Fotógrafa de origen húngaro, (1912-2000), aprende fotografía en Budapest, en el taller de Pecsi. Consolida su formación en París donde, desde 1933, realiza varios encargos documentales para la compañía francesa Agence Photo.
Recibe, en 1937, la proposición de hacer un álbum para propaganda exterior del Gobierno republicano y en compañía de un refugiado alemán, se traslada a España dónde lo lleva a término. En plena guerra civil fue reportera gráfica, colaborando en diversas revistas anarquistas como Libre Studio, Mujeres Libres, Tierra y Libertad, Tiempos Nuevos y Umbral. De ésta última fue redactora gráfica.
En la revista Umbral conoce a José Horna, su esposo, pintor español que colaboró en la mencionada publicación. De España, la pareja pasa a París, donde publica la serie fotográfica Lo que va al cesto (1936). Con el estallido de la II Guerra Mundial, Kati Horna y su esposo abandonan París (1939) para refugiarse en México.
En octubre de 1939 Katy Horna, desembarca en Veracruz (México) procedente de Francia. Lleva consigo una pequeña caja de hojalata con 270 negativos de 6×6 impresionados por ella en el transcurso de la Guerra Civil española. Durante años espera pacientemente a que nuestro país recupere las libertades democráticas para ofrecer esa colección al Estado español. En 1983 la colección es adquirida por el Ministerio de Cultura y pasa a formar parte del patrimonio visual (junto a colecciones como las de Alfonso, Robert Capa o Albert-Louis Deschamps) sobre la guerra Civil Española. Hasta entonces, estas fotos habían permanecido prácticamente inéditas. Sólo tuvieron una limitada difusión en publicaciones anarquistas de la época.
Al contemplarlas ahora, es inevitable interrogarse por su inexplicable ausencia como parte de las imágenes prototípicas de la Guerra Civil ¿Azares del destino, que quiso relegarlas al oscuro silencio de una caja, o tal vez una forma de observar la guerra que no se ajustaba a los cánones del fotoperiodismo reinante entonces? De entrada, frente a esas imágenes, la cámara de Horna parece rehuir deliberadamente los momentos álgidos o heroicos en los que se inmortalizan acontecimientos o el fragor de la batalla. En vez de todo eso, la fotógrafa opta por una visión más cercana, más ordinaria (y menos espectacular si se quiere), pero no por ello menos reveladora del drama de la guerra. Su mirada se instala en un tiempo distinto, el lapso anterior o posterior al acontecimiento.
Por eso es capaz de captar algo de lo inmutable dentro del eco chirriante de la tragedia. Antes que por su fuerza expresiva, sus campesinos, sus soldados, sus mujeres, sus niños y ancianas nos conmueven porque son retratados en su singularidad, no como meras representaciones del teatro de un suceso. Sea como fuere, este legado se revela hoy como una fuente inestimable por su coherencia de conjunto y su valor complementario respecto a esas imágenes establecidas del conflicto español.
En México colabora en diversas revistas como Mujeres, S.nob, Mapa (1940), Revista de la Universidad de México (1958 a 1964), Tiempo (1962), Perfumes y Modas (1956), México this Mouth (1961-1965), Revista de Revistas (1963). Fue maestra de fotografía en la Universidad lberoamericana de 1958 a 1963, siendo director Felipe Pardinas.
En 1983 dirigía un taller de fotografía en la Academia de San Carlos en México. Destacar la trayectoria profesional de Kati Horna como formadora de varias generaciones de fotógrafos y su presencia en el movimiento surrealista mexicano.
Series fotográficas importantes:
- Fotografías de la Guerra Civil española (1937-1938);
- Lo que va al cesto (1939);
- La Castañeda (1945);
- Fetiches de S.nob (1962);
- Historia de un vampiro, sucedió en Goyoacan (1962);
- Mujer y máscara (1963);
- Una noche en el sanatorio de muñecas (1963);
- Arquitectura insólita de Haciendas Mexicanas.
Nominado por Ofelia Iszaevich
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