Desde mucho antes yo ya existía, pero fuiste tú hace 25 años quien erigió los muros que forma hoy mi carácter, cada centímetro que habita en mí, desde el rincón más intenso, hasta el más dulce es tuyo. Lograste hacerme crecer con tal imponencia, que pude verme en soledad, es como si hubieses crecido mi capacidad de amar más de lo imaginable y temer no recibir tanto amor como el que cabe. Sin embargo desde el alba hasta el ocaso, viví la intensidad de los momentos más profundos de tu vida y eso me hizo crecer aún más, sucedieron cosas que no se pueden aprender razonando, sino sintiendo.
Como el cuán duro puede ser un duelo, pero que ante cada pérdida la vida nos abraza trayéndonos un oleaje de amor, lleno de amigos, seres queridos, y del duelo nace algo mágico que se llama unión.
Me mostraste la incertidumbre mezclada en emoción de empezar la vida con alguien. Que la unión de todas las aguas te consagran en un punto de espiritualidad que al mirar a la otra persona a los ojos sabes que empiezan completamente puros. Y en esa pureza inicia la misión más compleja y trascendental: “Crear una familia, que al final implica crear vida”.
Pensar que del amor nace la vida, para ocho días después vivir un momento aún más grande de pasión, tradición que consagra la existencia del varoncito abrazado por todos, es algo que transforma. ¿Cómo describir las lágrimas de amor, cuando años después ese mismo varoncito recitará, pero ahora transformado en un hombre?
Gracias a ti conocí cada etapa de la vida, el significado de un abrazo, la intensidad de una sonrisa, la profundidad de una lágrima. Entendí que el amor es algo que trasciende generaciones, dolores y retos. Te pido que nunca caigamos en monotonía, y recordemos siempre lo que hemos vivido. Que estos 25 años sean el comienzo de una nueva etapa aún más unidos. Porque tú siempre serás mi Comunidad y yo siempre seré tu Templo
Atte. Ramat Shalom
Precioso
Buen mensaje saludos