José Zaidenweber Cwilich. Escritor, editor, médico e investigador. Gran promotor de la Ciencia Ficción

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Judíos destacados en México

Fue fundador de la Asociación de Médicos en Contra de la Guerra, Premio Nóbel de la Paz 1985.

A fines de 1994, cuando se da conocer, en rueda de prensa, la aparición de la revista Asimov. Ciencia ficción, su fundador y di­rector, José Zaidenweber, precisa que ésta busca “llenar un hueco, no un vacío, ya que en el pasado se dieron varios intentos editoriales por crear, en México, publicaciones periódicas cuya meta sea la difusión de lo mejor de la ciencia ficción, incluyendo a los autores mexicanos”. Y Zaidenweber recalca entonces: “En mi caso, yo me acerqué a la ciencia ficción por curiosidad, para saber que “pasara” en el futuro, porque como todos, vivo el presente, recuerdo el pasado y deseo profetizar el futuro”.

Nacido en 1930 en la ciudad de México, Zaidenweber es, antes que escritor, un científico, doctor en psiquiatría, que tiene contacto personal con Isaac Asimov, de quien dice (según la periodista Adriana Moncada) “era un hombre sencillo en sus conceptos y en su amistad, como lo son los grandes hombres”. E igual lo es Zaidenweber, quien muere en 1995, apenas unos meses después de iniciado el proyecto de una editorial llamada El Fisgón del Universo, con la que edita la revista Asimov, junto con Nathan Zaidenweber, Salomón Bazbaz, José Luis Domínguez, Aldo Alba y un largo grupo de jóvenes autores de fantasía y ciencia ficción.


A su muerte, José Luis Domínguez asevera, en el quinto número de la revista (mayo de 1995), que “el pasado 26 de abril falleció nuestro director general […] todos los que aquí laboramos nos encontramos profundamente consternados”, pues “estamos convencidos que nuestro país pierde a un gran entusiasta pro-motor de la ciencia ficción, a un importante divulgador de los últimos avances de la ciencia, a un incansable luchador por la paz, a un muy valioso escritor, pero, por encima de todo esto, pierde a un extraordinario hombre de un enorme corazón”.

En el mismo numero de la revista Asimov, Salomón Bazbaz, quien habría de convertirse, en números posteriores, en el director de esta revista, asegura que José Zaidenweber participó en sociedades de alto nivel científico y pacifista. Fue fundador en México de “La Asociación de Médicos en contra de la Guerra Nuclear”, que en 1985 ganó el Premio Nóbel de la Paz, y José fue designado a recogerlo en nombre de esta asociación representando a nuestro país”.

Como escritor, Zaidenweber publica, poco después del terremoto de la ciudad de México en septiembre de 1985, su novela Vibraciones, pero no es sino hasta 1988, con El festín de los egos, que la ciencia ficción se hace parte central de sus preocupaciones narrativas. Esta novela, como en ella misma se expone, transcurre en el ano 2077, cuando un notable investigador aspira a formar parte del grupo de gobierno universal que rige al planeta Tierra. Sus posibilidades de lograrlo se basan en sus propias investigaciones acerca del clonaje humano como método para prolongar la vida; de hacer que el hombre realice el sueno de alcanzar la inmortalidad”.

En esta novela, donde el autor mezcla sus conocimientos de neuropsiquiatría, biología genética y ciencia ficción, el punto central es e! debate del gobierno universal sobre “la aceptación o rechazo de estos experimentos con todas las discusiones que se originan en los terrenos éticos, filosóficos, políticos, psicológicos y religiosos”; es decir, aquí se relata la controversia acerca de la clonación que hoy, a partir del experimento con la oveja Dolly en 1997, se ha adelantado ochenta anos a la fecha propuesta por la novela.

El mensaje final es de liberación de las emociones y de una certidumbre que se aferra en creer en un futuro utópico, promisorio, donde “el cosmos conoce las verdades que nosotros, los seres humanos, nunca conoceremos”, un futuro afincado en el diván de un psicoanalista contempor5neo nuestro, uno que sabe que”el pasado, el presente y el futuro se amalgaman y confunden. Todo mejora si las presiones emocionales se liberan y si esto es acompañado por la aceptación franca de uno mismo”.

Y lo mismo sucede -el deseo utópico, las disyuntivas psicológicas- en la última novela de nuestro autor: Furia de talentos (1993), en la que, como lo señala Jaime Pastor: el tema de la evolución de la mente […] es tratado […) desde otra óptica, más profunda y esclarecedora; y esto debido, en gran parte, a los estudios que posee el autor en el campo de la siquiatría y el psicoanálisis”. Este conocimiento permite a Zaidenweber crear una magna novela (de 716 paginas) que “cumple con el propósito filosófico, esbozado por muchos pensadores, de que el hombre se asuma como un ser cosmogónicamente humano que trascienda mas allá de lo increado y de lo puramente material”, así, la lucha del protagonista, “del ser sensible, aunque auxiliado por la tecnología creada por el mismo abre el camino del conocimiento verdadero, cósmico, racional”.

En Furia de talentos, Zaidenweber explora diversos campos del conocimiento y los entreteje a partir de una visión holística, integral del mundo como pensamiento sensorial, como inteligencia en evolución. El lector, acostumbrado a la ciencia ficción catastrofista que tanto le gusta a los autores mexicanos y latinoamericanos de este género, descubre aquí, según el propio Pastor, “que puede haber esperanzas de lograr un futuro mejor, porque aunque el hombre de dicha era comulga y se sirve de la cibernética y la informática mas avanzada, guarda una distancia prudente respecto a ellas” para no enajenar su creatividad, su imaginación y su inteligencia.

Más allá de sus novelas, hay que reconocerle otra aventura memorable a José Zaidenweber: la promoción incansable de la ciencia ficción en América Latina a través de su editorial El Fisgón del Universo fue, en todo caso, un adelantado, como lo dijo una de sus alumnas:

“Fuiste rebelde, cuando todos eran sumisos. Creaste un sistema computarizado de salud, cuando aquí no entendíamos la computación. Te preocupó el clonaje humano y las consecuencias de la ingeniería genética, cuando pocos la entendían. Hablabas de las nanomoléculas como la solución a las enfermedades, cuando apenas aparecen como un halo en el horizonte”.

O como su narrativa lo expresa: yo me he comprometido a descifrar mi mente”. Esa fue la tarea de Zaidenweber. Esa fue su misión como escritor, editor, medico e investigador. En ella puso su talento, su creatividad, la aventura memorable de su vida.

Fuente: Biografías del futuro: la ciencia ficción mexicana y sus autores – Page 139

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