Shie Gilbert, El último sobreviviente. Un hombre admirable que vivió entre nosotros

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Judíos destacados en México

Aparece en mi mente un campo de la muerte…

Un cielo plomizo, la triste melodía de un violoncelo que parece un monólogo que describe este paraje, hollín que se esparce por el viento que emana de los crematorios.

El paisaje está salpicado por manchas que se entrelazan cuando miramos hacía abajo; poco a poco nuestra vista queda atrapada junto con nuestro entendimiento. De repente empezamos a reconocer las barracas, alambradas y los seres humanos que se mueven en diferentes direcciones de esta fabrica de la muerte llamada Auschwitz.


En la estación de trenes llegan las locomotoras y de sus vagones salen judíos con sus estrellas amarillas, degradados por el viaje que parecía no tener fin, confinados, hambreados y expuestos a sus secreciones.

Los recién llegados son seleccionados y despojados de sus escasas pertenencias, formados en dos hileras, separados hombres y mujeres. Muchos de ellos son asesinados dentro de las siguientes horas en las cámaras de gas, dándose preferencia a niños y ancianos.

Los elegidos a la “vida”, una minoría, son rapados, tatuados en su brazo izquierdo con un número de identificación y se les da ropa de presos. Su destino: trabajos forzados que acaban con su vida.

Hay hombres que han dejado huella con sus relatos. Se necesita valentía por decir, por relatar y por denunciar lo que otros prefirieren callar. Uno de ellos, con quien he compartido lo cotidiano y en algunas ocasiones unas pláticas, es Shie Gilbert Z’L.

Tuve el privilegio de convivir con el y su querida familia desde mi niñez; cuando busco una imagen de este singular hombre, veo, ante todo, la grandeza de su porte.

Shie Gilbert nació el 9 de agosto de 1920 en Ciechanow, Polonia, al norte de Varsovia. En Polonia, en los años que antecedieron a la segunda Guerra Mundial, había cerca de 3 millones quinientos mil judíos. Los judíos habitaron Polonia por más de 800 años antes de la ocupación nazi y configuraron la comunidad judía más grande de Europa.

En alguna ocasión, Shie comentó que, durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial la inestabilidad política y social de su país dejaba vislumbrar como serían los años venideros: “En mi país escuchábamos rumores acerca de una futura invasión alemana; sin embargo, al principio, no parecía ser un problema, pues ya estábamos acostumbrados a sufrir ataques de nuestros vecinos alemanes o rusos”

Sin embargo, esos rumores pronto alteraron a la población polaca pues Adolf Hitler aseguraba que sustraería las fortunas de los judíos ricos para dárselas a los alemanes de escasos recursos. Nuestros vecinos del oeste justificaban la invasión a Polonia diciendo que así saldrían de la pobreza.

“Poco tiempo después, recluyeron a todos los judíos en un gueto, una barrio cerrado y custodiado por los alemanes. No nos daban de comer, pues querían que los judíos perdiéramos la fuerza, tanto física como moral. Además, nos humillaban: no podíamos caminar por la banqueta, sólo junto a ella, en el riachuelo donde pasaba el agua sucia; debíamos saludar a los soldados alemanes con la frase: “Buenos días mi querido amo”, a lo que ellos respondían “Calla, maldito judío”, comentó en relación con la denigración que continuamente se hacía de los judíos.

Pronto, Shie Gilbert fue trasladado al campo de concentración de Auschwitz, población cercana a Cracovia, en donde permaneció por 26 meses, tiempo récord ya que, en promedio, los recluidos morían al año de confinados. En Auschwitz, murieron cerca de 1.500 millones de personas.

“Allí había cuatro cámaras de gas, y en cada una morían dos mil personas al día; es decir, ocho mil judíos perecían todos los días, y de noche se cremaban sus cuerpos. Los alemanes idearon formas para ser muy eficientes en ese objetivo”, dijo Gilbert, haciendo alusión a que en este campo, a diferencia de los demás, se utilizaba gas cianuro de hidrógeno, el cual producía una muerte más rápida.

“Cuando llegué a Auschwitz recibí un número que fue tatuado en mi brazo. El número 73670 servía para que me reconocieran los alemanes; mi nombre y apellido ya no interesaban. Y aunque yo sobreviví, mi familia no corrió con la misma suerte, pues ellos terminaron sus días en ese lugar”.

Alguna vez, hizo alusión a la línea blanca que antecedía a la alambrada electrizada: el hecho de traspasarla provocaba que uno fuera atraído a la cerca mortal. Varias veces, Shie estuvo tentado de cruzarla, pero resistió gracias a su deseo de vivir. La imagen de él que evoco es la de un manantial para las futuras generaciones; su vida fue una victoria contra la muerte porque nunca rehusó dar su testimonio, como un reclamo a no sólo a los nazis sino a todos aquellos que amenazan a la humanidad con ideologías asesinas.

Un largo camino recorrió este sobreviviente del Holocausto hasta llegar a México, en 1947. Desde entonces, permaneció en nuestro país.

Shie Gilbert, llevaba marcado en el brazo el número asignado en el campo de concentración pero en el corazón, un gran agradecimiento por este México en el que formó una familia y desarrolló su vida.

Shie contaba que, cuando le escribían de Europa diciéndole que todo estaba resuelto y podía regresar, él contestaba: “México es un paraíso”, preguntando luego con toda intención; “¿Alguno de ustedes conoce a alguien que quiera salir del paraíso?”.

El 25 de octubre de 2008 falleció en la ciudad de México, a la edad de 88 años, Shie Gilbert, uno de los últimos sobrevivientes del Holocausto.

Las memorias de este hombre ejemplar, sus angustias y sus miedos, el suplicio a manos de los nazis y los interminables años como prisionero, así como la gran esperanza que mantuvo su férrea voluntad de vivir, fueron relatadas por su propio hijo, Arón Gilbert, en el libro El último sobreviviente, publicado por Ediciones del Ermitaño.

Shie Gilbert fue orgulloso habitante de la ciudad de México, a la que decidió convertir en su paraíso. Polaco de nacimiento, pero mexicano de corazón, vivió y amó por más de 60 años a este país, cuya tierra fue símbolo de una nueva vida llena de amor y esperanza.

Con Doña Ana formó una gran familia procreando 5 hijos: Arón, Elena, Alfredo, Miriam y Morris Gilbert.

Descanse en paz don Shie Gilbert (1920-2008).

*Vea en video la historia de don Shie Gilbert narrada por Arón Gilbert, oprima aquí.

Acerca de José Kaminer

Realizó varios estudios en Historia Universal, Literatura Universal y Hebrea. Más tarde siendo autodidacta sus conocimientos sobre Historia de Israel se destacaron en producciones escritas, en un principio por medio de artículos en "Foro" a partir de 1993 y posteriormente en la publicación de su libro "Encrucijada".Ha incursionado también en géneros como poesía, cuento y novela histórica. Desde el 2006 escribe también en la revista "Expresiones" y en 2007 obtuvo el premio APEIM de periodismo.

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