Estos últimos 15 meses se han reunido varias emociones en torno a la respuesta ante un diminuto virus: incertidumbre, ansiedad, confusión, impotencia, pero también resiliencia y gratitud por la vida.
De pronto el planeta entero no tenía respuestas, peor aún, cómo preparar a nuestros Residentes para afrontar un aislamiento, una estancia indefinida en las cuatro paredes que comprenden sus habitaciones, cómo darles valor cuando nosotros mismos teníamos miedo.
Se veía venir una vorágine de dificultades: riesgo de contagios, de crisis emocionales y económicas, entre muchas otras.
Sin embargo, existen dos grandes motores para enfrentar y combatir la adversidad: el bienestar de los Residentes y la unión, o mejor dicho, cohesión, entre el Patronato, Amigas del Eishel, personal y familiares.
Se han aplicado miles de pruebas para detectar y prevenir contagios, así mismo, se llevaron a cabo estrictas medidas de limpieza y desinfección de todo producto que ingresó a las instalaciones, se mantuvieron a los empleados en jornadas de 30 días corriendo con todos sus gastos de hospedaje, se tuvo hasta el más ínfimo cuidado ante el posible contagio de covid-19.
Cuando se pensaba que no se lograba solventar la ardua situación, nuestra bendita y generosa comunidad respondió y se unió a la causa, haciendo eco a las necesidades constantes del Eishel, Nuestro Hogar.
Esperamos poder seguir contando siempre con su invaluable apoyo.
Poco a poco las puertas de las habitaciones se fueron abriendo, las áreas comunes volvieron a ocuparse y las visitas se reanudaron.
Con mucho orgullo y satisfacción podemos decir que pese a los casos de COVID detectados en las instalaciones, todos fueron asintomáticos y no tuvimos pérdidas humanas que lamentar.
Felicidades a toda la Comunidad Judía de México por albergar instituciones tan nobles, tan atinadas y tan extraordinarias como el Eishel, Nuestro Hogar.
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