¿Y dónde está el hombre?

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Los ateos son poseedores de la creencia en la inexistencia de dioses o deidades, los agnósticos son aquellos que no se reconocen como ateos pues consideran inaccesible al entendimiento humano todo conocimiento de lo divino y de aquello que trasciende la experiencia pero ¿que significa realmente ser un creyente?

Entre los años 132 al 135 de la era común, los judíos se rebelaron masivamente contra la opresión del Imperio Romano y del emperador Adriano. Esta dramática historia concluyo trágicamente con la destrucción de la ciudad de Jerusalem y su sagrado Templo, el genocidio de entre 500.000 y 1.000.000 de judíos y gran parte de la población fue esclavizada y exiliada.

Y los romanos dentro de su politeismo se consideraban creyentes.


En los años 1648/49, el levantamiento de Bogdan Jmelnitzky, líder de los cosacos masacró y casi destruyó a los judíos de Ucrania, posteriormente una nueva invasión aniquiló a los judíos de las ciudades de Bielorrusia y Lituania. El número exacto de muertes no se conoce, pero el descenso de la población judía durante este periodo fue entre 200.000 y 300.000 personas incluyendo a la emigración, a las muertes por enfermedades y a los judíos que fueron capturados por los cosacos y vendidos como esclavos.

Y los cosacos se decían creyentes.

Elie Wiesel nos describe la dramática ejecución de un joven en la horca “Los de la SS juntaron a los prisioneros enfrente de la horca. Mientras el muchacho moría lentamente, un prisionero gritó: ¿Dónde está Dios ahora? Dice Wiesel: Y oí una voz dentro de mí contestarle: ¿Dónde está? Aquí está… colgado de esta horca.”

El mismo Elie Wiesel se pregunta: “¿Cómo puede explicarse que la Iglesia jamás excomulgara ni a Hitler ni a Himmler, que Pío XII nunca viera necesario —por no decir indispensable— condenar Auschwitz y Treblinka, que una gran proporción de los miembros de las S.S. fuesen creyentes y permaneciesen fieles a sus lazos cristianos hasta el fin, que hubiese asesinos que practicasen [el sacramento de] la confesión entre una masacre y otra y que todos ellos procediesen de familias cristianas y hubiesen recibido una educación cristiana?”.

Y los alemanes se consideraban creyentes.

“¿Dónde estaba Dios en esos días?”, se preguntó el Papa Benedicto XVI mientras visitaba Auschwitz. “¿Por qué permaneció en silencio? ¿Cómo pudo permitir esta masacre, este triunfo del mal?”

El Silencio de Dios en Auschwitz, una gran fábrica de la muerte en la que los nazis torturaron, hambrearon, fusilaron y mataron con gas a un millón y medio de seres humanos inocentes: “En un lugar como este, las palabras no alcanzan, Al final, sólo puede haber un espantoso silencio, un silencio que es en sí mismo un llanto a Dios de todo corazón: ¿Por qué, Dios, permaneciste en silencio?”.

“En el fondo, estos despiadados criminales, al eliminar a este pueblo, querían matar al Dios que llamó a Abraham, al Dios que habló en Sinai y estableció principios para que fueran una guía para la humanidad, principios que son eternamente válidos. Si este pueblo, a través de su intrínseca existencia, era testigo de que Dios le habló a la humanidad y nos acercó a Él, entonces aquel Dios debía morir y el poder tenía que quedar sólo en manos de los hombres -de los hombres que pensaban que a través de la fuerza podían apropiarse del mundo”. ¿En dónde estaba Dios en esos días?”

Y los alemanes  se consideraban creyentes.

¿Dónde estaba Dios frente al millón y medio de niños judíos asesinados? (1939-1945)
¿Dónde estaba Dios frente a los seis millones de judíos, 800.000 gitanos, cuatro millones de prisioneros de guerra soviéticos o víctimas de la ocupación, y unos millones más entre polacos, presos políticos, homosexuales, discapacitados físicos o psíquicos y delincuentes comunes? (1939-1945)

¿Dónde estaba Dios frente a los 50 millones de seres humanos exterminados? (1939-1945)
¿Dónde estaba Dios durante ese Holocausto?
¿En dónde estaba Dios en los Gulags soviéticos?
¿En dónde estaba Dios cuando el Khmer Rouge mató a 1,7 millones de camboyanos?

