La banalidad del mal

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Hanna Arendt nació el 14 de octubre de 1906, hija única, tenía 7 años cuando murió su padre, fue educada por una madre amorosa, dedicada y liberal. Llego a Berlín a los 16 años e ingreso a la universidad donde estudio clasicismo y teología cristiana, dos años más tarde paso a la universidad de Mar burgo para estudiar filosofía con Heidegger, de quien aprendió fenomenología y la preocupación existencial la recogió de Jaspers en Heidelberg. Allí se doctoro con una disertación sobre San Agustín que se publicó en 1929.

En 1926 empezó su relación activa con el sionismo, se casó con otro filósofo, Gunter Stern, en 1930.En 1933, después de ser detenida por la Gestapo durante un corto lapso, se fueron a vivir a París. En 39 se divorció y un año después se casó con Heinrich Blucker, otro refugiado alemán. Ambos fueron detenidos como “enemigos extranjeros” y enviados a un campo de concentración francés. En 41, junto con su madre, lograron escapar y llegaron a los Estados Unidos, se radicaron en Nueva York.

En 1944 empezó a escribir lo que sería su primer libro sobre política: “El Origen del Totalitarismo”. Publico una docena de libros, múltiples artículos y conferencias. El libro que causó un escándalo y grandes polémicas fue la síntesis y conclusiones de su reportaje sobre el juicio de Eichman en Jerusalén escrito para el New Yorker.


Después de su muerte se publicaron tres libros más, “The Life of the Mind” con los dos tomos que termino antes de morir mientras escribía el tercero, uno sobre la filosofía de Kant y “El Judío como Pariah”.
Trabajo como editora y después como maestra en diferentes universidades.

Los temas más destacados de la obra de Arendt son el totalitarismo, la revolución, la libertad, la naturaleza del pensamiento político. La prioridad es la experiencia de la vida humana. La cuestión que más la preocupa es la naturaleza de la vida política, distinta a cualquier otra forma de vida en una reconstrucción fenomenológica que comprende el pensamiento y la acción política, descartando los esquemas y conceptualizaciones tradicionales de la filosofía política.

Busca las estructuras objetivas del ser en el mundo político como algo específico de la experiencia humana en la posibilidad y condiciones de la vida pública, las fuerzas que la amenazan: conflictos entre intereses públicos y privados, intensificación de producción y consumo, tecnología. La investigación más importante y original en el entorno de la facultad del juicio desarrolla una base para el juicio político, a pesar de los eventos catastróficos del siglo XX que ve como destructores del marco tradicional de ese juicio.

Inicia su análisis en el fenómeno y carácter esencial de la vida humana, de la condición humana, vuelve a las “cosas mismas” encaminada a descubrir las estructuras fundamentales de la experiencia humana y las características de estar-en-el mundo político, las características de la acción.

Hanna Arendt busca el carácter original de la experiencia política, En el totalitarismo encuentra la respuesta a los eventos devastadores de su tiempo: El surgimiento del nazismo, el destino catastrófico de los judíos, el surgimiento de la Rusia soviética y su aniquilación de millones de campesinos y quienes la criticaban.

Insiste en que no se puede entender como extensión de precedentes, pues representan “una forma completamente nueva de gobierno”, controlada por el terror y la ficción ideológica, el totalitarismo. Las tiranías anteriores usaron el terror como instrumento para alcanzar y conservar el poder. El totalitarismo moderno mostro poca racionalidad estratégica en su uso del terror que se volvió un fin en sí. Su necesidad era justificada por supuestas leyes de la historia como el triunfo inevitable de la sociedad sin clases o la guerra inevitable entre una raza superior y las menores.

Las ideologías totalitarias y su atractivo público descansan en la destrucción de los contextos estables y ordenados en los que viven los hombres.

Los hombres viven en tres niveles jerárquicos: labor, trabajo y acción o vida activa.
La labor está relacionada con necesidades materiales y biológicas, se distingue porque nunca termina, se repite incesantemente, carece de libertad, es lo más cercano a lo animal y lo más lejano de lo humano. Es el eclipse de la vida política.

El trabajo corresponde a la fabricación de un mundo artificial de cosas, es un mundo distinto al natural, se distingue por su durabilidad y crea un mundo de especies e instituciones en las que se puede desenvolver lo humano. Crea leyes.

El mundo de labor amenaza al mundo de trabajo y puede destruir las condiciones que hacen posibles un colectivo humano y la vida pública, lo que llama: “alienación del mundo”.

El trabajo es específicamente humano, pero no es el mundo de la libertad porque todavía está sometido a una forma de necesidad derivada de su carácter instrumental, es un medio para lo que se propone.

La cualidad de la libertad se encuentra en la vida activa, en la creación. Es un fin en sí sin subordinación alguna. “percibimos la libertad, o su contrario, en la relación con otros”. Los hombres son libres cuando actúan, no antes o después: “ser libre y actuar es lo mismo” Su centro es la capacidad de iniciar algo totalmente nuevo, inesperado, que no se deriva de lo anterior. La definición de la acción humana en términos de la libertad y la sociedad la sitúan fuera del campo de la necesidad y lo predecible.

