Parashot Vaiakel Pekudei
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Con la lectura esta semana de dos Parashiot (llamadas mejubarot -unidas-) se finaliza el libro de Shmot -Exodo. Ambas hacen referencia a la transmisión de la orden de construcción del Santuario que da Moshé al pueblo. Anteriormente, en Terumá y Tetzavé se hizo referencia a la orden de D-os dada a Moshé en relación al Santuario y a sus componentes así como a las vestimentas de los Sacerdotes. Aún cuando los acontecimientos referidos al becerro de oro, relatados en Ki Tisá -Censo- se interponen entre ambas Parashot, la orden de ejecución sobre la construcción del Santuario igualmente se cumple y la Providencia Divina se posa sobre el mismo.
Cuando el pueblo de Israel, acepta la Torá diciendo “naasé venishmá” -haremos y luego entenderemos- adquiere el nivel de Adam antes del pecado lo que los hace inmortales. Luego del pecado del becerro de oro la Presencia Divina se aleja y de nuevo pasan a ser mortales. El pecado del becerro de oro, primero del pueblo de Israel, evidencia que aún a partir de los comienzos de nuestra historia como pueblo existieron grupos que distorsionaron el verdadero sentido de la Torá, sin negar ni rechazar su judaísmo, tal como sucede a lo largo de la historia hasta nuestros días. Las “reinterpretaciones”, supuestas modernizaciones, innovaciones y modificaciones de los elementos esenciales del judaísmo con la excusa de hacerlo más atractivo o confortable, producen una falacia. El contenido espiritual y transcendente del judaísmo, centrado en la divinidad de la Torá como premisa central tiene carácter de permanencia y eternidad no sujeto a modas, opiniones o nuevas morales. No necesita ser actualizado y puede ser ejercido en cualquier lugar del mundo. Los métodos de transmisión de la tradición de generación a generación, la explicación adecuada sobre los significados, contenido y acción judía, forman una sólida identidad que no requiere de simples modificaciones rituales para hacer parecer el judaísmo más entretenido. Vivir el judaísmo como se ha hecho desde hace miles de años tiene sentido y propósito. El ejercicio de esa particularidad y la historia que nos ilustra la corta vida de todos aquellos movimientos, tendencias y sectas modernizantes, hace que entendamos que si las excusas de progreso intelectual o el avance científico, sirven para distraernos del propósito central de trascendencia que por medio de acciones específicas nos lleva a cumplir con nuestra misión de traer la paz al mundo, sin cometer el error de caer en idolatría.
La tribu de Leví, los Tzadikim -piadosos- y los Nesiim -líderes- no contribuyeron para la realización del becerro de oro. En Parashat Vayakehel Moshé reune al pueblo y lo instruye sobre el Shabat como día de descanso dedicado a D-os. Día en que Hashem, luego de finalizar la Creación dedicó a armonizar su obra y contemplarla en su totalidad. Aún las labores del Mishcán fueron interrumpidas en Shabat lo cual evidencia su importancia y el carácter testimonial que tiene como prueba en la creencia en D-os. Moshé, esta vez en su rol de recaudador pide a cada uno de los miembros del pueblo su contribución voluntaria para la construcción del Tabernáculo. A pesar de la disposición y el entusiasmo inicial, en diversas oportunidades privó la adhesión a las posesiones materiales de las cuales las personas no se querían desprender. Sin embargo, la insistencia de Moshé como recaudador de fondos estaba en la calidad y no la cantidad, en la voluntariedad y la disposición para dar, a diferencia de los métodos de presión y a veces de coerción que se utilizan hoy en día para el logro de las metas estipuladas. Sin embargo es necesario recalcar que existía una contribución obligatoria igual para todos los judíos -medio shekel- para asegurar el funcionamiento básico, solo las contribuciones para el embellecimiento y glorificación del Tabernáculo eran dejadas a la discreción individual. Moshé, en Parashá Pikudei rinde cuenta de la recaudación obtenida en oro, plata y cobre para la construcción del Tabernáculo y los objetos sagrados. Dicen nuestros sabios que no pueden haber bendición en las cosas que pueden ser contadas, medidas o numeradas, sino en aquellas que no están a la vista.
Fuentes:
Mati Jakubowicz y Jaya Perman: “Al Compás del Tiempo…”. Organización Jabad Lubavitch de Venezuela. Caracas, 1991
Publicación “Le´Jaim”. Organización Jabad Lubavitch de Venezuela. Caracas 1993
Notas personales de Carla de Castro Sosa en www.madregot.com – 2002-2013
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