¿En dónde estaba Dios durante la desaparición forzosa de 30.000 argentinos por la dictadura militar en los setenta?
¿En dónde estaba Dios en el genocidio de Ruanda?
¿En dónde estaba Dios en el atentado contra las torres gemelas del 11/9?
¿En dónde esta Dios en el genocidio producido por el dictador Bashar Al Assad en Siria, que ya cumple tres años con 146.000 muertos, 9 millones de refugiados y un millón de niños sin ayuda humanitaria.
¿En dónde está Dios hoy, cuando un ser humano inocente está siendo asesinado, torturado, violado y explotado?

No fue Dios quien falla cuando los seres humanos cometen hechos espantosos y repudiables pues ese mismo Dios es quien nos dice “No matarás” y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” pero no está en silencio, solo los seres humanos nos negamos a pensarlo, a verlo y a escucharlo.
Caín terminaba de asesinar a su hermano Abel y oyó la voz de Di-s que le decía: “Aie Jebel ajija: ¿Dónde está tu hermano Abel?”. Y Caín, con la conciencia y la angustia de su crimen, responde: “Lo iadati, hashomer aji anoji- no lo sé, ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?” Caín sabía dónde estaba Abel. También Dios lo sabía.
El hombre tiene la inmensa fortuna y la tremenda responsabilidad de poseer el libre albedrío. No se puede reclamar a Dios por todas las iniquidades humanas pues el único responsable es el mismo hombre.
¿Porque los seres humanos cometemos actos crueles y atroces? Y aquí les señalo la punta del ovillo: “Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos? El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído se ha desangrado bajo nuestros cuchillos: ¿quién limpiará esta sangre de nosotros? ¿Qué agua nos limpiará? ¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar? ¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros? ¿Debemos aparecer dignos de ella?”. De Friedrich Nietzsche, La gaya ciencia, sección 125

He aquí uno de los mas sólidos fundamentos del porque los seres humanos cometemos actos crueles y atroces: Hemos querido matar a Dios y lo hemos identificado en nuestro semejante, esto esta extraordinariamente descripto en el aforismo nietzscheano de “El frenético” o “El hombre loco: “¿No oísteis hablar de aquel loco que en la mañana radiante encendió una linterna, se fue al mercado y no cesaba de gritar: «¡Busco a Dios ! ¡Busco a Dios !»? Y como allí se juntaban muchos que no creían en Dios, él provocó grandes carcajadas. ¿Se habrá perdido?, decía uno. ¿Se ha escapado como un niño?, decía otro. ¿O estará escondido? ¿Le hacemos miedo? ¿Se embarcó?, ¿emigró?, gritaban mezclando sus risas. El loco saltó en medio de ellos y los atravesó con la mirada. «A dónde fue Dios? -exclamó-, voy a decíroslo. Nosotros lo hemos matado -¡vosotros y yo! ¡Todos nosotros somos sus asesinos!”

Este es el momento histórico adecuado, preciso y oportuno para reconocer nuestras culpas humanas y volver a escuchar a Dios cuando nos dice “No matarás” y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

Y a preguntarnos: ¿Dónde está el hombre?

Acerca de Guido Maisuls

Soy un ciudadano israeli, nacido y educado en la Republica Argentina. Estoy escribiendo para Ustedes en mi lengua madre, el español, desde la Tierra de Israel.Del 25 de setiembre de 2002 hasta fines del 2003: Aliah a Israel y lugar de residencia en Kiriat Bialik, al norte de la Ciudad de Haifa. Cursos intensivos de idioma hebreo, Curso de perfeccionamiento en el Laboratorio de Bioquímica del Hospital Rambam de Haifa y reválida del titulo de Bioquímico ante el Ministerio de Salud de Israel.Desde el primero de febrero de 2004 y hasta la actualidad: Bioquímico del Laboratorio de la Kupa Jolim Clalit en la ciudad de Haifa.Desde el 2006 y hasta la eternidad, autor de las conocidas y prestigiosas " Cartas desde Israel".

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