Y Moshé les ordenó, diciendo: al cabo de siete años, en la época del año sabático, en la fiesta de las Cabañas. Cuando viniere todo Israel a presentarse delante del Señor tu D-os en el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos. Harás congregar al pueblo, hombres y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman al Señor, vuestro D-os, y cuidarán para hacer todas las palabras de esta Ley.

– Deuteronomio 31:10-12

Los conversos [que no entienden la lengua hebrea] deberán prepararse para escuchar con sobrecogimiento, reverencia y jubiloso temor, tal como sucedió el día que [la Torá] fue entregada en el Sinaí. Incluso aquellos destacados estudiosos, con profundos conocimientos de la Torá, están obligados a escuchar con gran concentración… Cada uno deberá verse a sí misma como si, en ese preciso momento, estuviera recibiendo el mandato y escuchando estas palabras directamente de la boca de D-os. Porque el rey es nada más que el mensajero que anuncia las palabras de D-os.

– Maimónides, Leyes de la Jaguigá 3:6 8

Según una primera lectura de las fuentes, el objetivo de Hakhel es que todo el pueblo judío refresque su conexión con la experiencia del Sinaí al escuchar la lectura de determinadas secciones de la Torá de boca del Rey durante la celebración de Sucot en el año después de la Shmitá o año sabático que da comienzo al nuevo ciclo de siete años.

A primera vista, daría la impresión que el objetivo del precepto de Hakhel es la reafirmación cada siete años de la obligación del judío de ser subordinado a D-os, a través de su ‘representante’ humano, el Rey de Israel.

El Rebe de Lubavitch, que su mérito nos proteja, nos hizo ver una perspectiva totalmente nueva y revolucionaria de la Mitzvá de Hakhel.

La intención detrás de Hakhel no es tanto destacar la diferencia entre el pueblo y el rey, sino enfatizar su semejanza; no es reafirmar la subordinación que cada uno debe sentir hacia D-os, sino el poder que cada uno tiene para imbuir el mundo que lo rodea con santidad y divinidad. Al vivenciar la lectura de la Torá del Rey en el Beit Hamikdash, uno se retiraba imbuido del sentimiento que también él o ella podía y debía convertirse en ‘soberano’ de su respectivo entorno en cuanto a la influencia y sensibilidad espirituales se refiere. Cada uno de nosotros puede y debe influir sobre su entorno, ya sea el de la familia, el trabajo o la comunidad, aspirando a que haya una conexión más inspirada con el ‘Rey de los Reyes’.

Asumir el rol de ‘rey’ no implica soberbia, sino todo lo contrario. El poder y la autoridad del rey de Israel están profundamente enraizados en su humildad y total subordinación a la voluntad de D-os. Todo judío puede y debe hacer lo mismo: convertirse en un conducto por medio del cual la voluntad de D-os se manifieste y se transmita. Esto ocurre cuando uno se somete totalmente a la voluntad de D-os. Lo habilita para que pueda influenciar a los demás a intensificar su conexión con su judaísmo, ya que su ego personal no está de por medio.

Cada judío puede y deber convertirse en un ‘rey’, empezando, en primer lugar, por dominarse a sí mismo y sus deseos personales para, a través de su ejemplo, poder influir sobre su entorno.

El Rebe brindó claras directivas acerca de cómo implementar esta misión. Durante el año de Hakhel, cada uno de nosotros debería organizar encuentros de familia, amigos y conocidos y compartir con ellos palabras de Torá que sirvan para inspirarlos para que intensifiquen su identidad, compromiso y práctica del judaísmo.

Y, hay un punto más:

Por lo general asumimos que el pueblo judío concurría al Beit Hamikdash para celebrar Hakhel a fin de recibir la singular inspiración que generaba la santidad del lugar así como por el magnífico nivel espiritual del Rey.

El Rebe señala que ahí obraba también otra dinámica muy diferente. En realidad, la causa y el efecto tenían también un orden inverso. El pueblo judío concurría a Jerusalem no solamente para beneficiarse   de la presencia Divina; debían reunirse porque era su propia presencia la que creaba la masa crítica necesaria para generar la revelación Divina de Hakhel. La Presencia Divina se manifestaba de esta manera tan especial como consecuencia del hecho que todo el pueblo judío estaba reunido, estaba junto.

De modo que, el judío que concurría al Beit Hamikdash para la celebración de Hakhel, no lo hacía únicamente para su beneficio espiritual personal, sino para ayudar a que aumentara el nivel de revelación e inspiración Divina para la totalidad del pueblo judío.

En realidad, podemos encontrar este concepto en nuestra vida cotidiana. Cuando diez hombres judíos se reúnen, hay un nivel de santidad cualitativamente diferente que les permite pronunciar determinadas oraciones y hacer posible que puedan leer del rollo de la Torá. De modo que, cuando la presencia de una persona completa el número requerido para que haya minián, no solo se está beneficiando a sí mismo; está ayudando a crear una nueva realidad y experiencia para todos los que se encuentran presentes.

Efectivamente, hay una bendición especial, ‘Jajam Harazim’, que se pronuncia cuando hay 600,000 judíos reunidos. Su mera presencia, en conjunto, genera las condiciones necesarias para pronunciar esta bendición especial.

Cuando se reúnen 599,999 judíos, este grupo no se hace merecedor de la bendición especial de ‘Jajam Harazim’, pero, tan pronto se suma un solo judío, la realidad cambia para todos ellos.

De modo que el mensaje más importante de Hakhel es que cada uno de nosotros cuenta, especialmente cuando pasamos a formar parte de la totalidad más grande. No solamente nos volvemos más completos cuando somos parte de la totalidad; sino que la totalidad se torna más completa y mayor cuando pasamos a ser parte de ella, fortaleciendo el amor mutuo y la unidad de un único pueblo, que se rige por una y única Torá, entregada por el Único D-os’.

 Esto es lo que tú puedes hacer:

Se están acercando los meses de las vacaciones de verano y es una buena oportunidad para ‘Hakhelizar’ las tradicionales reuniones familiares. Requiere nada más que un pequeño esfuerzo para introducir elemento judío en las reuniones que, de ser así, serán eventos puramente sociales.

Todo lo que necesitas hacer es tomarte unos pocos minutos para preparar pensamiento de Torá que te haya resultado inspirador, y unos pocos minutos más para compartirlo con tus amigos en la reunión….