Es efectiva por el reconocimiento público y las reglas compartidas por una comunidad política, una acción es una categoría pública, una práctica con otros que “tanto presupone y puede ser actualizada solo en la comunidad humana”.

Este hacer y pensar, pensar y hacer que solo se da entre hombres corresponde a la condición de pluralidad, al hecho de que los hombres, no el hombre abstracto, viven en la tierra, habitan el mundo. La pluralidad es la condición específica de toda vida política y pone en evidencia la importancia de la palabra. Luego, requiere un espacio público donde los hombres se encuentran y hablan.

“La libertad es fundamentalmente la razón por la que los hombres viven juntos en organizaciones políticas, Sin esto, la vida pública carecería de sentido, la razón de ser de la política es la libertad y su campo de experiencia es la acción,”.

Con el juicio de Eichmann cambia el énfasis de la naturaleza de la acción política a las facultades que la sostienen: Pensar y juzgar.
No admite la tendencia de tratar de explicar los horrores del nazismo por una voluntad malévola. El encanto del asesinato.

Eichmann tomo parte en el programa de genocidio voluntariamente por una falta o ausencia de las facultades sanas de pensar y juzgar. No mostro odio a los judíos, que podría ser una explicación psicológica. Era un individuo totalmente inocuo, actuaba sin pensar, siguiendo órdenes, eficientemente, cuidando su chamba sin considerar sus efectos. No la distinguía de otras responsabilidades burocráticas que le fueran asignadas, quitándole responsabilidad a él y a sus cohortes. Carecía de la imaginación que le haría patente el sufrimiento de sus víctimas, las consecuencias humanas. Era la banalidad del mal. Ya Maimonides escribió que el mal es la ausencia del bien, Arendt agrega con su originalidad la precisión de la banalidad del mal: “El mal nunca es radical, solo es extremo y no tiene profundidad o dimensiones demoníacas…se extiende como un hongo en la superficie. El pensamiento se frustra porque no tiene raíces…esa es su banalidad.”

Para Arendt pensar es tratar de entender el sentido de nuestro mundo, su valor, volver a la tarea sin detener la actividad incesante de preguntarnos por lo que encontramos. Cuestionar el sentido que le damos a las experiencias, acciones y circunstancias es intrínseco al ejercicio de la responsabilidad política.
El estudio de juzgar es considerado como una de las partes plasmadas con mayor originalidad de la obra de Arendt y es, sin duda, una de sus mayores influencias en años recientes.

La alienación del mundo amenaza constantemente o sobrepasa nuestras categorías de entender o juzgar, las reglas anteriores no ayudan frente a lo nuevo, Esta aporía llega a su crisis en el siglo XX que, con sus hechos monstruosos, ha reventado nuestros estándares de moral y juicios políticos.
Si queremos juzgarlo todo, debe ser sin categorías preconcebidas y sin reglas acostumbradas que son la moralidad, debe ser “pensar sin barandal”.

Para cimentar la posibilidad de semejante juicio debe establecer la existencia de una facultad humana no sostenida por la ley y la opinión publica que juzga con espontaneidad. “Esto representa una de las cuestiones morales centrales de todos los tiempos, es decir…la naturaleza y función del juicio nuevo.” Arendt parte de un hecho particular que la confronta y, sin embargo tiene un momento universal: procede de la operación de la capacidad compartida por todo ser humano, la facultad de pensar y juzgar haciendo a un lado los intereses privados, egocentristas. Este pensamiento amplio permite comparar nuestros juicios con el juicio meramente posible de otras gentes y ponernos en la posición de los demás, este pensar representativo es posible por la imaginación que nos permite crear la distancia necesaria para un juicio imparcial mientras permite un acercamiento que hace posible el entendimiento, haciendo posible la reconciliación con la realidad, aun la trágica realidad del siglo XX.

La actividad política es importante porque prepara a cada ciudadano para ejercer su parte de agente, para desarrollar la capacidad de juzgar y obtener, en una acción concertada, alguna medida de eficacia política.

El poder proviene de la voluntad colectiva y por eso no necesita violencia para alcanzar sus objetivos. Cuando los gobiernos empiezan a perder su legitimidad, la violencia se vuelve el medio artificial, las burocracias son el origen de la violencia pues son definidas como el “gobierno por nadie” con quien no se puede discutir y recrea el eslabón perdido con el pueblo sobre el que ejerce su poder.

Hanna Arendt destaco lo ajeno en lo familiar, dejando a un lado los universales y la metafísica, investigo la falta de sentido de la historia moderna y la condición humana a su base. Como muy pocos logro poner el sello de su autoridad y originalidad en una obra distinguida por su atrevimiento especulativo que influyo profundamente en la segunda mitad XX y seguirá inspirando la filosofía política del siglo XXI.

Hanna Arendt murió de un ataque al corazón mientras escribía el 4 de diciembre de 1975.

Acerca de Alicia Korenbrot

Nació en la Ciudad de México, terminó sus estudios de Filosofía en la UNAM, es Escritora y traductora. Actualemente reside en Israel.

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