grupo de expertos fuimos invitados a conversar sobre los efectos que la violencia crónica tiene en las relaciones sociales, la ciudadanía y la democracia en América Latina.

El planteamiento original es que la existencia de violencia crónica genera mayor violencia y desintegración social y parece convertirse en una condición normal de vida entre los grupos sociales más vulnerabilizados. Tani Adams, autora de uno de los textos básicos de la reunión, después de revisar la literatura en la materia, sostiene que la violencia crónica es un problema no reconocido por los responsables de las políticas públicas y se constituye en una amenaza creciente para la paz y para la construcción del Estado en los países donde está ocurriendo. Además de América Latina, otras regiones afectadas son el Africa subsahariana, el Medio Oriente y Asia.

De acuerdo con el Informe sobre el Desarrollo Mundial 2011 del Banco Mundial, el 25 por ciento de la población del mundo -tanto rica como pobre- vive con niveles altos y de larga duración de violencia y conflicto y ello tiene repercusiones transgeneracionales. La situación afecta particularmente a las poblaciones jóvenes, a las mujeres y a ciertos grupos indígenas y étnicos, así como a grupos crónicamente marginalizados en los países ricos, como son los migrantes sin documentos y ciertas minorías.


Jenny Pearce, una experta inglesa nos ofrece una definición operativa de violencia crónica señalando que esta existe en los países o regiones donde la tasa de muertes violentas es al menos el doble del promedio de regiones o países con igual nivel de ingresos, cuando además estos niveles de muertes violentas se sostienen por más de cinco años y cuando se registran altos índices de actos violentos, en los hogares, las escuelas, las comunidades, que no necesariamente resultan en muertes, pero que contribuyen a la reproducción de la violencia en el tiempo.

Se trata entonces de la presencia en el mundo del Siglo XXI de comunidades y países completos en donde la violencia se ha convertido en un elemento principal de la vida cotidiana. Las personas y familias se ven obligadas entonces a desarrollar una serie de estrategias que les permitan seguir llevando la vida en situaciones permanentes de amenaza y de alto riesgo.

La llamando violencia crónica es provocada y reproducida por fuerzas profundamente arraigadas entre las que se señala desde los patrones de construcción de las desigualdades de género y las relaciones conflictivas al interior de los hogares, hasta el surgimiento de una amplia gama de actividades transnacionales ilegales que florecen fuera del alcance de los mecanismos nacionales e internacionales de gobierno y que se conocen como la “parte obscura de la globalización” Es el tráfico de drogas, de personas, de armas, de especies y la acumulación de riqueza fuera del alcance de los gobiernos.

A ello se agrega la profundización de la desigualdad de ingresos y riqueza entre personas y países, con la afectación mayor de ciertos grupos poblacionales, el aumento del desempleo y del empleo en el sector informal y la depresión salarial en muchos países, así como el aumento en América Latina, de personas con altos niveles de educación que experimentan desempleo de larga duración o se ven relegados a empleos informales.

Las migraciones obligadas por la falta de oportunidades de trabajo o por el incremento de la violencia en determinadas regiones, es otro de los procesos que son tanto causa como resultado de este fenómeno de violencia crónica cuyo estudio apenas se inicia.

El planteamiento debe ser motivo de gran preocupación pues de acuerdo a lo que se está observando en el mundo, la expectativa de que la violencia que estamos viviendo en México sea un fenómeno pasajero y que pronto recuperaremos la tranquilidad, no tiene sustento. Ello además si nuestra clase gobernante se niega a reconocer y a enfrentar las causas sociales, económicas, culturales y políticas de las violencias en nuestro país y se concentra en el combate policial y militar de la violencia delincuencial.

Acerca de Clara Jusidman

Estudio economía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e inició su trabajo profesional como investigadora del Banco de México, de El Colegio de México (Colmex) y de la Dirección General de Estadística.Trabajó por 20 años en el Gobierno Federal como Directora General del Empleo, del Instituto Nacional del Consumidor, del Centro de Investigaciones para el Desarrollo Rural Integral y concluyó como Subsecretaría de Planeación y Desarrollo Pesquero.Dejó el Gobierno Federal en 1991 y se incorporó a las organizaciones de la sociedad civil en lucha por la democracia. Fue presidenta de ACUDE (Acuerdo Nacional para la Democracia), participó en la creación y fue parte de la primera coordinación de Alianza Cívica, socia fundadora de GIMTRAP y de Causa Ciudadana APN y actualmente es presidenta fundadora de Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social, INCIDE Social AC.Fue miembro del Comité Técnico para la Auditoria del Padrón Electoral en 1994 y directora del Registro Federal Electoral en 1997. Coordinó los trabajos técnicos para la participación de México en la Conferencia de la Mujer en Beijing de1995.Participó como Secretaria de Desarrollo Social en el primer gobierno democrático del Distrito Federal de 1997 al 2000.En 2003 fue una de los cuatro expertos encargados de la elaboración del Diagnóstico sobre la Situación de los Derechos Humanos en México para la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas en la materia, encargándose de varios apartados del Capítulo de DESC y del relativo a derechos humanos de las mujeres. En 2008 colaboró en el diagnóstico de derechos humanos de Guerrero con el capítulo sobre DESC.En 2004 y 2005 coordinó la elaboración de un análisis sobre la Realidad Social en Ciudad Juárez, y de 2006 a 2009 promovió y participó en los Comités Conciudadanos para la Observación y la Reforma Electoral. Participa como docente y conferencista en varios diplomados en los temas de Desarrollo y Política Social, Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Políticas hacia las Familias, Desigualdad Social, Sector Informal y mercados de trabajo y Desarrollo de la Sociedad Civil.Es miembro del Seminario de la Cuestión Social de la UNAM, de la Sociedad Mexicana de Demografía, del Consejo del Observatorio de Política Social y Derechos Humanos, Consejera de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), miembro titular del Seminario de Cultura Mexicana; y ahora miembro del Consejo Consultivo Ciudadano de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM).

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